*Derrota de los técnicos

La oligarquía mexicana empresarial sustentada por la tecnocracia esta espantada porque sus expertos creen más en la legalidad que en la legitimidad, esta es la batalla que están dando, es decir, ignoran que la legitimidad no es un legado jurídico, amenaza una ruptura porque quieren la continuidad del modelo económico neoliberal

La clase política corrupta y asesina, utiliza la legalidad para no ser castigada y quedar impune ante actos ilegales como la construcción del aeropuerto de Texcoco que rompió con la legalidad, y le da validez legal a sus fechorías; si se estudian a fondo los contratos que realizaron encontraremos muchas irregularidades en su elaboración, es decir contratos ilegales, pero el delincuente siempre deja rastros, por ello tienen miedo y temor de ser descubierto.

Algunos ya se van del país o se están amparando ¿Cuántos de la clase política que dejan el poder ya tienen boletos para viajar fuera de México antes y después del 1 de diciembre de 2018?, y no esperar la rendición de cuentas. Esto acelera la crisis política en este cambio, que durará varios años.

Todo se acabó para algunos políticos, quienes no lo aceptan, pero todo lo que esté relacionado en asuntos federales debe tener metidas las manos el Jefe del Poder Ejecutivo, pues es el jefe de todo el gabinete y las decisiones de cualquiera de sus miembros lo involucran, por lo que, es responsable.

En nuestro país, México, el jefe del Poder Ejecutivo nombra a los secretarios de Estado, que son sus servidores y auxiliares, y no son responsables de los delitos que comenten contra la seguridad nacional ni contra la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ni por acto de corrupción en el derroche del presupuesto público asignados a sus áreas respectivas, son exonerados de toda responsabilidad con solo una orden del Jefe del Poder Ejecutivo, esto es ilegal.

Por lo tanto, el discurso legalista es vergonzante de los tecnócratas corruptos y asesinos. El imperio de la ley es el instrumento de impunidad, solo cuenta la verdad legal que es manipulada por el tecnócrata jurista.

Así, entendemos la miseria política en que vivimos, acompañada de pobreza moral e injusticia: la mediocridad o demagogia que nos rodea. Nada que ver con las nociones de política y de buen gobierno que nos enseñan los libros de texto y los grandes líderes políticos. Pero ¿acaso la sociedad está libre de culpa?

La consulta al pueblo es parte de la legitimidad de un gobierno, la legitimidad no está en los expertos sino en los ciudadanos que tiene conciencia social, los tecnócratas no tienen conciencia social porque no se identifican con la sociedad.

Las empresas encuestadoras ahora son un fracaso porque sustituyeron la participación ciudadana desde hace más de 30 años, es una farsa que acompañó al modelo neoliberal para imponer políticas públicas y triunfos electorales sin tomar en cuenta a la ciudadanía.

Los tecnócratas impulsan políticas públicas sin consultar a la sociedad, no entienden este proceso y recurren a la legalidad y olvidan la legitimidad; construir obras públicas que no es necesidad de la comunidad, pero si es un negocio lucrativo para unos cuantos individuos, este es el lenguaje y discurso que entienden.

No les interesa la vida humana, ni el medio ambiente, ni el respeto a los derechos humanos, les interesa el negocio lucrativo. No entienden que la democracia participativa y la democracia representativa van por el mismo camino, ambas se fortalecen, igual que la legalidad y la legitimidad, son necesarias; las leyes deben ser respetadas si son justas de acuerdo con la percepción de los contendientes.

Estamos observando en este momento que la clase política tecnócrata corrupta y asesina tiene complejo de inferioridad, por lo que huyen de la realidad y se refugian en sus fantasías, ya sienten que la soledad lo estruja y se protegen creando ilusiones de que siguen gobernando para no caer en la neurosis, a la que tarde o temprano caerán, creen que seguirán mandando y gobernado.

Aquí se refleja parte de La vida es un sueño de Pedro Calderón de la Barca “Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando”.

Vive en sus máscaras, porque desconfían de sí mismos, esto los llevó al fracaso y a la neurosis, ahora después del 1 de diciembre de 2018 abandonaran la realidad para refugiarse en la fantasía, es decir, vivirán en un personaje ficticio creyéndolo real, de aquí que seguirán viviendo en la mentira, así liberar su conciencia de inferioridad: es el arquetipo de la cultura política mexicana.

Los tecnócratas buscan solo números y datos, no les importa la conciencia social, los números y datos deben reflejar la realidad y no aceptan que la realidad se imponga a sus números y datos, sino se aplica la técnica que ellos diseñan y si no responden a sus parámetros numéricos, que pueden ser manipulados, es vivir en el error, entonces, la realidad se impune como sucedió el 1 de julio de 2018.

En este espacio, he dicho y sostengo que los funcionarios públicos y empresarios sociópatas egocéntricos construyen puentes con papeles fundamentados en mentiras; en el análisis de evaluación de riesgos, para ellos, es menos costosa la vida humana que el dinero, es decir, vale más el dinero que la vida humana. El dinero abarata vidas.

La burocracia y la tecnocracia, viven de la política y no para la política; viven de sus privilegios administrativos, de sus patrimonios administrativos, no son dinámicos, son elefantes blancos que quebrantan las instituciones y las convierten en cargas pesadas.

Por supuesto, existen fuerzas políticas ocultas que quieren un México autoritario; que se privilegie el conflicto porque viven en lucha permanente. Que corra sangre mexicana. Entonces, existen inquietudes autoritarias entre los tecnócratas, pues lo que buscan los empresarios es amenazar con la inestabilidad política del país.

Gobernar México es complicado y complejo, cualquier decisión que se tome, unos salen beneficiados y otros perjudicados; los beneficiados están contentos, los perjudicados protestan, aquí es encontrar el equilibrio para tener estabilidad; por supuesto, que al realizar cambios, reformas, crean molestias en unos y beneplácito para otros, es una lucha de perros.

*Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,

Universidad Nacional Autónoma de México.

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