*No hay sentido… común

Llegamos al segundo mes del 2022 en un ambiente lleno de rispideces y un sinnúmero de acontecimientos en los que el tamaño de la población involucrada no tiene precedente.

Existen la mañanera y los medios tradicionales de información; en las redes digitales hay montones de canales alternativos de comunicación; cada líder (que sea, crea o quiera ser) político, económico, social, artístico, deportivo o científico dispone de variadas

plataformas en la red. Y hay público para todo.

En breve ingresaremos al tercer año de pandemia bajo unos modelos económico, político y sanitario que hacen agua por muchos lados: insatisfacciones y violencias crecientes, desencantos y recriminaciones.

La izquierda se abre camino a trompicones en América Latina, ya en Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Venezuela, Cuba, Honduras, México. AMLO construye su liderazgo internacional y aboga ante el FMI para que Argentina reestructure su deuda en mejores condiciones.

Estamos a 50 días de la inauguración del aeropuerto Felipe Ángeles, a 70 de la revocación del mandato, elecciones en ciernes para gobernador en seis entidades, esto y más, en medio de diferendos entre el INE y los 3 poderes de la Unión. Durante el periodo de sesiones que recién inicia el Congreso, dirimirá la reforma eléctrica

constitucional; la oposición dice al partido en el poder: no pasará, haciéndose eco de los capitalistas que retan al gobierno para que deje las cosas como están, o casi.

La oposición y los poderes fácticos cruzan todos los días vituperios, descalificaciones, ninguneos y amenazas con AMLO y aliados ante un caos que se caracteriza por ser un diálogo, a gritos, de sordos; donde cada quien tiene su libro y solo sabe leer en él; en ambos lados hay

opinólogos, zalameros, odiadores, medias verdades, francas mentiras, agendas ocultas, traiciones y nula gana de conversar, de debatir con el otro.

Nunca tanta gente tan informada, tan politizada, pero con muy poca disposición a conciliar en aras de saber qué realmente quieren los otros y acercarse a puntos de vista no tan dispares, toda vez que solo así podría avanzarse en la integración de una sociedad más justa, con

ciudadanos más felices.

Efectivamente, no sabemos generar diálogos creativos, socialmente rentables: no hay sentido común.

Si les interesa los invito a dilucidar la manera en que podría darse este intercambio.

Hasta la próxima.

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