Por Leticia Puente Beresford
Nueva York, junio 2018.- Aunque para las víctimas de delitos sexuales es terriblemente difícil probar la agresión que sufrieron, no sólo en términos personales, emocionales, sino también jurídicos, existen en este país más de 800 mil criminales sexuales registrados ante la justicia.
En fechas recientes, sin duda el movimiento #Metoo ha dado acompañamiento y apoyo para que las mujeres se sientan fortalecidas para denunciar los casos.
Sin embargo, aplicar la ley a estos criminales no es fácil, porque no todos son tratados como indican las normas, ya que el dinero y el poder tienen una indiscutible influencia, como revelan varios casos expuestos recientemente en los medios de comunicación.
De esto habla Eliana Dockterman en un reportaje de la revista Time del 21 de mayo, en donde señala que hay en Estados Unidos mil 550 terapistas que a quienes las cortes del país pueden solicitar que den tratamiento a estos delincuentes sexuales.
Cuenta Dockterman que entre las figuras públicas señaladas por delitos sexuales y quienes reciben tratos diferenciados están Kevin Spacey, Bill Cosby, Harvey Weinstein y Roy Moore. Ellos, a diferencia de los demás delincuentes, pueden pagar abogados de prestigio, arreglar pagos o revocar las sentencias, como hizo Cosby. O gozar de libertad con pagos de cuantiosas multas, como hizo Weinstein al pagar un millón de dólares para seguir su proceso en libertad con sólo un brazelete en el tobillo, gracias a los alegatos de inocencia de su abogado.
Esos casos indignan porque, aunque sus nombres se difundieron en los medios de comunicación, no es suficiente. Dice la abogada Lisa Anderson que los violadores sexuales “deberían traer en la cabeza brazaletes con la información de quiénes son y qué hicieron, porque no quiero que vuelvan a lastimar a ninguna mujer”.
Eliana Dockterman retoma en su reportaje el debate que genera la publicidad sobre los criminales sexuales, si deben o no estar registrados en una lista, para que sus vecinos sepan quién vive en su alrededor. En el estado de Colorado, por ejemplo, se considera que incluir a los abusadores sexuales en una lista pública violenta los derechos humanos del criminal.
Los tratamientos terapéuticos para esos criminales están ya reglamentados, pero hasta el momento no existe un método estándar para tratarlos, señala Dockterman, quien presenció las terapias, habló con los terapeutas y narra en su reportaje cómo esos sujetos se tienen que confrontar con su crimen.
Es evidente, dice la periodista, que las víctimas de estos hechos de crueldad extrema quedan marcadas para el resto de sus vidas y es claro que el movimiento #Metoo abrió el camino a miles de mujeres que de inmediato hicieron de esos crímenes un caso público.
Uno de los delincuentes sexuales relata en su terapia que se ve obligado a manejar largos tramos o pedalear su bicicleta hacia áreas lejanas a su casa sólo para comprar víveres, porque en su zona lo conocen como agresor sexual. Su terapista Cheryl le responde: ¿se imagina lo que las víctimas sienten?
Las terapias pueden ser una pequeña esperanza, tras el doloroso trauma que genera la agresión sexual, un crimen que desgraciadamente se ha vuelto común.
Castigo a los “famosos”, incluido Trump
En la misma edición de Time, el abogado Jill Filipovic publica su artículo “Ahora castiguemos a los hombres famosos”, en donde señala a más figuras públicas acusadas de delitos sexuales e incluye al ‘presidente Donald Trump, acusado públicamente por más de una docena de mujeres’.
También señala a Harvey Weinstein, por supuesto, a Charlie Rose, Matt Lauer; al abogado de Nueva York, Eric Schneiderman; y a Mike Tyson, aunque ellos, a diferencia de Trump, no tienen tanto poder como el presidente.
Vivimos, dice Filipovic, en un sistema imperfecto, donde se acostumbra el abuso del poder y en donde las víctimas no tienen siempre de su lado la ley para acceder a la justicia.
Por eso, el llamado, mi llamado también, es acabar con la violencia sexual, mediante la ley, el respeto y el amor al prójimo, porque sólo así se combatirán los abusos de estos criminales sexuales, poderosos económica y políticamente, influyentes… impunes.