El martes pasado, cuando una reportera preguntó por la denuncia que hizo un académico de la UNAM que acusó la falta en que incurre el gobierno al no contabilizar las defunciones por coronavirus que ocurren entre indígenas, el presidente Andrés Manuel López Obrador respondió: “Es como cuando inventaron que había muerto una persona del COVID y no murió, son los cuerpos que dieron a conocer en fotografías de fallecidos fuera de un hospital que eran de otro país, son los hornos crematorios de la revista Proceso…
Es todo esto, toda esta campaña de desprestigio. Son las ocho columnas del Reforma: ‘México es el país con más fallecidos por COVID o está en los primeros lugares’. Puras mentiras, noticias falsas…Se pasan, es una obviedad. ¡Cómo vamos a ocultar nosotros fallecidos! ¡Cómo vamos a dejar sin atención a los pobres!”… Eso fue lo que exclamó el inquilino de Palacio Nacional, a quien desde diversos frentes le responden que si la orden que dio a un militar, la semana pasada, de acostarse en una cama para simular que estaba infectado del coronavirus no es también una maniobra para engañar al pueblo de que estaba visitando a los enfermos en un hospital de Cuernavaca, estado de Morelos… Confesar públicamente que fue él quien ordenó detener el operativo contra hijo del Chapo y que lo liberaran ¿no es cinismo inaudito?… Que quede para la reflexión…