Cuando una mujer está embarazada, el cerebro reorganiza las redes neuronales a fin de mejorar los procesos cognitivos y tener una atención selectiva y memoria más eficiente, afirmó Eduardo Calixto González, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
El universitario explicó que al embarazarse y tener un bebé, se suscitan cambios en la comunicación de las neuronas, que conducen a la madurez cerebral; entonces las madres tienen la facultad de olvidar pensamientos egoístas y se incrementa el instinto de protección, benéficos para el cuidado del hijo.
Este proceso no es un fenómeno aprendido, es resultado de la oxitocina, hormona que segrega el cerebro de las madres para crear apego con el bebé. La interacción madre-hijo deriva en una retroalimentación positiva: cargarlo y alimentarlo favorece la organización neuronal del cerebro.
También aumentan algunas hormonas como la progesterona y los estrógenos, añadió el jefe del Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría.
Así, el cerebro de las futuras madres está dispuesto para tener más actividades relacionadas con el cuidado de los hijos. “Ellas aprenden en tiempos más cortos ciertas actividades, como cocinar; así se garantiza el cuidado del ser humano y se disminuyen los riesgos de vida del bebé”, dijo.
Después del primer embarazo se tiene una madurez neuronal que difícilmente se observa en otra etapa, y eventualmente ocurre un proceso para optimizar la toma de decisiones. Es un periodo en que se incrementa la percepción de varias motivaciones emocionales y eventos, que el cerebro selecciona para generar memorias.
“Si aterrizamos esta circunstancia a la vida cotidiana de la madre, veremos que nunca se le olvidará cómo cargar a su hijo, cambiarlo, abrazarlo; incluso está capacitada para transmitir el conocimiento a las siguientes generaciones”, subrayó Eduardo Calixto González.
¿Por qué las náuseas?
¿Por qué surgen las náuseas o se mejoran los sentidos? De acuerdo con Calixto González, durante el embarazo el sistema inmunológico detecta células que no pertenecen al organismo, pero en lugar de atacarlas, ocurre una inmunosupresión fisiológica (disminución de la respuesta inmunológica del organismo) para permitir un feliz proceso.
“En consecuencia, cambia la percepción de lo que se come y huele, y por eso surgen las náuseas ante ciertos alimentos. Además, la percepción del oído y la vista se agudizan, e incluso el sueño aumenta”.
Los papás también viven el embarazo
Cuando una mujer embarazada convive con su marido transmite las hormonas de la gestación por medio del sudor o la saliva; “éstas son absorbidas por la piel del varón y podrían impactar en su cerebro, por eso a veces también tienen antojos”.
Sin embargo, para que un hombre tenga las mismas emociones de su pareja requieren de un proceso mucho más complejo. En el caso de ellas, desde los primeros meses de gestación, durante el parto y hasta la crianza producen oxitocina y dopamina, sustancias que les permiten apegarse al hijo.
En cambio, los papás deben aprender y organizar esta emoción a nivel social, una vez que nació el bebé. Debido a que su cerebro tiene plasticidad, aunque no en la misma proporción que el de la mamá, son capaces de lograr una fuerte unión a lo largo de la vida, concluyó.