*López se desespera y Peña se hunde
Con lo que ya se comienza a filtrar entre algunos columnistas políticos todavía de influencia en los niveles de poder, asoman hilos que conducen al expresidente Enrique Peña Nieto, a quien parece que irremediablemente se le derrumbarán los supuestos acuerdos que amarró para facilitar otra alternativa de gobierno en México.
El asunto lleva mucho fondo político y económico, con alcances de grupos internacionales que comenzaron a operar en México en el gobierno del ex panista Vicente Fox Quesada.
Como se sabe, este personaje gobernó del año 2000 al 2006, lapso en que algunos grupos empresariales se fueron fortaleciendo por la falta de control e impericia para mantener al país en la ruta nacionalista que marcaba la historia.
Así los panistas quisieron establecer un control político similar al que heredaron del priísmo más rancio que hartó a la mayoría ciudadana y con esa línea llegaron a las siguientes elecciones presidenciales para posicionar en la silla del poder a otro también ahora ex panista, Felipe Calderón Hinojosa.
El mareo azul pronto fue más que evidente y afloró lo mismo que sembraron los priístas, pues Calderón no solo se apoderó del poder político, sino que quiso manejar a su antojo al Partido Acción Nacional, mientras el grupo empresarial se fortalecía y llegado el momento operó para nuevamente enquistar en el poder al PRI con Enrique Peña Nieto a la cabeza, a quien suponían que ya habían aleccionado desde el gobierno del Estado de México.
Pero el noviciado no funcionó y lejos de ayudar a consolidar el camino que habían retomado los financieros de las campañas políticas con los tricolores, Peña Nieto se dedicó a disfrutar otra vida y dejar que su grupo de jóvenes gobernadores saquearan al país sin el más mínimo de los recatos, lo que provocó el incremento del hartazgo nacional, incluidos muchos empresarios de medio pelo.
Fue en la 62 Legislatura federal cuando el entonces inquilino de Los Pinos comenzó a escuchar otro canto de sirenas ambiciosas y desde ahí fue llevado al escenario con que comenzó a descomponer con prontitud la estructura nacional y llegado el momento ya no tuvo el apoyo del poder empresarial.
Abandonado en la ruta de la sucesión presidencial, con un PRD disminuido por el organismo político de reciente creación, Morena, y un panismo que comenzaba a despegar con una nueva camada de jóvenes que ya se había sacudido a los herederos de una derecha de alcurnia también rancia, Peña Nieto se vio acorralado y optó por acercarse a su antiguo ex priísta que buscaba por tercera ocasión la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador.
A partir de ahí fue notoria la estrategia construida en Los Pinos para obstaculizar al candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya, con todo tipo de maniobras, hasta lograr desprestigiarlo, apabullarlo y sembrar entre el electorado nacional intensas animadversiones políticas que favorecieron al líder del naciente partido Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, y las huestes perredistas que se pasaron a ese organismo.
Y como la política es así, parece que llegó la hora de olvidar acuerdos, abrir cauces que permitan revanchas y en esas anda la mal llamada “cuarta transformación” por la desesperación de que se le deshaga en las manos el país.
Este primer capítulo aterriza con la llegada de Emilio Lozoya Austin y comienza otro episodio con que López Obrador intenta salvar su proyecto debilitado por el nulo crecimiento económico que registró en 2019 y agudizado por la terrorífica pandemia.
La historia continúa y aquí la estaremos reseñando.
Que quede para la reflexión.