Servido, señor Trump
Promete el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador cumplir puntualmente los compromisos ofrecidos al mandatario de Estados Unidos Donald Trump, sobre todo reforzar la frontera del sur, porque “los compromisos se cumplen.
En lo que fue un discurso conciliador, amigable y notablemente fraterno, pronunciado la tarde del sábado en Tijuana, López Obrador dijo textualmente:
“Estados Unidos y México no son vecinos distantes, comparten una frontera de tres mil 180 kilómetros de largo, ejercen una influencia cultural mutua y las historias nacionales de nuestros países están entrelazadas en numerosos episodios de hostilidad, pero también de cooperación y entendimiento.
En la actualidad, Estados Unidos tiene una comunidad mexicana formada por unos 36 millones de personas, de las cuales, 15 millones son nacidas en México. Esa población realiza un aporte fundamental a la economía y a la cultura del país vecino y su participación política allí es cada vez más relevante.
Hay en ella más de un millón de emprendedores. Además, los mexicanos realizan el 30 por ciento de las labores agrícolas en Estados Unidos, el 20 por ciento de las tareas en la construcción y el 15 por ciento en la industria turística.
En contraparte, esos compatriotas contribuyen a la economía mexicana con remesas por más de 33 mil millones de dólares anuales. Un dato poco citado es que en México residen cerca de un millón 200 mil estadounidenses; es decir, nuestros dos países son protagonistas del mayor intercambio demográfico del mundo.
Por lo demás, así como la nación vecina constituye el principal destino para las exportaciones mexicanas para vender las mercancías que se producen en México, la nuestra, nuestra nación, es también el mercado más importante para las exportaciones de Estados Unidos.
Es en este contexto, y en vísperas de la conclusión del tratado de México, Estados Unidos y Canadá, que se presenta la decisión unilateral del presidente Donald Trump de imponer un arancel generalizado y progresivo a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos.
Se trató de una medida que respetamos, pero que no compartimos. Porque de aplicarse hubiese causado, como aquí se ha dicho, un daño importante en ambas economías y debilitado en forma significativa la alianza comercial de la región.
Por fortuna desde el principio hicimos propuestas al gobierno estadounidense para resolver el fondo el fenómeno migratorio, y eso contribuyó mucho en las intensas negociaciones que se celebraron en Washington.
También abonó, para llegar al acuerdo de ayer, la decidida postura de mantener una política de respeto y buena vecindad con el gobierno de Estados Unidos, y de fraternidad con su población.
Aprovechamos aquí, en Tijuana, para decirle al pueblo estadounidense una vez más que no abrigamos ni abrigaremos intención alguna de perjudicarlo, y que estamos resueltos a colaborar con él en todos los ámbitos, especialmente ante la preocupación que suscita el crecimiento del flujo migratorio hacia su país.
Asimismo, acudimos a su comprensión porque el fenómeno migratorio no surge de la nada, es originado por las carencias materiales y la inseguridad en los países centroamericanos y en sectores y regiones marginadas de México, en donde hay seres humanos que necesitan emprender todo un peregrinar para mitigar su hambre y su pobreza o para preservar sus vidas.
Hemos expresado que resolveremos el fenómeno migratorio atacando sus causas profundas; es decir, mediante el impulso al desarrollo y a la construcción del bienestar y la paz.
En México ya lo estamos haciendo. Pero para aplicar esta propuesta en las naciones de Centroamérica y del Caribe es indispensable el concurso de Estados Unidos, de Canadá y de otros países desarrollados.
Quiero mencionar un dato conmovedor: de los 521 mil migrantes que ingresaron a nuestro país por la frontera sur en el curso de este año con la intención de llegar a Estados Unidos, 159 mil 395 son menores de edad y 43 mil 875 niñas y niños viajaron solos.
Es claro que, ante esta amarga realidad, esta amarga y dolorosa realidad, no se puede enfrentar la solución sólo a cerrar fronteras o a utilizar medidas coercitivas; lo más eficaz y lo más humano es enfrentar el fenómeno migratorio; la falta de oportunidades de empleo y la pobreza para lograr que la migración sea opcional, no forzada.
En consecuencia, reafirmamos nuestro compromiso de contribuir a evitar que los migrantes atraviesen el territorio nacional para alcanzar el de Estados Unidos, pero jamás lo haremos violando los derechos humanos de los viajeros, empezando por el principal de los derechos humanos, el derecho a vivir libres de miseria, el derecho a la vida.
Bajo este criterio que sostendremos siempre será injusto el que se pretenda castigar a México por proponer un alto a la migración mediante el impulso al bienestar y la seguridad en sus puntos de origen y por procurar la fraternidad entre las sociedades y los pueblos.
Celebramos el importante acuerdo de ayer, porque se nos estaba poniendo, se nos estaba colocando en una situación muy difícil, muy incómoda la de tener que aplicar a ciertas mercancías de Estados Unidos las mismas medidas, restricciones comerciales similares a las que se iba a imponer a las exportaciones mexicanas.
Confieso que, como persona, como ciudadano, rechazo los actos de represalia y la ley del talión. Soy un pacifista convencido, inspirado en los ejemplos de Gandhi, de Martin Luther King, de Nelson Mandela.
Sin embargo, como jefe y representante del Estado mexicano no puedo permitir a nadie que se atente contra la economía de nuestro país y menos que se establezca una asimetría injusta, indigna para nuestro gobierno y humillante para nuestra nación.
Afortunadamente, ayer se impuso la política sobre la confrontación. Y debo reconocer que hubo voluntad para buscar una salida negociada al conflicto de parte del presidente Donald Trump y de sus principales colaboradores. Me consta.
Al presidente Donald Trump, por eso no le levanto un puño cerrado, sino una mano abierta y franca.
Y reiteramos nuestra disposición a la amistad, al diálogo y a la colaboración. Manifestamos asimismo nuestra determinación de mantenernos al margen de los asuntos internos de nuestro vecino país, y cercano al mismo tiempo, vecino cercano Estados Unidos, en congruencia con nuestra política de principios de no intervención, de autodeterminación de los pueblos, que no haya injerencia extranjera en las decisiones que sólo competen a la soberanía de nuestro pueblo.
Agradezco la solidaridad de todas las clases sociales, de todos los sectores, de todas las corrientes del pensamiento, de todos los mexicanos que no titubearon en manifestar su apoyo en la defensa de la dignidad de nuestro país.
Y al mismo tiempo, con mucha madurez política, preservar la amistad con el pueblo de Estados Unidos.
¿Qué sigue?
Cumplir puntualmente los compromisos, los compromisos se cumplen: reforzar nuestras fronteras, aplicar la ley y respetar los derechos humanos, promover la aplicación inmediata del programa de desarrollo de la Cepal para impulsar las actividades productivas y crear empleos en Centroamérica y en el sur sureste de México.
Desde la semana próxima estaremos ofreciendo ayuda humanitaria, oportunidades de empleo, educación, salud y bienestar a quienes esperen en México su solicitud de asilo para ingresar legalmente a los Estados Unidos.
Agrego que existen condiciones políticas inmejorables para conseguir en tiempo y forma, de acuerdo al Estado de derecho que prevalece en el país con autonomía a los poderes. Puedo decir que estoy casi seguro de la ratificación en la Cámara de Senadores del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
Le agradezco mucho a los medios de comunicación de nuestro país que, a pesar de que podamos tener diferencias, porque vivimos en un país libre y aspiramos a construir una democracia, no una dictadura y tiene garantizarse siempre el derecho a disentir a pesar de diferencias. Los medios de información en nuestro país se portaron a la altura de las circunstancias.
Como todos los sabemos, esto es de dominio público, México es un país con muchas riquezas naturales, con un pueblo noble y trabajador.
Tenemos la herencia de grandes civilizaciones y de culturas practicantes de una ética social extraordinaria que nos han dejado el hábito, así nos han heredado el hábito del trabajo, los mejores trabajadores en Estados Unidos son los mexicanos.
Si a pesar de nuestras diferencias, como lo demostramos en esta semana, en estos días, actuamos como aquí se ha dicho también, todos juntos, sin odios, con honestidad, con humanismo y sentido de la justicia, seremos cada vez más fuertes en el concierto de las naciones y siempre capaces de remontar cualquier adversidad para consumar, más temprano que tarde, el gran objetivo de construir una patria nueva, próspera, pacífica y fraterna en la que reine por siempre el ideal, el bello ideal del bienestar y de la felicidad del pueblo”.