Conocer y entender fenómenos naturales como los huracanes ha preocupado a la humanidad a lo largo de la historia. Por ello, científicos y tecnólogos se han ocupado en crear y usar herramientas que les permitan obtener la mayor cantidad de datos.

Los “cazahuracanes” de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), son aviones que cruzan el centro del huracán (ciclón tropical intenso) con el objetivo de mejorar los pronósticos y emitir las alertas necesarias para salvar vidas.

Estos aviones y algunos otros de la fuerza aérea de los Estados Unidos, sirven para proporcionar datos en tiempo real de la estructura de la tormenta, la intensidad, las diferentes capas verticales, entre otros datos que a los científicos sirven para abonar a la comprensión de estos fenómenos, comentó Luis Manuel Farfán Molina, investigador del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), Unidad La Paz.

De visita en La Paz, BCS

Dos aviones, uno de la fuerza área de Estados Unidos (el WC-130J, como el Hércules que se usa en México) y otro que forma parte de la flota de investigación de la NOAA (un jet Gulfstream) aterrizaron en el aeropuerto de La Paz y durante el 23 de abril permitieron al público en general de Baja California Sur, entre ellos estudiantes, conocer los equipos que se utilizan durante el monitoreo directo de ciclones tropicales.

Dos aviones cazahuracanes, uno es de la Fuerza Aérea, el WC-130J (similar al Hércules que se usa en México), y otro que forma parte de la flota de investigación de la NOAA (jet Gulfstream) aterrizaron en el aeropuerto de La Paz, en Baja California Sur, el pasado 23 de abril y permitieron al público en general, en su mayoría estudiantes, conocer los equipos que se utilizan durante el monitoreo directo de ciclones tropicales.

“Tuvimos una primera visita de aviones de este tipo en 2005, y esto es importante porque es una forma de atraer al público a la ciencia y de conocer de primera mano la forma en que estas aeronaves recopilan información para determinar la posición, la intensidad y estructura de los ciclones que se desarrollan frente a la costa del océano Pacífico, frente a México”, añadió el investigador en entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias.

Dicho suceso es parte de un acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos, México y países de Centroamérica y el Caribe, donde se realizan actividades previas al inicio de la temporada activa de huracanes. Esta colaboración incluye una serie de visitas de los aviones cazahuracanes, los cuales estuvieron en Manzanillo, México, el 24 de abril, en Ciudad de Panamá, Panamá (26), Montego Bay, Jamaica (27), y concluirán su calendario del presente mes en Ceiba, Puerto Rico, este sábado 28.

Farfán Molina señaló que con el uso de estas aeronaves se complementa el monitoreo que por imágenes de satélite se realiza de forma continua cada vez que se desarrolla un ciclón, ya sea en el Océano Atlántico o Pacífico.

Dijo que estos artefactos son herramientas de observación con la misión de determinar la estructura interna del fenómeno natural que se puede clasificar como depresión tropical (vientos hasta 62 km/h), tormenta tropical (62 a 120 km/h) o huracán (mayores a 120 km/h).

“La información precisa es de utilidad para generar los pronósticos de trayectoria e intensidad de cada ciclón activo, aunque no todos los ciclones cuentan con vuelos. Los vuelos son, principalmente, en ciclones relativamente intensos que están por entrar a tierra y que son de peligro para la población”, destacó el especialista en procesos atmosféricos y meteorología tropical.

Los aviones y sus características

Existen varios tipos de aviones para documentar la estructura interna de un ciclón tropical; entre ellos un avión tipo Hércules (Lockheed WC-130J), tripulado por personal de la fuerza aérea, mientras que otros cuentan con equipo más especializado con fines de investigación científica. El objetivo es documentar la estructura interna de cada ciclón, así como determinar su intensidad en términos de la velocidad máxima de viento y otros parámetros tanto de la atmósfera como del océano.

Un ejemplo ilustrativo de lo que hacen estos cazahuracanes, recordó Farfán, fue cuando se realizaron alrededor de 20 vuelos (la mayor parte de ellos por aviones tipo Hércules) en el ciclón tropical Harvey, en la temporada de 2017. Este ciclón inició en el Atlántico, cruzó el Caribe y al llegar al Golfo de México se intensificó hasta alcanzar vientos de 213 km/h (huracan categoría 4) antes de entrar a tierra por la costa de Texas.

Harvey se mantuvo activo por más de 15 días desde que inició como depresión tropical, a 5 mil kilómetros al sureste del sitio en que entró a tierra, y estuvo asociado a cantidades extraordinarias de lluvia e inundaciones que afectaron a la población por varios días, y dejó al menos 68 muertes de forma directa.

Un segundo avión que voló́ sobre Harvey fue un jet Gulfstream de tecnología avanzada para determinar la estructura de los ciclones a diferentes elevaciones. Además, como característica de la nave, es que es capaz de liberar sondas que al caer en la atmósfera indican los cambios en la estructura vertical de temperatura, humedad y viento hasta la superficie del mar.

Temporada de ciclones tropicales

Farfán Molina explicó que los ciclones tropicales son vórtices atmosféricos que se desarrollan sobre regiones del océano relativamente cálidas y cercanas al ecuador. Estos vórtices se caracterizan por una circulación que gira en sentido contrario a las manecillas del reloj, en el hemisferio norte, y un desplazamiento de varios miles de kilómetros durante periodos que van de días hasta varias semanas.

Cada temporada, entre mayo y diciembre, hay un promedio 26 ciclones tropicales en las dos cuencas que rodean a México: alrededor de 15 en la cuenca del Pacífico oriental, mientras que 11 en el Golfo de México y Mar Caribe. La evolución de los ciclones proporciona cambios relevantes en el contenido de humedad, nubosidad y lluvia sobre varias regiones del continente americano, incluyendo las zonas costeras de México.

Añadió que el monitoreo de estos fenómenos inició a mediados del siglo XIX y desde entonces ha sido muy importante. Las primeras observaciones provenían de informes de barcos mercantes y, posteriormente, también de estos aviones cazahuracanes. Ahora la información se complementa con lo que detectan radares meteorológicos y satélites geoestacionarios. Toda esta información es usada para identificar patrones de estructura asociados a la formación, intensificación, disipación e impacto sobre tierra de los ciclones.

El investigador del CICESE indicó que México tiene una gran ventaja en el monitoreo de ciclones por la vecindad con Estados Unidos, y aunque nuestro país no cuenta con la tecnología necesaria, por ahora, el gobierno estadounidense se ha distinguido por compartir la información de los fenómenos naturales para tomar las precauciones y medidas necesarias, ya que los huracanes no conocen fronteras.

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