Los manglares, un tipo de vegetación característica de las zonas costeras de los trópicos y subtrópicos compuesta de una o varias especies de árboles y arbustos, son los ecosistemas que por unidad de área retienen más carbono que cualquier otro ecosistema terrestre, razón por la cual su restauración y conservación puede contribuir a la mitigación del cambio climático, ya que captan el CO2 y lo almacenan evitando su emisión hacia la atmósfera.
Los manglares actúan como sistemas naturales de control de inundaciones, como barreras contra huracanes, controlan la erosión, mantienen procesos de sedimentación, sirven de refugio de fauna silvestre y de importancia comercial; recientemente se ha identificado que son grandes captadores y almacenadores de CO2 atmosférico, resaltó Jorge Alfredo Herrera Silveira, del Departamento de Recursos del Mar del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav)-Mérida.
De acuerdo con evaluaciones de la Alianza Global de Manglares, en las últimas dos décadas se ha perdido alrededor de 35% de los manglares del mundo. En lo que respecta a nuestro país, los manglares han sido afectados principalmente por la tala, cambios hidrológicos y de uso del suelo para desarrollar actividades agrícolas, ganaderas, acuícolas y turísticas.
En entrevista para la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), Herrera Silveira dijo que el informe “Manglares de México. Actualización y exploración de los datos del sistema de monitoreo 1970/1980−2015”, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), señala que nuestro país está entre los cinco con mayor extensión de manglares, para 2015 se registraron 775 555 hectáreas de manglares distribuidos en los 17 estados costeros del país.
El investigador, que tiene entre sus líneas de estudio la restauración ecológica de manglares y pastos marinos, mencionó que México ha perdido aproximadamente 30% de sus manglares, y que si bien hay avances en las leyes y normas que buscan proteger el ambiente, su aplicación ha sido deficiente, de ahí que diversos sitios con manglares se sigan deteriorando.
Como parte de los proyectos de investigación que realiza el doctor en ciencias por la Universidad de Barcelona, España, están identificar, evaluar, medir y contabilizar los almacenes de carbono en los manglares del país, ya que México tiene la oportunidad de contribuir con las estrategias de mitigación ante el cambio climático al contar con una extensión de manglar que lo coloca en el cuarto lugar a nivel mundial.
“Nuestro país tiene diferentes climas, geomorfologías e hidrologías, lo que favorece la existencia de diferentes tipos de manglar, estamos estudiando esta variabilidad y su relación con los almacenes de carbono en los manglares dentro de la península de Yucatán, desde Laguna de Términos, en la costa del Golfo de México, hasta Chetumal en Quintana Roo”, agregó el integrante de la AMC.
Además, existe colaboración con investigadores de Chiapas, Oaxaca, Tamaulipas y próximamente de Nayarit en la zona de Marismas Nacionales. En todas estas zonas es posible encontrar distintas especies de mangle, entre ellas el mangle rojo, mangle negro, mangle blanco y mangle botoncillo, las dos primeras con mayor grado de amenaza.
Los manglares capturan el CO2 a través de la fotosíntesis y se almacena en forma de carbono orgánico (CO) en la vegetación y en los sedimentos en donde se puede quedar por miles de años. A esta forma de almacenamiento de CO en manglares, pastos marinos y marismas salobres, se le conoce como “Carbono Azul”.
Lo que el experto y sus colaboradores están tratando de entender es por qué en algunos manglares hay más carbono que en otros, por qué se captura más rápidamente en unos tipos de manglar, y en el caso de la restauración, que tipo de acciones aceleran la regeneración natural del manglar, en qué condiciones capturan más carbono, qué servicios ambientales se recuperan con la restauración.
Responder a estas interrogantes permite al investigador y colaboradores acercar este conocimiento a los usuarios de los ecosistemas de manglar y a los tomadores de decisión, para que tengan en cuenta la importancia de conservar y restaurar este ecosistema.
Para la investigación del carbono en los manglares lo primero que se tiene que hacer, explicó Herrera Silveira, es una estimación a partir de sensores remotos (imágenes de satélite y fotos de cámaras montadas en drones) para obtener una clasificación de los tipos de manglar a escala de paisaje y observar su distribución y abundancia.
El siguiente paso es definir las zonas donde se tomarán datos y muestras a través de parcelas distribuidas a lo largo de transectos, en donde se miden diferentes aspectos como altura, grueso del tronco y especie, adicionalmente se toman muestras de núcleos de sedimento, se evalúa la madera muerta caída, la madera muerta en pie, los árboles en pie, la salinidad, el pH, entre otras variables.
Una vez que los especialistas tienen estos datos y muestras los llevan al laboratorio y calculan la biomasa de los árboles y de carbono, mientras que al sedimento se le hacen diferentes análisis con el fin de medir el carbono y otros nutrientes, “con esta información podemos caracterizar cuánto carbono y los factores asociados a que un determinado tipo de manglar tenga niveles altos o bajos de almacenamiento de carbono orgánico”.
Esta información se traslada a la dimensión espacial y se estima la cantidad de carbono por hectárea, posteriormente la de cada tipo de paisaje o tipo ecológico de manglar, después se determina cuánto de dióxido de carbono atmosférico implica esa cantidad de carbono orgánico presente en los manglares, a este se le conoce como CO2 equivalente.
Jorge Alfredo Herrera Silveira sostuvo que las estimaciones indican que los seres humanos en México emiten a la atmósfera alrededor de 3.6 megagramos de CO2 equivalente por el uso de hidrocarburos al año.
El investigador añadió que “en el caso de los manglares de la Reserva de Sian Ka’an, en Quintana Roo, en donde hicimos uno de los primeros estudios de almacenes de carbono en manglares del país, se estimó que la cantidad de carbono orgánico almacenado en los manglares, de esta área natural protegida, equivale a mitigar las emisiones de CO2 por uso de hidrocarburos de más de 1.5 millones de personas anualmente, esto da una dimensión diferente a la conservación de manglares, ya que este es uno de los servicios ambientales que los manglares en estado natural ofrecen a la población”.