El uso de la herramienta CRISPR-Cas para alterar el DNA de dos embriones sanos -dos niñas mellizas- para prevenir que se contagiaran del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), anunciado el lunes 26 de noviembre por el profesor He Jiankui, de la Universidad de Ciencias y Tecnologías del Sur de la ciudad de Shenzhen, China, “es inadmisible e inaceptable, con graves implicaciones éticas y posiblemente con implicaciones negativas en un futuro para estas niñas”, sostuvo Félix Recillas-Targa, director del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En entrevista con la Academia Mexicana de Ciencias, de la cual es miembro, el investigador que ha integrado el uso de CRIPR-Cas en sus investigaciones de laboratorio, se unió a las críticas que la madrugada de ayer jueves se hicieron luego de que Jiankui hablara en público sobre el proyecto durante la Cumbre Internacional sobre el Edición Genética Humana, celebrada en Hong Kong.

Sistema genético

CRISPR-Cas es un sistema de edición genética que da la capacidad o posibilidad de modificar el genoma (información genética de un ser vivo), para eliminar o incorporar secuencias de ácido desoxirribonucleico (DNA), que contiene las instrucciones genéticas para el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos y algunos virus. Es responsable de la transmisión hereditaria.

“Es (como) un sistema de corte y confección del DNA, unas tijeras moleculares que permiten modificar el genoma añadiendo o eliminando secuencias de DNA, con sus respectivas limitaciones. Pero es una técnica que no se domina al cien por ciento, además de las limitaciones éticas que se presentan”, explicó Recillas-Targa.

CRISPR-Cas es una herramienta que ahora usan innumerables grupos de investigación incluidos varios del IFC-UNAM. En esta institución, en particular, se usa con sistemas celulares o animales modelo como el nematodo (Caenorhaditis elegans), la mosca de la fruta o incluso en plantas.

La polémica

Félix Recillas-Targa recordó que grupos científicos chinos ya habían reportado trabajo con embriones no viables, se trataba de embriones con trisomías y problemas genéticos que de implantarlos nunca hubieran progresado. “Por lo menos habían tenido ese cuidado de no pretender que nacieran o llegaran a término esos embriones. Lo que se hizo fue experimentar para saber cómo funcionaba CRISPR-Cas en embriones humanos no viables”.

El trabajo del genetista He, que se entrenó en Estados Unidos, en las universidades de Rice y Stanford, en opinión del investigador de la UNAM, es a todas luces inadmisible, ya que considera que el sistema de edición genética basado en CRISPR-Cas no se conoce en su totalidad, razón por la que no se puede manipular de manera perfecta, lo que es un riesgo usarlo.

El científico advirtió que se puede generar una situación que en genética se conoce como mosaicos; es decir, una gama distinta o combinatorias distintas del código genético, y eso, tarde o temprano, traerá enfermedades, mutaciones o desregulaciones de tipos de genes que puede afectar a las bebés a la larga.

“Una de las razones por la cual la comunidad académica y científica está muy molesta con la noticia dada por He Jiankui —sostuvo el investigador— es que los embriones eran sanos, lo cual es éticamente inadmisible, en todo caso se hubiera esperado que fueran embriones con algún defecto genético y corregirlo y no a partir de embriones sanos, eso no es correcto”.

Ante este hecho ocurrido en los laboratorios de la Universidad de Ciencias y Tecnologías del Sur de Shenzhen, donde no hubo control en los experimentos, una revisión de pares, ni un protocolo detrás, ni la publicación en una revista científica seria, Recillas-Targa consideró que México debe unirse a las sociedades científicas que buscan legislar a nivel global la edición de embriones humanos.

Lo que se sabe de este experimento realizado por el investigador chino He y su equipo de trabajo, es que generaron mutación en un gen para que en el caso de que las niñas mellizas llegaran a ser infectadas por el VIH, fueran resistentes a dicha infección. “Pero eso tampoco es tan cierto porque hay diferentes variantes del virus que provoca SIDA (que es la etapa más grave de la infección por VIH). El gen que se mutó podría sí ser resistente para una variante del VIH, pero hay otros genes que responden a otras variantes, entonces esto no resuelve el problema”, aseguró el investigador universitario.

La caja de pandora

Recillas-Targa explicó que independientemente de que la comunidad científica no está de acuerdo con la edición genética en embriones humanos —porque puede llevar a una cantidad de experimentos no controlados y a modificaciones simplemente por el deseo de alguien que pueda pagar para inducir cambios—, se sabe que la edición genética mediante CRISPR-Cas causa errores. Se ha observado que se puede hacer edición en otros sitios del genoma que no se deseaba porque esta técnica de edición es difícil de controlar.

El uso de esta herramienta de edición ha permitido hacer avances espectaculares en investigación, pero “un temor que tengo (luego del anuncio de la edición de embriones humanos) es que se restrinjan esas investigaciones, ya lo había dicho Francis Mojica, investigador pionero en CRISPR, en el sentido de que no por el hecho de haberse podido generar estos cambios en embriones humanos debemos afectar toda la investigación que está detrás en otros organismos y modelos celulares que son realmente de gran utilidad para la humanidad”.

Recillas-Targa consideró que la legislación sobre el tema debe enfocarse hacia la manipulación de embriones humanos, aunque reconoció que también se debe revisar la regulación con otros organismos sin limitar las investigaciones básicas que se hacen hoy en día porque llevaría a un atraso en la ciencia.

El doctor en bioquímica por la Universidad de París subrayó que la intervención genética que se hizo en los embriones viables (en el de las mellizas) fue posible en China, un país que no cuenta con la regulación para este tipo de experimentos, protocolos que sí tienen Estados Unidos, España y Europa en general, así como el Reino Unido. Por ello, insistió en que la comunidad científica tendrá que hacer una pausa para reflexionar y legislar “y México tendría que estar en ese proceso para conocer e implementar esas legislaciones”.

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