La enfermedad de Chagas es una infección sistémica causada por el protozoo Trypanosoma cruzi, con alta prevalencia y de difícil tratamiento en Latinoamérica. Afecta principalmente el corazón (lo agranda), el intestino grueso y el esófago.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la cifra de infectados en México asciende a 1.1 millones, y asegura que al no existir vacuna, el control vectorial es el método más útil de prevención.
Por ello, en la UNAM desarrollan un biofungicida efectivo contra uno de los principales transmisores en nuestro territorio: la chinche besucona, de la especie Meccus pallidipennis, responsable de 74 por ciento de los casos. Además, esta fórmula es inocua para los humanos, otros organismos, y para la naturaleza misma.
Paz María Salazar Schettino, jefa del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, indicó que nuestro país es el único con 13 transmisores de importancia para el humano.
México se ubica en los primeros lugares en transmisión vectorial, y los más comunes son Triatoma barberi y Triatoma dimidiata, que suelen habitar al interior de las viviendas (intradomiciliarios) y Meccus pallidipennis, que subsiste alrededor de las casas (peridomiciliarios).
Los insecticidas químicos-tradicionales (piretroides) sólo combaten a los intradomiciliarios, y últimamente se ha registrado resistencia a algunos de ellos. Para los peridomiciliarios, como M. pallidipennis, no hay un producto efectivo.
En el marco del Día Mundial del Chagas, que se conmemora este 14 de abril, la experta indicó que en nuestra nación el contagio ocurre principalmente por vector (insecto transmisor) y luego por transfusión sanguínea; mientras que en países como España, Francia o Inglaterra, los casos son por transfusión de sangre de personas que estuvieron en lugares donde los vectores están presentes, pues en Europa no existen.
Los triatóminos son portadores del protozoo Trypanosoma cruzi. Estos insectos succionan sangre, y después de picar a una persona defecan en la herida, dando oportunidad a que el parásito se introduzca en el organismo y se expanda a través del torrente sanguíneo.
Fungicida universitario
El equipo de Salazar Schettino, junto con investigadores del Laboratorio de Micología Básica de la FM, dirigidos por Concepción Toriello Nájera, y la Universidad Autónoma de Morelos, desarrollaron un fungicida biológico a base de una cepa del hongo Metarhizium anisopliae, capaz de eliminar de 88 a 92 por ciento de M. pallidipennis, especie endémica de mayor abundancia y distribución en México.
Con más de 30 años dedicados al estudio de hongos entomopatógenos (dañinos para diferentes tipos de insectos) para atacar plagas como la mosquita blanca y la mosca pinta, que afecta cultivos y pastizales, elaboraron dos tipos de formulaciones que aplicaron en los alrededores de las casas en una comunidad de Jiutepec, en Morelos.
“Rociamos el fungicida biológico en formulación líquida cada tres semanas durante tres meses, en reservorios donde la chinche potencialmente puede reproducirse, como pilas de piedras, madera, almacenes, corrales u otros materiales acumulados en el exterior de las casas”, dijo Toriello Nájera.
Una vez que el hongo entra en contacto con el insecto se adhiere a su cuerpo, penetra y se reproduce en el interior hasta que la chinche muere, después de cuatro u ochos días. Entonces, el hongo sale y se mantiene en el ambiente, con el potencial para seguir infectando.
Las pruebas mostraron resultados favorables: el hongo tiene la capacidad de eliminar al vector en cualquiera de sus etapas: huevecillo, ninfa o adulto. Además, el biofungicida es inocuo para el humano, otros organismos y para el ambiente, pues son hongos que se encuentran en la naturaleza.
Para reducir la infestación doméstica, los universitarios crearon una formulación sólida de reciente aplicación. “La idea es que dentro de un recipiente se coloquen las esporas del hongo junto con una sustancia que atraiga a los vectores; así, cuando caminen dentro de la caja el hongo podrá adherirse a sus patas y dispersarse en el ambiente”, subrayó.
“Hemos realizado los protocolos de bioseguridad que exige la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), y una vez que las formulaciones cumplan con las regulaciones necesarias se podrá registrar una marca”, concluyó.