Ante la llegada de partículas PM2.5 y PM10 contenidas en la gigantesca masa de polvo proveniente de los desiertos de África que se encuentra ya en territorio nacional, expertos de la UNAM recomiendan el uso de crubrebocas a fin de evitar que afecten la salud de la población.
En conferencia a distancia, Luis Antonio Ladino Moreno, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) y Alejandro Aguilar Sierra, del Laboratorio Nacional de Observación de la Tierra (LANOT) del Instituto de Geografía de la UNAM, aclararon que no hay riesgos graves y que la medida es preventiva, ya que las partículas podrían ser respiradas por la población.
Ladino Moreno indicó que desde hace 50 años no se veía una nube de polvo de esa magnitud en nuestro territorio, y añadió que durante su entrada a la Península de Yucatán (el 23 de junio) se registró un aumento considerable de partículas PM2.5 y PM10. “Estamos experimentando un aumento del 800 por ciento y la pluma apenas está llegando. Es bastante significativo”, dijo.
Alejandro Aguilar Sierra, del Laboratorio Nacional de Observación de la Tierra (LANOT) del Instituto de Geografía de la UNAM, detalló que han dado seguimiento a éste y otros fenómenos atmosféricos con ayuda del satélite GOES-16 de la NASA, obteniendo información que será clave para comprender más este tipo de eventos.
“Actualmente podemos tener una detección más cualitativa de polvo, humo y una serie de fenómenos atmosféricos; trabajamos con satélites de última generación y estos datos estarán disponibles para estudios más profundos”, precisó.
Luis Antonio Ladino precisó que este polvo contiene minerales que fertilizan el océano y la tierra; en ese sentido, los suelos de Yucatán, Quintana Roo y Campeche podrían verse beneficiado. Además, al tratarse de un compuesto altamente árido y seco inhibe la formación de huracanes y nubes.
Explicó que usualmente la nube de polvo se ubica entre cinco y siete kilómetros sobre el nivel del mar, por lo que no representa afectaciones, pero en caso de que descienda, las partículas pueden afectar la salud al ser respiradas; además, al disminuir la visibilidad tendrían que cerrarse los aeropuertos, y debido a que inhibe la formación de nubes, podría afectarse el ciclo del agua.
“La calidad del aire puede verse afectada en la Península de Yucatán; el llamado es a tener ciertos cuidados como usar cubrebocas y protegerse los ojos”, recomendó.
Ladino Moreno aclaró que cada año los desiertos africanos, siendo el del Sahara el más grande, emiten a la atmósfera aproximadamente 800 millones de toneladas métricas de partículas finas de polvo, y cada verano, entre los meses de julio y agosto, se dirigen hacia el Caribe, impactando la península mexicana.
La diferencia en este 2020 es que la masa es muy grande y permanecerá aproximadamente cuatro días en la zona; posteriormente ascenderá a través del Golfo de México y podría llegar a Texas, Luisiana, Alabama y Florida, en Estados Unidos.
Estudio universitario
Este fenómeno se presenta cada año, y el verano es la época con mayor volumen de polvo, pero debido a que flota a cinco o siete kilómetros sobre el nivel del mar no es tan visible; el problema se presenta cuando desciende, pues entonces es posible respirar las partículas, reiteró.
Ladino Moreno encabezó un estudio para revisar los efectos de las plumas de polvo, entre 2017 y 2018, donde encontró que la cantidad de micropartículas (PM2.5 y PM10) que son respiradas por la población aumentan entre 300 y 500 por ciento durante su presencia. Conocidas comúnmente como polvo del Sahara, también pueden ser un medio de transporte de patógenos oportunistas, como bacterias y hongos.
Respecto a qué tanto penetra al territorio mexicano, el investigador destacó que en 2019 se hizo una medición en El Paso de Cortés (entre el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl), y aunque encontraron algunas señales químicas, no se pudo determinar si la masa llegó hasta esa área.
Informó que la UNAM forma parte del proyecto CALIMA-PH, liderado por la Universidad de Puerto Rico y la NASA, donde se revisa en tiempo real el impacto de este polvo en Puerto Rico, Barbados, México, Miami, Isla Guadalupe, la Guyana Francesa y Martinica, para tratar de entender cómo afecta a la región.
"En el CCA realizamos mediciones a través de la Estación de Monitoreo Atmosférico de la Red Universitaria de Observatorios Atmosféricos de la UNAM, en Mérida”, precisó.