*El verdadero objetivo de la sobrerrepresentación que busca Morena
Se ha hecho popular, viral – en el lenguaje de las redes sociales – lo dicho por el gobernador de Sinaloa Rocha al periodista Salvador García Soto, “no nos hagamos”…
Y en el tema de la sobrerrepresentación en el poder legislativo, tampoco nos hagamos, el origen de los diputados plurinominales y su regulación jurídica se finca en principios y valores éticos, el principal valor ético es consolidar a la democracia, evitando los abusos de una sobre representación.
Misma que fue práctica corriente durante muchos años de gobiernos priístas para evitar lo mismo el mismo. El PRI entendió en su momento que había que reconocer a las minorías, abrirles espacio de participación y opinión en las decisiones trascendentes de la vida nacional, así en su origen se reconoció a los diputados de partido, antecedente de los hoy plurinominales.
Reconocer que el número de electores que pierden en la contienda de las diputaciones de mayoría debían sumarse y otorgar legisladores – diputados o senadores – por la cantidad de votos otorgados a cada partido y que no se desperdiciaran y se sumaran para llenar los espacios de representación proporcional.
Obviamente que con ese criterio se pretendió equilibrar a las decisiones en las cámaras y evitar que se desconocieran a las minorías, frenando la posibilidad de la imposición de decisiones arbitrarias de una mayoría legítima o aún que hubiese ganado con trampas.
De ese modo, aún en el caso del eventual triunfo de un grupo con “marrullerías” como hubo casos en el pasado, el sistema garantizaría que no se impusieran las decisiones de grupos mayoritarios, atropellando a las minorías.
Ese es el tema esencial ético, que no se puede perder de vista ni podemos permitir que se distraiga o se desvíe la atención de la sociedad.
En ese sentido ningún partido que se jacte de luchar por las más nobles causas del pueblo podría desconocer la esencia de la voluntad popular minoritaria, porque es tanto como desconocer las necesidades y derechos de esa parte del pueblo a quien se ignora o desprecie por ser minoritario.
Resulta tan éticamente injusto como ignorar la voluntad de un grupo vulnerable, sin omitir considerar que frente a la fuerza del Estado, cualquier ciudadano solo o en grupo es vulnerable por ser minoritario, argumentando que la “voluntad popular se manifestó” y que por ese solo hecho se ignore a las minorías, ya se trate de personas físicas o jurídicas.
Esto sería discriminatorio, igual por razón de raza, color o posición social o cualquier otro motivo, posición social que incluye discriminación de dos vías tanto de ricos a pobres, como de pobres a ricos.
Ello dependiendo de una condición numérica que les coloque en situación de minorías, así es y debe ser la vocación ética de justicia, de gobierno y gobernantes.
De este modo, la esencia de la representación proporcional de los plurinominales es garantía de equilibrio y freno a los abusos del gobierno y del poder frente a sus gobernados.
Hoy resulta irónico que los gobiernos priístas tan criticados por autoritarios fueron más receptivos, comprensivos, tolerantes y consecuentes para promover la evolución de instituciones que los ahora gobernantes, quienes se erigen en autoritarios e intolerantes irresponsablemente, desviando a su antojo el supremo objetivo de convivencia armónica, garantía de condiciones de desarrollo y estímulo de condiciones de equidad y crecimiento de las sociedad.
Como dijera el gobernador sinaloense Rocha, “no nos hagamos …”, lo que está en juego con la sobre-representación es la imposición autoritaria de una “supuesta” mayoría que atropelle, ignore y violente las garantías de convivencia armónica y las condiciones de equidad, seguridad, inclusión y tolerancia con las minorías, esenciales en el pueblo de México
Tal parece que buscan una imposición de condiciones que garanticen el control del poder judicial sin permitir la evolución de ese poder. Si asi fuera, ya estarían pensando quitarle al poder ejecutivo las facultades metaconstitucionales que le permiten controlar a los otros poderes, legislativo y judicial.
A partir del primero de octubre históricamente habrá un solo responsable de ello y es por primera vez una mujer, que tendrá la oportunidad de demostrar de qué está hecha y si es capaz de gobernar con justicia, equidad y honestidad o con autoritarismo tiránico fuera de ética y de la ley.
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