Tras extirpar los tumores llamados arterovenosos o los aneurismas cerebrales (ensanchamiento anormal en la pared de una arteria que puede crecer y romperse causando un derrame cerebral), los neurocirujanos reconstruyen los canales de vascularización y requieren hacer mediciones en tiempo real para cerciorarse de que el flujo sea adecuado.
García Nocetti, académico del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas (IIMAS), puede hacer esa tarea con un sistema propio de procesamiento de señales doppler de ultrasonido, que prueba de manera experimental en colaboración con un grupo de expertos del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez (INNNMVS).
Efecto doppler
El efecto doppler fue descrito por el físico austriaco Christian Doppler, en 1845. Se define como la variación de la frecuencia de sonido recibida con respecto a la emitida, cuando la distancia entre el emisor y el receptor cambia por el movimiento de cualquiera de los dos.
Si la distancia efectiva disminuye, la frecuencia recibida es mayor. Lo contrario ocurre si la distancia aumenta. “Aplicamos tecnologías de procesamiento de señales doppler de ultrasonido para medición de flujo sanguíneo. Primero lo hicimos para valorar cirugías cardiacas de bypass. Y una vertiente de ese proyecto se aplica en neurocirugía”, remarcó.
Entre las dos aplicaciones (cardiaca y cerebral) sólo cambian el tipo de sensores, pero se ha logrado migrar gran parte de ese desarrollo a otra instrumentación. Hasta ahora, García Nocetti y los neurocirujanos han hecho un trabajo conjunto en el INNNMVS, en donde se valora un prototipo.
El equipo permite observar la calidad del flujo sanguíneo en tiempo real, a través de una imagen asociada con la circulación sanguínea en el área de la remoción.
Además, el médico puede visualizar el espectrograma de la circulación en la arteria para detectar posibles anomalías en su estructura interna, ya sea por defectos o por la sutura en un proceso quirúrgico.