*Élites que someten a otros sectores

En sus Cuadernos de la cárcel (vol. 12) el brillante Antonio Gramsci explica la función de los "intelectuales" en la construcción del bloque hegemónico mediante el cual, las élites someten a otros sectores sociales.

"Los intelectuales son los 'encargados' por el grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político", explica Gramsci.

Es decir, que los 'intelectuales' generan condiciones para la dominación.

Esto se produce de 2 modos:

1) Mediante "el consenso espontáneo" mediante el cual las élites controlan a las masas, con el "prestigio" que nace "históricamente", derivado de la posición del grupo dominante en el mundo de la producción.

(Esto significa que los "intelectuales" ejercen una influencia sobre las masas derivado de su "prestigio" social.

Es decir: los 'intelectuales' son influyentes porque son ricos y ocupan posiciones de privilegio que les dan mayor visibilidad).

2) Los intelectuales organizan también "el aparato de coerción estatal que asegura 'legalmente' la disciplina de aquellos grupos que no 'consienten' ni activa ni pasivamente".

(Es decir, que los 'intelectuales' ayudan a justificar el uso de los aparatos coercitivos y represores del Estado, y esto permite que las élites mantengan su hegemonía sobre los sectores populares: controlan medios, jueces, legisladores, funcionarios, universidades).

La manera en que los intelectuales orgánicos del régimen neoliberal justificaron atrocidades como el Fobaproa-IPAB, la guerra contra el narcotráfico, las reformas estructurales o la desaparición de los 32 de Ayotzinapa, son claro ejemplo de esto, mediante el bombardeo mediático.

Ahora los intelectuales orgánicos, defensores de un régimen político que destruyó al país, abogan hipócritamente por una libertad de expresión que sólo les importa mientras les permita mantener su influencia y posición social para someter a los sectores inconformes.

El cambio de régimen que vimos en México en 2018 fue algo más grande que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Fue una movilización social masiva que permitió romper las estructuras diseñadas para conservar los privilegios de la clase dominante.

Esto provocó que los sectores populares que estaban completamente marginados de la agenda mediática y social comenzaran a ganar visibilidad e influencia. Algo que por supuesto, no les gusta y no les conviene a las derrotadas élites neoliberales, que se sienten amenazadas.

La manera en que las élites neoliberales siguen controlando los grandes medios de comunicación, explica buena parte de la disputa actual con el gobierno de López Obrador.

Se necesita ser muy ingenuo (o imbécil) para tragarse ese cuento de la "defensa a la libertad de expresión".

Que los intelectuales orgánicos del régimen neoliberal no vengan a decir ahora que son mártires de la libertad de expresión, cuando fueron cómplices, aplaudidores y beneficiarios de la destrucción y saqueo del país.

Deberían pedir disculpas y esconder la cabeza en un hoyo.

Los sectores sociales que han padecido la hegemonía neoliberal tienen el deber histórico de generar condiciones para impedir que los conservadores (que buscan CONSERVAR sus privilegios de clase) vuelvan al poder. La organización popular es clave para ello.

El cambio de régimen debe ser aprovechado para construir nuevos medios, nuevas instituciones, y ocupar espacios clave en la estructura burocrática. No habrá 4T posible si no se generan condiciones históricas para que los sectores populares ganen terreno en los aparatos de poder.

El cambio de régimen político sigue siendo muy endeble. Bien decía Max Weber: una minoría organizada suele imponerse a una mayoría desorganizada.

Las minorías de derecha suelen organizarse con mayor facilidad en función de su poderío económico, intereses comunes más concretos.

Esto explica por qué históricamente la cohesión de la derecha suele ser tan difícil de romper. Los sectores que abogan por un cambio social, aglutinados en la izquierda, suelen tener intereses más heterogéneos y eso dificulta crear consensos.

Y por esa misma razón, las élites conservadoras aborrecen a los líderes carismáticos que permiten cohesionar a los sectores populares. Los ataques contra el "populismo" van en este sentido. Es una estrategia retórica de la derecha para dividir los sectores populares.

De ahí el grave peligro de que un partido débil (como lo es Morena actualmente) sea incapaz de seguir con el proceso de transformación trazado, una vez que el líder carismático suelte las riendas del movimiento social que lo llevó al poder.

Por eso creo que la llamada 4T carece de futuro, pero ofrece una buena oportunidad en el presente, precisamente, para construir esa alternativa a futuro. La izquierda como proyecto político en México no puede ni debe depender de la figura de López Obrador.

Las bases sociales y los sectores populares deben construir vasos comunicantes para impedir que las élites derrotadas regresen al poder, como ha ocurrido en otros países de América Latina. En ese escenario se despliega la actual guerra política en México.

@manuelhborbolla

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