La obesidad es una enfermedad crónica que no tiene cura en el corto plazo y que afecta todos los órganos de nuestro cuerpo; para controlarla es necesario trabajar por largo tiempo en la adopción de estilos de vida saludables, afirmó Ana Lilia Rodríguez, académica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Los comportamientos y actitudes cotidianos para mantener nuestro cuerpo saludable son dos veces más efectivos que el mejor medicamento que existe para disminuir de peso o prevenir la diabetes, resaltó.
En conferencia de medios, la universitaria aclaró que los hábitos saludables no sólo implican una dieta adecuada, sino también evitar el sedentarismo, respetar las horas de sueño para mantener el ritmo circadiano, y adoptar una actitud resiliente.
En México, dijo, 35 de cada 100 niños padecen sobrepeso y obesidad, pero también el 25 por ciento de los que tienen un peso apropiado podría tener exceso de grasa.
El exceso de grasa corporal (adiposidad) provoca complicaciones de salud como asma, apnea obstructiva del sueño, resistencia a la insulina, estados prediabéticos, diabetes tipo 2, poliquistosis ovárica, pubertad precoz, alteraciones gastrointestinales, hígado graso y piedras en la vesícula.
Además, reflujo gastroesofágico, osteoporosis, anemia, dolores de cabeza, hipertensión arterial, colesterol y triglicéridos elevados, alteraciones ortopédicas, cáncer, derrames cerebrales e infartos.
Hábitos saludables
Estudios realizados por un equipo de investigadores, en el que Ana Lilia Rodríguez colabora, arrojaron que el hábito con mayor impacto para perder adiposidad o exceso de grasa corporal fue reducir a cuatro, o menos, las veces que se come fuera de casa al mes. Esto se asocia a una mejora en la calidad de los alimentos y a la cantidad restringida de azúcares y grasas.
Para perder peso también es recomendable limitar a dos horas al día el tiempo que se pasa frente al televisor, a la computadora, teléfonos móviles y videojuegos; además, practicar actividad física al menos cinco horas a la semana, en especial los niños, o caminar entre 12 mil y 15 mil pesos diarios. “Tristemente, hoy sólo caminan máximo tres mil pasos”.
En cuanto a políticas públicas, destacó, hay mucho por hacer: “la gente tiene conciencia de que debe dejar los alimentos procesados, pero el ambiente obesogénico en el que vivimos no lo permite”.
Otra medida favorable es la conformación de equipos de salud, en los que intervengan médicos, nutriólogos y psicólogos altamente capacitados para brindar educación a la población en escuelas, centros de trabajo y universidades, sugirió.
Asimismo, apuntó, se deben disminuir las jornadas laborales para facilitar la movilidad en las ciudades y aminorar los tiempos de traslado, que deterioran la calidad de vida de las personas; acercar los centros de trabajo a los domicilios; tener áreas de esparcimiento gratuitas; suspender o disminuir la venta de productos procesados y bajar el costo de frutas y verduras. “Todo ello sería una gran estrategia”.
Por último, Ana Lilia Rodríguez subrayó la necesidad de un diagnóstico oportuno, de sensibilizar a la población, brindar educación en torno al riesgo que representa el exceso de peso y acabar con el mito de la “obesidad saludable”.