En México, de acuerdo con una encuesta del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) en 2017, aproximadamente 23.5 millones de personas mayores de 7 años juegan videojuegos. De esta cifra, 11.7 millones de personas lo hacen a través de un teléfono celular y el resto por consolas. Sin embargo, estos datos no confirman que todos los jugadores sean adictos.
En el marco de la Asamblea anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que comenzó el lunes 20 de mayo, expertos discuten la posible incorporación de la adicción a los videojuegos y el comportamiento sexual compulsivo al catálogo de 55 mil enfermedades, síntomas y causas de lesiones. Esta situación no está exenta de polémica; sin embargo, el diagnóstico es complejo.
Hugo Sánchez Castillo, especialista en neurociencias de la conducta, comentó que el sector salud a nivel mundial debe definir las líneas entre lo que es catalogado como adicción de lo que no es, ya que en el caso de los videojuegos más del 90% de los mexicanos tienen acceso a ellos a través de teléfonos inteligentes o consolas.
En la actualidad, asegura el investigador, cualquier sustancia, situación o conducta que interrumpa la vida cotidiana y social de un sujeto, que no sepa cuándo parar y que se mantenga mucho tiempo engarzado en la actividad sin querer hacer otra cosa más, se le define como adicción.
Para que un videojuego tenga éxito necesita de componentes emocionales que despierten el interés de la persona y que la lleven a una sensación que la engarce en una continuidad; por lo que de esta manera podrían llegar a tener un potencial adictivo.
La consideración de la OMS es válida, pero habría que disertar claramente hacia dónde nos dirigiremos, hay que recordar que el videojuego como tal tiene potenciales, como aquellos que ayudan a mantener la concentración y salud mental. Si el paciente gira su vida en torno al videojuego, entonces hay un problema que atender, afirmó el académico.
El especialista advierte que en el caso de adolescentes y niños que juegan con estos programas, los adultos deben estar al pendiente del rendimiento académico, su vida social y de sus actividades cotidianas; en caso de aislarse y enfocarse únicamente al juego, podría haber un primer indicio de una posible adicción.