Especialistas y expertos coincidieron en el Senado en que, ante el incremento de enfermedades mentales en México, es necesario garantizar atención especializada en esta materia en las comunidades.

En la octava sesión del “Segundo curso de salud mental y adicciones”, destacaron la importancia de que la población reconozca un padecimiento de este tipo para, en su caso, atenderlo o prevenirlo. 

Plantearon la necesidad de que en todos los rincones del país se cuente con psicólogos, psiquiatras o trabajadores sociales, pues lo importante es establecer un sistema que permita atender, en sus localidades, a quienes enfrenten estos padecimientos. 

En el taller, que organizó la presidenta de la Comisión de Salud, Lilia Margarita Valdez Martínez, se subrayó que la depresión es uno de los fenómenos que más prevalece en México, pero al que menos atención se le da.

Humberto Rico Diaz, encargado de dirección en el Centro Comunitario de Salud Mental, Zacatenco, dijo que es urgente atender esta problemática, pues datos de la Secretaría de Salud indican que, entre la población de 18 a 65 años, al menos 28.6 por ciento de las personas presenta un trastorno mental y, entre los diagnósticos más frecuentes, están la ansiedad, trastornos por uso de sustancias y trastornos afectivos.

Comentó que más de 35 por ciento de las personas en México han experimentado, por lo menos una vez en su vida, depresión. “Esta cifra es muy alta y lamentablemente esta subdiagnosticada; es un problema real que día a día crece, si no se visibiliza habrá más suicidios y gente utilizando sustancias ilegales”, advirtió. 

Marina Giangiacomo, especialista del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en México, subrayó que algunos problemas mentales se generan desde la infancia, por lo que la Unicef se dedica a atenderlos para proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes.

“Sabemos que cuidar y criar a los hijos no es fácil, por lo que algunas familias piensan que si les gritan y agreden crecerán mejor, pero no es así, pues serán infantes con problemas de conducta, algunos serán agresivos y replicarán los maltratos con sus compañeros y familiares”. 

En este sentido, hizo un llamado para eliminar en la familia frases como “te pego, porque te quiero”, “la letra con sangre entra”, “a mi me educaron con golpes y no tengo problemas”, para dejar de normalizar la violencia contra los menores, pues nuestro contexto cultural valida el pegar o insultar a los hijos como modelo de crianza. 

Vemos que el castigo físico contra los infantes vulnera sus derechos humanos, además de que generará, a lo largo de su vida, diversos patrones de comportamiento y trastornos mentales que, si no se atienden, pueden llegar a niveles graves como el suicidio, manifestó la especialista.

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