Ante la activación de la contingencia extraordinaria en la Ciudad de México, por partículas suspendidas PM 2.5, es muy importante seguir las recomendaciones de las autoridades para evitar afectaciones a la salud, principalmente en grupos vulnerables como niños, adultos mayores y personas con problemas respiratorios, advirtió Pablo Sánchez Álvarez, del Departamento de Ciencias Ambientales, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.

En entrevista con la Academia Mexicana de Ciencias, el académico, integrante del Grupo de Contaminación Ambiental, recordó que “esta crisis ambiental se debe a un conjunto de factores, entre ellas la alta radiación, poco movimiento de las masas de aire y los incendios forestales ocurridos durante el pasado fin de semana”.

Explicó que, en términos de los efectos en la salud, “se sabe que entre más pequeñas sean las partículas, pueden penetrar con mayor facilidad hasta el interior de los pulmones, con posibles efectos a la salud debido a sus características fisicoquímicas. Las partículas con diámetros aerodinámicos menores de 10 micrómetros (PM10), pueden entrar directamente al aparato respiratorio y depositarse en sus diferentes regiones. Mientras que las partículas finas y ultrafinas, es decir, las menores de 2.5 micras (PM2.5), pueden llegar a la región alveolar”.

Cabe señalar que las partículas suspendidas son capaces de interferir con uno o más mecanismos de defensa del aparato respiratorio, o actuar como vehículo de sustancias tóxicas absorbidas o adheridas a la superficie de la partícula.

En general, diversos estudios científicos han relacionado la exposición a las PM10 y PM2.5 con efectos en la salud, incluyendo agravación del asma, aumento de los síntomas respiratorios, como tos y respiración difícil o dolorosa, bronquitis crónica y reducción de la función pulmonar, entre otras consecuencias. En la Zona Metropolitana y la cuenca de México se ha encontrado que la exposición a las PM10 y PM2.5 puede aumentar el número de casos de bronquitis crónica, incrementar el número de ingresos a las salas de emergencias por asma, aumentar la aparición de infecciones respiratorias, reducir la función pulmonar, disminuir la variabilidad cardiaca en ancianos y aumentar el riesgo de mortalidad.

Por eso, dijo el especialista en contaminación atmosférica, “hay que tomar en cuenta las recomendaciones, sobre todo no tener actividad al aire libre, las personas que usan lentes de contacto, no usarlos. Los niños deberán permanecer en lugares confinados, no al aire libre. No se deben realizar actividades vigorosas tales como ejercicio intenso, el cual incrementa la dosis de contaminantes inhalados. Permanecer en interiores, con las ventanas y puertas cerradas”.

También se recomienda evitar la cocción de alimentos con leña, carbón o gas; no prender velas o incienso y no fumar. En caso de contar con aire acondicionado, utilízalo en modo de 'recirculación'.

Acudir al médico en caso de haberse expuesto al humo o de tener molestias. Hacer trabajo desde casa, especialmente para personal que forma parte de los grupos sensibles (con enfermedades en vías respiratorias y cardiovasculares).

“Lo que se puede hacer es esperar a que mejoren las condiciones de dispersión, que haya viento y se disperse la situación. Por ello es importante el tema de inversión en prevención. En el tema de los incendios forestales es indispensable prevenirlos, tener una atención inmediata y controlarlos para evitar, en la medida de lo posible, este tipo de crisis atmosféricas”, agregó Sánchez Álvarez.

Contaminación y niños

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en su reporte Air pollution and Child Health, los niños son más vulnerables que los adultos a los factores ambientales, y en particular a la contaminación. Están expuestos a la contaminación del aire tanto en exteriores como en interiores.  La contaminación ambiental fue responsable de 4.2 millones de muertes prematuras en 2016; de estos, casi 300 000 eran niños menores de 5 años.

De acuerdo con este documento, la contaminación del aire ambiente se deriva principalmente de la combustión de combustibles, procesos industriales, incineración de residuos, prácticas agrícolas y procesos naturales tales como incendios forestales, tormentas de polvo y erupciones volcánicas. Las principales fuentes de contaminación del aire pueden variar de las zonas urbanas a las rurales, por ello ninguna área es, estrictamente hablando, más segura.

Cabe señalar que la población infantil es la más vulnerable a los riesgos medioambientales debido a su inmadurez anatomofisiológica y a su dependencia psicosocial.

Su constante estado de desarrollo y crecimiento hace que sus órganos y sistemas no sean completamente funcionales, es decir, los niños son más susceptibles a las amenazas medioambientales porque sus sistemas corporales aún se están desarrollando, ya que presentan cambios rápidos en el crecimiento, variaciones en la inmadurez de los órganos y los tejidos, y déficit cuantitativos y cualitativos en su sistema inmunitario

De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), las partículas suspendidas (PM, por sus siglas en inglés) forman una mezcla compleja de materiales sólidos y líquidos suspendidos en el aire, que pueden variar significativamente en tamaño, forma y composición, dependiendo fundamentalmente de su origen.

El tamaño de las partículas suspendidas varía desde 0.005 hasta 100 micras de diámetro aerodinámico; esto es, desde unos cuantos átomos hasta aproximadamente el grosor de un cabello humano.

En el documento público que lleva por título “Partículas suspendidas”, se explica que éstas pueden tener un origen natural (como la polinización de las plantas, procesos geológicos e incendios forestales), y también antropogénico (que puede incluir desde la quema de combustibles hasta la fertilización de campos agrícolas).

Las partículas pueden ser directamente emitidas de la fuente, las llamadas partículas primarias, o bien formarse en la atmósfera cuando en ésta reaccionan algunas sustancias (óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre, amoniaco, compuestos orgánicos, etcétera), siendo consideradas partículas secundarias.

Estudio y regulación

El estudio y la regulación ambiental de las partículas empezó centrándose en las partículas suspendidas totales (PST), las cuales son menores de 100 micras de diámetro aerodinámico. Posteriormente, la atención se centró en las partículas con diámetros aerodinámicos menores de 10 (PM10), y actualmente, en las partículas finas y ultrafinas, es decir, las menores de 2.5 micras (PM2.5) y 1 micra (PM1), respectivamente.

En los Estados Unidos la regulación de las PST empezó en 1971, agregando normas para PM10 en 1987 y para PM2.5 en 1997. En México, la norma que regula los niveles de PM10 entró en vigor en 1994 y fue modificada en 2005 (DOF, 2005), cuando se incluyeron las PM2.5.

Por su tamaño, las PM2.5 permanecen en el aire más tiempo y se transportan a mayores distancias que las PM10, por lo que las fuentes de emisión de PM2.5 primarias o de los precursores de PM2.5 secundarias pueden encontrarse lejos de los sitios donde se monitorean.

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