*A la memoria de la Mich en su cumpleaños
Yo era una persona a la que se le podía considerar cuerda. No estaba de acuerdo con gran parte de las cosas fuera de mí, como la situación de la profesión y del país.
Pero se podía decir que mi interior estaba más o menos adaptado al mundo exterior. La relación se desarrollaba dentro de ciertos límites y de una cierta normalidad. Un equilibrio en el que hasta lo inaceptable era algo aceptado. Todo formaba parte de un estado de cosas conocido del mundo.
Hasta que llegó a mi vida una extraña persona. Una mujer que me enseño cosas que no sabía y que desconocía que existían. Me enseñó lo que es la convivencia y lo que es el cariño. Hasta que viví con ella supe lo que es el cariño.
Había vivido toda una vida y conocido a muchas mujeres y hasta llegue a creer que ya sabía todo de la vida y que el mundo ya no tenía secretos para mí, y en eso fue cuando ella me enseñó que no sabía nada y que había estado perdiendo el tiempo. Que a lo que le daba importancia no la tenía y que lo que en verdad importa, ni siquiera sabía que existía, que no lo conocía.
Y hete aquí, que así de improviso como llegó, también se fue. A donde ya no va a volver a enseñarme nada más. Y me dejó en un mundo que sin ella no tiene sentido. Pero del que tampoco puedo regresar a donde ella me encontró y de donde me sacó.
Me dejó atrapado en un mundo sin razón, haciendo cosas sin sentido.