El nacimiento de Zhong Zhong y Hua Hua, los primeros monos clonados usando una técnica similar con la que se creó la oveja Dolly en 1996, fue una gran noticia para la ciencia, sin embargo, de acuerdo con las estadísticas, “aún no se puede considerar que la clonación sea un procedimiento efectivo para la reproducción de primates, ya que de 301 embriones que se originaron, permanecieron vivos únicamente dos de ellos (0.7%)”, señaló Claudia Segal Kischinevzky, profesora de la Facultad de Ciencias de la UNAM e investigadora enfocada en la regulación de la expresión génica en levaduras.
La investigadora, que siempre ha tenido un particular interés en el tema de la clonación, desmenuzó paso a paso lo que el 25 de enero de este año se dio a conocer públicamente, la noticia anunciada por científicos del Instituto de Neurociencia de la Academia China de Ciencias en Shanghai sobre la clonación de los primeros primates no humanos.
El proceso de clonación
Para empezar a entender este tema, es necesario recordar que el desarrollo de las técnicas de clonación arrojó por la borda uno de los principales dogmas de la biología reproductiva, el cual afirmaba un crecimiento celular unidireccional, el cual no concebía la posibilidad de reprogramación de las células.
Tras la fusión del óvulo y el espermatozoide que da lugar al cigoto, las células comienzan a dividirse en dos, cuatro, ocho, y así sucesivamente hasta formar una esfera similar a una pelota de futbol formada por gajos, llamada mórula. Cada una de esas células embrionarias posee la capacidad de transformarse o diferenciarse en cualquiera de los tipos celulares —musculares, nerviosas epiteliales y el resto de las que integran el organismo— del futuro ser vivo; sin embargo, se creía que una vez que la célula embrionaria se diferenciaba ya no podía dar marcha atrás (crecimiento celular unidireccional).
Ahora se sabe que no es así, que una célula adulta se puede reprogramar y puede comenzar con el proceso de división celular que conducirá a un nuevo individuo, como pasó con Dolly. Para crearla se obtuvieron células de la ubre (células somáticas) de una oveja blanca raza Finn Dorset. Simultáneamente se obtuvo un óvulo de una oveja de la raza escocesa cara negra, al que se le succionó el núcleo, incluyendo su DNA, dejando el resto de la célula completa.
Luego se reunieron las dos células (el óvulo enucleado de la oveja cara negra y la célula somática de la raza blanca) y se administró un pulso eléctrico de alto voltaje para la fusión y un segundo pulso eléctrico, que equivale a la explosión de energía en la fertilización natural, lo que provocó que comenzara la división celular.
Seis días después, el embrión fue implantando en el útero de otra oveja cara negra (madre subrogada). Transcurrido el periodo de gestación, la oveja de cara negra parió a una oveja bebé Finn Dorset, llamada Dolly, genéticamente “casi” idéntica a la donadora original.
“La tasa de éxito de ese experimento, de 277 ovocitos con los que empezaron a trabajar, solo lograron que naciera viva la oveja Dolly; hubo 0.36% de eficiencia”, precisó Segal Kischinevzky.
Otros animales clonados
Después de Dolly hubo más clonaciones de varios otros animales: vaca (1997), cabra (1999), ternero, cerdo, muflón (2000), conejos y gato doméstico (2002), rata (2003), caballo, mula, venado y búfalo (2004), perro (2005), caballo de carreras (2006), camello (2009) y toro de lidia (2010).
“A pesar de que han transcurrido poco más de 20 años desde la oveja Dolly y que se han clonado algunas decenas de animales, la clonación sigue siendo un procedimiento fallido”, sostuvo la investigadora, quien recordó que para el nacimiento de Zhong Zhong y Hua Hua se usaron 109 embriones —con transferencia nuclear somática de células de fibroblastos fetales— y 192 embriones utilizando células del cúmulo, del total de 301 embriones-cigotos que se obtuvieron nacieron vivos únicamente cuatro de ellos, 1.2%.
Aunque Zhong Zhong y Hua Hua representan un caso de éxito para la clonación de primates, Claudia Segal recordó que las otras dos crías (que procedían de transferencia nuclear de células del cúmulo, que son células de adulto) una tenía la cabeza normal con diversas deformidades corporales y murió de falla respiratoria a las tres horas de nacer y la segunda cría parecía normal, consumía de forma correcta agua y alimentos, pero murió a las 30 horas por falla respiratoria.
La académica explicó que los porcentajes de las enfermedades o problemas que presentaron animales neonatos o antes de nacer se incrementan en los procesos de clonación comparados con los convencionales.
Así, mientras que en la reproducción de becerros con técnicas tradicionales la tasa de mortandad general (hidropesia fetal, macrosomía, etcétera) es de alrededor de 10%, la tasa de muerte prenatal de becerros obtenidos mediante técnicas de transferencia nuclear de células somáticas sobrepasa el 99%.
“Es decir, si se está probando como una técnica para producir animales, no está resultando muy alentador”, subrayó la especialista durante el seminario "La clonación de Zhong Zhong y Hua Hua", realizado en la Facultad de Ciencias de la UNAM, en abril de este año.
Clonación de primates
Para la clonación de monos (Macaca fascicularis), los investigadores chinos usaron dos tipos de células diferenciadas: fibroblastos de un feto de mona (un tipo de células residentes del tejido conectivo) y células del cúmulo (células que rodean al óvulo, de monas adultas). Los núcleos de estas células se introdujeron en óvulos vacíos que, una vez fertilizados, fueron incubados por madres sustitutas hasta que nacieron los únicos dos clones que sobrevivieron, Zhong Zhong y Hua Hua, que juntos formaron la palabra Zhonghua o nación china. La clave del éxito, que llega dos décadas después de Dolly, ha sido el uso de moduladores epigenéticos que facilitan la reprogramación celular del embrión, según los detalles del estudio publicado en la revista Cell.
Fue así como el 25 de enero del presente año la noticia que dio la vuelta al mundo anunció la exitosa clonación de los primeros primates no humanos.