Problemas de concentración, ansiedad, angustia, desesperación, somnolencia, fatiga crónica, desgano y aumento del consumo de alimentos (sobre todo carbohidratos), son reacciones psicológicas, físicas y de comportamiento provocadas por el estrés, expuso Norma de Jesús Yépez García, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM.
El tránsito, los exámenes, el tiempo, dinero, las relaciones interpersonales, enfermedades, inseguridad, trabajo, imprevistos, el futuro y hasta nuestro peso corporal constituyen factores estresantes.
El estrés, explicó, es una respuesta física, emocional o mental ante una situación física, psicológica o social. “Nuestro organismo busca el equilibrio, pero cuando algo sale de control y enfrentamos un problema, o cuando las estrategias que usamos generalmente no funcionan, entramos en un momento de crisis. Ese desequilibrio genera estrés”.
Muchos factores lo provocan, pero también desarrollamos hábitos negativos que lo detonan, como la falta de organización.
En el auditorio Sotero Prieto de la Facultad de Ingeniería (FI), Norma de Jesús Yépez advirtió que el estrés debe diferenciarse de la ansiedad, que es un trastorno psiquiátrico, cuyo nivel más alto es la agorafobia, cuando las personas tienen crisis al grado que ya no salen de su casa. “El estrés es momentáneo y la ansiedad es a largo plazo”.
Detrás del insomnio siempre hay preocupación, resaltó, “entonces es importante identificar qué nos angustia y estresa”. Cuando alguien no puede dormir, la especialista recomendó contar en orden inverso “estrategia efectiva porque requiere de mayor concentración. Al desconcentrarte del problema que produce insomnio, logras dormir más rápido”.
Estar pensando en el lado negativo de una situación tiene repercusiones a nivel fisiológico, cognitivo y conductual, y consecuencias como problemas gastrointestinales, colitis, gastritis, taquicardia, mayor consumo de alimentos, de cigarrillos o de bebidas, mencionó.
Para dar solución a la condición de estrés es necesario volver al equilibrio; para ello hay afrontamientos, como el distanciamiento (cuando tendemos a minimizar el problema, como decir “no pasa nada, sí voy a aprobar el examen”), el autocontrol (no permitir que la emoción nos rebase) o el apoyo social (estudiar en equipo, por ejemplo). “En el afrontamiento uno se puede centrar en el problema o en la emoción: atacas o te angustias”.
La técnica que se utiliza desde el enfoque de la terapia cognitivo-conductual se llama reestructuración cognitiva, que consiste en ‘enderezar’ los pensamientos negativos: modificar el modo de interpretar las cosas y las valoraciones subjetivas que hacemos acerca del entorno”.
La especialista destacó la importancia del manejo de los impulsos, del autocontrol, de la confianza en uno mismo y de la autoevaluación para determinar qué tan asertivos somos.
“La reevaluación positiva consiste en enfocarse en el crecimiento personal; hasta podemos refugiarnos en un pensamiento religioso, que da una sensación de tranquilidad emocional”. Finalmente, para enfrentar el estrés recomendó adquirir técnicas como la respiración diafragmática o abdominal.