*Duele a cada vez más mexicanos la frase “abrazos, no balazos”
*Incita a los malosos a incrementar sus actividades delictivas
Ese pronunciamiento de abrazos, no balazos, es un pronunciamiento de impunidad, le están mandando decir al presidente Andrés Manuel López Obrador desde todos los frentes de la iglesia católica, cuyos sacerdotes están profundamente dolidos por el brutal asesinato de dos de sus hermanos en la sierra Tarahumara, estado de Chihuahua.
Por este hecho le está lloviendo con torrencial sentimiento en su milpita al inquilino de Palacio Nacional, a quien le están recordando que su ya tristemente célebre frase “abrazos, no balazos”, representa un definitivo mensaje de abrazo a la impunidad que incita a los delincuentes a seguir, y hasta ampliar, sus operaciones delictivas en todo el país.
Como se sabe, don Andrés acuñó esa nefasta expresión en referencia a su particular sentimiento que también ha repetido hasta el cansancio pública y abiertamente en sus mañaneras, con eso de que los delincuentes tomaron el camino de condutas antisociales por falta de oportunidades.
Pero ahora, con lo que se está descubriendo con la muerte de los jesuitas, salen los clérigos para condenar al gobierno de la mal llamada 4-T con reflexivas declaraciones como la siguiente del vicario de la diócesis de la Tarahumara y párroco de la catedral de esa región, Héctor Martínez Mendoza:
“Este sangriento hecho provoca el grito de todo el pueblo que ha unificado su voz con un angustiante ya basta de abrazos, y nosotros no podemos quedarnos callados”.
Pero lo que está doliendo más a los jerarcas católicos y millones de mexicanos que simpatizan con esa religión, es la ingenua posición con que salió el presidente Andrés Manuel López Obrador a enfrentar esos repudios: “Por qué me voltean a ver a mí, ¿que ese delito no es del fuero común, que no es responsabilidad de los gobernadores?
El comentario que se oye en desayunaderos políticos y centros de reunión religiosa, es que fue una forma muy burda de justificar, pero, sobre todo, alimentar ineficiencias.
Pero lo más increíble es que no habían pasado muchos días de ocurrido este brutal episodio contra jesuitas, cuando el presidente de la República anunció el nombramiento de Clara Luz Flores Carrales al frente del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Como se sabe, la mujer fue candidata de Morena al gobierno de Chihuahua en el proceso electoral del año pasado y ahí sus adversarios políticos exhibieron pruebas contundentes de su relación con el líder de la secta NXIVM, quien fue condenado en Estados Unidos por tráfico sexual y pornografía infantil.
Este asunto también ha sido notablemente criticado en frentes políticos y religiosos y las quejas comienzan a subir de tono en el Congreso federal, porque se considera que una persona que públicamente ha sido ligada a una secta de tráfico sexual y sin la experiencia en la materia, no debe tener en sus manos la operatividad, la coordinación de la seguridad pública, ni la responsabilidad de contabilizar los delitos que ocurren en el país.
Son, pues, dos asuntos que deben quedar para la reflexión, porque hay antecedentes históricos de que también desde el púlpito se hacen ganar y perder elecciones.
Y si no, al tiempo.