Para que niños y jóvenes de las alcaldías de la Ciudad de México se acerquen al mundo de la microtecnología, “y averigüen cómo convertirse en la próxima generación de microtecnólogos”, la UNAM desarrolló el proyecto Microfascinantes.
Luis Agustín Álvarez Icaza, investigador del Instituto de Ingeniería (II), explicó que el objetivo de la microtecnología es crear dispositivos muy pequeños y más complejos; nuevos desarrollos tecnológicos eficaces, de menor tamaño y peso. “Es una tecnología que empieza a ser importante y el Instituto la ha enfocado fundamentalmente a la salud”.
El II, en colaboración con la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei) de la CdMx, desarrolló cuatro talleres científicos, diseñados por estudiantes del Instituto, bajo la tutela de Álvarez Icaza y Laura Oropeza, investigadora de la Facultad de Ingeniería (FI).
Microfascinates es un proyecto de divulgación y difusión de la ciencia, cuya fase piloto arrancó el pasado 11 de noviembre y se extenderá hasta el día 29 en 10 sitios Pilares (Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saber). En este proceso participan aproximadamente 100 estudiantes (monitores) de diversas licenciaturas de la UNAM, que se encargan de apoyar y guiar a niños, jóvenes y adultos mayores.
Los cursos están dirigidos en especial a quienes acuden a los Pilares, espacios donde habitantes de zonas marginadas tienen acceso a la educación, capacitación y desarrollo.
Laura Oropeza destacó la necesidad de interesar a los niños en la ciencia, “romper esa barrera que hay entre la sociedad y la tecnología”.
La titular del Laboratorio de Microsistemas BioMEMS de la FI dijo que esta experiencia está diseñada para personas de todas las edades.
Los universitarios indicaron que durante la fase piloto el Instituto de Ingeniería proporcionará los materiales correspondientes para cada uno de los talleres, pero una vez que pase a la escala masiva, la Sectei se encargará de elaborarlos o financiarlos. Como parte del proyecto, expusieron, verificamos que los talleres y experimentos funcionen y que sean de utilidad”.
Álvarez Icaza adelantó que probablemente la Sectei lleve esta experiencia a escuelas secundarias, “por lo que además de los videos que explican la iniciativa y talleres, elaboramos manuales, instructivos y procedimientos de manejo”.
El papel de los Pilares es tejer comunidad, y que los chicos que por alguna razón no acuden a la escuela formal tengan otras opciones en este contexto, “Microfascinantes tiene mucho que ver con la idea de restaurar tejido social”, subrayó.
Microfascinantes tiene presencia en Facebook e Instagram, además de un centro de divulgación permanente (www.microfascinantes.iingen.unam.mx), donde los desarrolladores han colocado el material didáctico del proyecto. Tanto profesores como quienes estén interesados podrán capacitarse con estas herramientas y reproducirlas.
Talleres microfascinantes
Los cuatro talleres que constituyen Microfascinentes son: “Microfluídica, papelito habla”, coordinado por Óscar Pilloni Choreno, del II, cuyo objetivo es mostrar a los niños la tecnología de micromanipulación de diminutos volúmenes de fluido en un sustrato de papel.
“La idea es que con el uso inteligente de algunas estructuras hidrofóbicas y de biomarcadores, se genere un dispositivo sencillo al que podamos darle forma didáctica a través de la papiroflexia (un conejo y una rana), que además permita obtener información útil de una muestra de agua, como determinar si hay algún contaminante”, indicó Óscar Pilloni.
Un segundo taller es “Expedición al micromundo”, a cargo de Aldo Romero, en donde los participantes arman, en forma sencilla, su propio microscopio de bolsillo, inspirado en el primero que fue construido por Antonie-van Leeuwenhoek (1680), padre de la microbiología.
“Mostramos el funcionamiento básico de esta herramienta, que cuenta con un pequeño lente de tres milímetros, cuyo poder de aumento es 100 veces el tamaño de la muestra. Con este dispositivo se pueden observar las imágenes amplificadas de una serie de muestras que tenemos preparadas, como cortes de cebolla, plantas acuáticas e insectos”, detalló Aldo Romero.
Otro taller es el de “Microplomería, laboratorio en miniatura”, a cargo de Josué Ramírez, un dispositivo del tamaño de la palma de la mano, cuya función es semejante al de un laboratorio de análisis clínicos.
El propósito es que los participantes construyan un mecanismo con piezas de lego, cada una con un microcanal en su interior por donde corran microfluidos, en este caso de chilito piquín y de huevo crudo, para descubrir qué tan ácidos (pH) son algunos alimentos de consumo común entre niños y jóvenes, indicó Josué Ramírez.
Finalmente, en el “Taller de tatuajes inteligentes”, desarrollado por Roberto Ramírez, los participantes hacen uso de la microelectrónica para diseñar un circuito eléctrico en una hoja de papel bond, programar un sensor inalámbrico para crear un tatuaje inteligente que se adhiera a la piel y contenga información personal de cada uno de los participantes.
Roberto Ramírez explicó que gracias a la microtecnología “hoy es posible almacenar información personal en un microchip, así como construir circuitos tan diminutos para llevarlos en la piel y conectarnos con el mundo”.