Por Paula Bertolini

(dpl) Cuando los mercados móviles comienzan a tener signos de maduración, con altos niveles de penetración de Internet móvil y avances en la nueva tecnología 5G, los operadores empiezan a plantear la posibilidad de apagar sus redes más antiguas: 2G y 3G.

Y es que el apagado de las redes legacy generaría para los operadores una reducción de costos operativos y permitiría un mayor aprovechamiento del espectro, mientras se esperan nuevas licitaciones o identificación de bandas para el Internet móvil.

Entre los beneficios que surgen para el operador cuando lleva adelante el apagado de las redes 2G y 3G se encuentra la posibilidad de absorber de mejor manera el tráfico creciente de la banda ancha móvil. La reutilización del espectro asignado para esas tecnologías antiguas puede ser reutilizado para llevar adelante una mejor oferta de servicios LTE y 5G.

La decisión sobre qué red deben apagar y cómo hacerlo, en general es una decisión que toma el mismo operador, y depende de múltiples factores, como la cobertura, los dispositivos, los servicios de voz, las condiciones regulatorias y la competencia.

Según datos de GSMA Intelligence, de aquí a 2025 se apagarán más de 55 redes 2G y 3G, lo que permitirá a los operadores planificar la 4G y la 5G.

Las tendencias en el mundo

Uno de los pioneros en el apagado de las redes antiguas fue AT&T en Estados Unidos, que desde 2012 llevó a cabo la estrategia “2G Sunset” y estuvo acompañada por una serie de estímulos para los clientes.

El operador ofreció a sus usuarios los cambios de planes y reposición de terminales, con el fin de incentivarlos a migrar sus líneas. La compañía tardó cuatro años en finalizar la migración y lograr el apagado de la red GSM. Una vez concluido ese hito, en 2019 comenzó su proceso para apagar 3G, que espera que se concluya en 2022.

Otro caso de éxito fue en Canadá, donde Telus logró el apagado de su red CDMA en 2017, tras comenzar el proceso de migración de clientes a LTE en 2014.

En Europa en general, la tendencia va primero hacia el apagado de 3G, debido al elevado despliegue de conexiones M2M e IoT. Uno de los operadores más activos es Vodafone, que ya apagó las redes 3G en Alemania y puso fecha para hacer lo mismo en España y el Reino Unido.

El caso de Alemania es el más reciente, donde los tres principales operadores se despidieron de 3G en junio pasado. Según GSMA, un total de 19 operadores de 14 países prevén apagar la red 3G en 2025, mientras que tan sólo ocho operadores de ocho países anunciaron el cierre de la 2G para la misma fecha.

España es uno de los casos en que los pronunciamientos de los operadores tienen diferencia. Por un lado, Telefónica explicó que “la red de cobre habrá sido sustituida por fibra en antes de 2025, cuando también finalizará el apagado de la red 3G”, pero aún no ha precisado si este apagado incluye las redes 2G. Vodafone también se inclinó por el apagado de 3G entre 2022 y 2024. Mientras que Orange anunció que el apagado de las redes 2G se podrá esperar para 2025, sin dar detalles sobre 3G.

En cambio, la tendencia en Asia está en el apagado de 2G. En algunos países como Japón, Macao, Singapur o Corea del Sur la red 2G ya no está disponible, mientras que en otros países, como China, el apagado de la red 2G está muy cercano.

GSMA estima que 29 operadores cerrarán 2G en cuatro años, mientras que 16 lo harán con 3G. Taiwán es el único mercado que ha llevado a cabo el apagado tanto de 2G como de 3G, en 2017 y 2018, respectivamente.

En África, los teléfonos básicos aún constituyen el 42 por ciento de todos los dispositivos, lo que frena el cierre de las redes. Mientras que en Oceanía, aunque no hay mayores pronunciamientos de apagado de redes, en GSMA estiman que se van a producir más cierres de 2G que de 3G.

América Latina

Si bien en América latina es muy incipiente la decisión, la mayor tendencia está en el apagado de las redes 2G.

México es uno de los países donde las redes 2G están en agonía y los operadores tienen más clara la estrategia. AT&T siguió la tendencia de su casa matriz y apagó en marzo de 2019 sus redes 2G. Mientras que Movistar hizo lo mismo en enero de 2021, para girar sus esfuerzos al 4G y en coincidencia con la devolución de espectro por el acuerdo de uso de las frecuencias de AT&T. 

En el caso de Colombia, en su hoja de ruta regulatoria para 2020 y 2021 que realizó la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC), prevé que por la cantidad de usuarios que aún tienen celulares 2G, que van a ir bajando a medida que pasen los años, los operadores podrían optar por apagar esa red a partir de 2023.

Brasil viene analizando la idea, hace varios años, de apagar primero la red 3G. Aunque, de acuerdo con datos de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) a marzo de 2021, aún existe un 13.5 por ciento de móviles 3G, cuando los de 2G son menos: un 11.2 por ciento. El apagado de la red 3G representaría un desafío para Claro, que posee 15.7 millones de accesos en 3G, el operador con mayor cantidad de usuarios en esa red en el país.

Otro operador que anunció su apagado de 2G fue Antel, en Uruguay, que planea hacerlo en 2023, a medida que va avanzando en el despliegue de su red 5G.

En Puerto Rico casi todos los operadores lanzaron 5G y por eso ya están pensando en el apagado de las redes antiguas. Tras la compra de AT&T, Liberty Latin America planea comenzar a apagar su red 3G en febrero del año siguiente y reconvertir el espectro radioeléctrico de esa red para los servicios 5G.

Proceso para el apagado

Existen diferentes cuestiones que los operadores deben tener en cuenta a la hora de tomar la decisión de desconectar una o ambas redes, de acuerdo con el estudio de 5G Americas, Mejores prácticas en desconexión de redes móviles en desuso para América Latina.

La primera etapa del proceso para llevar adelante el apagado de las redes GSM y UMTS/HSPA debe centrarse en la planificación. Plantear un procedimiento escalonado que considere los tiempos y los puntos a llevar adelante es esencial para llevar a buen destino la desconexión de las tecnologías antiguas.

Según 5G Americas, dentro de la planificación también se debe delimitar una estrategia de comunicación, relación con los reguladores y otros actores del ecosistema de banda ancha móvil. “Es importante un estudio previo de todos esos pasos para garantizar así la menor cantidad de errores posibles al momento del apagado de la red, así como también que dicho plan cuente con la flexibilidad suficiente para poder corregir cualquier inconveniente que se presente en medio del proceso”.

Cuando se toma la decisión del apagado, también se deben considerar las obligaciones regulatorias preexistentes, es decir, que se tiene que tomar en cuenta cuáles son los compromisos asumidos al momento de desplegar los servicios en esas redes sobre el espectro que va a cambiar de tecnología.

Por otro lado, mantener la cobertura de servicios que tenía la red apagada con tecnologías similares o superiores en servicios y velocidad de acceso debe ser un requisito mínimo a tener en cuenta, dice el estudio.

El espectro que actualmente se usa para 2G y 3G puede ser perfectamente reutilizado para despliegues de tecnología de banda ancha móvil más avanzadas que mejorarán la experiencia del cliente y posibilitará desarrollar nuevos modelos de negocio.

Por último, el informe recomienda que exista un acuerdo entre el regulador y el operador que decide apagar la red legacy en priorizar a los consumidores; coordinación de distintas políticas públicas para asegurar el éxito en la migración de clientes de la red legacy a las nuevas redes de tecnologías más avanzadas; y presentar los beneficios, de cara al cliente, entre las redes legacy y las redes de última generación, enfatizando la diferenciación de los servicios que podrían ofrecerse.

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