La expansión y crecimiento desordenado de la mancha urbana en la Ciudad de México ocupa cada vez más áreas del suelo de conservación: regiones no urbanizadas que albergan bosques, barrancas, cuencas, ríos y cultivos.
Estos sitios son hábitat de más de mil 800 especies de plantas y animales, algunas endémicas; permiten que haya captación de carbono, con la zona de cubierta vegetal de las serranías del sur; regulan el clima; facilitan la infiltración de agua en época de lluvias y favorecen la recarga de acuíferos. Además, participan en el equilibrio de la circulación general de la atmósfera.
“A pesar de su fragmentación, este sistema natural sigue funcionando”, afirmó Irma Escamilla Herrera, académica del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
La principal afectación del suelo de conservación es la mancha urbana, que crece rápida y desordenadamente, especialmente por los asentamientos irregulares en zonas de la periferia, en donde se mezclan pobreza y segregación socioespacial. Esto se refleja en las condiciones de las viviendas de autoconstrucción, muchas veces improvisadas con materiales no consolidados, y carentes de servicios básicos como agua potable, drenaje y luz.
El suelo de conservación en la capital del país es una delimitación entre el suelo urbano y el que no lo es. Esta zona de transición existe solamente en nuestra metrópoli por decreto, desde 1987. “Lamentablemente, con la expansión de la mancha urbana la gente se vuelca a esos espacios porque son área abierta y cualquiera puede entrar”.
Crecimiento hormiga
Lo más común en los asentamientos irregulares es el “crecimiento hormiga” (como lo identifica la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la Ciudad de México), con pequeñas familias que delimitan lo que consideran su terreno con la colocación de cuatro palos; luego autoconstruyen sus viviendas con cartón, lámina y tabicón. Inicialmente son poco visibles, y luego empiezan a crecer desmedidamente, describió.
La universitaria subrayó que todo el territorio de Milpa Alta es suelo de conservación, y es donde más avanza la mancha urbana. “La tasa de crecimiento poblacional de 2000 a 2010 fue de tres por ciento; su ocupación es ilegal y carente de servicios básicos como drenaje, agua potable y electricidad, así como de vías de acceso y transporte público.
“Con el paso del tiempo se ha regularizado lo irregular, y los asentamientos de hace 20 o 30 años, ahora son regulares”, remarcó.
Milpa Alta, Tlalpan y Xochimilco son las alcaldías con mayor superficie de suelo de conservación; le siguen Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Álvaro Obregón, Tláhuac y parte de Iztapalapa (el cerro de la Estrella). La mayoría de las afectadas por la mancha urbana están al sur y al oriente de la capital. “Al norte tenemos un área pequeña de la Gustavo A. Madero: el cerro del Chiquihuite”, mencionó.
“El suelo de conservación abarca el 59 por ciento de la superficie de la Ciudad de México, y de no cuidarlo se pone en riesgo la sustentabilidad de nuestra metrópoli”, alertó.
Diversos estudios realizados en el IGg –a través de imágenes satelitales– dan cuenta del aumento paulatino de los asentamientos irregulares en suelo de conservación, que van de comunidades de ocho a 10 personas, a colonias completas, con la consecuente pérdida de cobertura vegetal a causa de incendios provocados para la expansión de la frontera agrícola, o para la ocupación ilegal del suelo.
Esta situación agudiza la periferización de la pobreza, al invadir territorios con diversos niveles de vulnerabilidad, que pueden convertirse en desastres, concluyó.