La desaparición de la vaquita marina, el cetáceo más pequeño del mundo, significaría que estamos perdiendo la guerra contra la extinción, y que si no podemos proteger esta especie muy tangible, hay poca esperanza de atacar otros problemas que amenazan nuestra integridad como civilización, remarcó Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM.
México tiene que declarar estado de emergencia en el Alto Golfo de California y poner en semicautiverio al mayor número posible de esta especie endémica del país a fin de evitar que se extinga en los próximos meses, pues se calcula que quedan menos de 30 ejemplares.
El universitario hizo un llamado para que el gobierno mexicano no baje la guardia en la protección a este mamífero marino y para que la siguiente administración garantice continuidad en las acciones para su cuidado, así como creatividad para conservar y manejar la biodiversidad del país.
“Hay dos soluciones: la primera es establecer un estado de emergencia en el Alto Golfo de California, en un área donde no haya embarcaciones y la autoridad tenga facultades para actuar. Esos estados de excepción se manejan, por ejemplo, en las plataformas petroleras”, explicó.
También, prosiguió, se debe hacer un gran esfuerzo para poner a las vaquitas marinas que quedan en semicautiverio, en una zona de varios kilómetros cuadrados, cercada y con mucha vigilancia. “Se trató de hacer, se agarró una, pero murió, y entonces se detuvo el proceso”.
Ceballos, quien ha recibido 22 premios nacionales e internacionales por su trabajo a favor de la conservación de la naturaleza, explicó que la extinción de la vaquita marina está ligada al comercio ilegal de totoaba. La vaquita cae en las redes para este pez, al que se le atribuyen propiedades afrodisiacas.
Un kilo de buche de totoaba, detalló, cuesta cuatro mil o cinco mil dólares en el Golfo; asciende a ocho mil dólares en la frontera y 20 mil dólares en Estados Unidos. Ya en China se comercializa hasta en 100 mil dólares.
“El inconveniente es que hay una mafia que controla esto y tiene que ver con el tráfico de drogas y armas; son grupos muy bien organizados y violentos. Se ha dicho que es un problema de México, pero no es sólo de nuestro país, sino de EU y China, y la nación asiática no ha hecho nada para detener el comercio de totoaba”, aseveró.
El especialista en conservación de especies en peligro de extinción indicó que la desaparición de la vaquita marina implicaría que estamos perdiendo la batalla contra la extinción y que la corrupción, la delincuencia organizada y la impunidad en los tres países son más grandes y poderosas que los gobiernos mismos.
China, prosiguió, podría tomar medidas como las que ha establecido respecto al oso panda.
Desde el año pasado, acotó, México ha intentado establecer un acuerdo con la nación asiática para parar el comercio ilegal de totoaba, pero no ha aceptado. “Debería haber presión internacional no sólo hacia México, sino hacia China; frenar esta situación es completamente insignificante para su economía, es una cuestión de voluntad”.
Ceballos, quien dirige el Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre de la UNAM, aseguró que la conservación de algunas especies en peligro ha sido exitosa en México en las últimas décadas, y sus poblaciones están en recuperación; es el caso de la tortuga golfina, pues este año anidaron más de dos millones de individuos en las costas de Oaxaca.
Otras especies se han logrado reintroducir al territorio después de haber desaparecido, como el lobo mexicano, el bisonte y el cóndor de California. “Es muestra de que es posible salvar a la vaquita con medidas adecuadas”, insistió.
“Es fundamental que el siguiente gobierno, que está tomando posiciones sobre el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y las obras de infraestructura, lo haga también sobre la vaquita marina. No se debe bajar la guardia y hay que considerar medidas nuevas, extremas, porque la vaquita se extinguirá en meses si no hacemos algo”, alertó.
Su desaparición sería biológica y moralmente incorrecta; además, “implica, que estamos erosionando la capacidad de la Tierra de mantener la vida en general, y la calidad humana en particular. Un estudio hecho hace un par de años demostró que las especies que se extinguieron en los últimos 100 años deberían haberlo hecho en 10 mil años, siguiendo los patrones de extinción natural.
“La extinción de cualquier especie en México y el mundo es tan grave como el maltrato a los niños, a la mujer, o la discriminación. Es decir, la protección a la naturaleza debe tener ese estatus en la percepción de la sociedad”, concluyó el también miembro de diversas sociedades científicas.