De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 13 por ciento de la población adulta en el orbe padece sobrepeso u obesidad, mientras que en América Latina, el informe del Banco Mundial, presentado en 2020, registró que, de cada 10 personas, mayores de 20 años, 6 son obesas, indicó Xóchitl Ponce Martínez, coordinadora del diplomado de Actualización y Educación en Diabetes por el Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) de la UNAM.

Destacó que la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) señaló que en México el grupo etario entre 30 y 59 años es el que presenta mayores niveles de obesidad: 35 por ciento en hombres y 46 por ciento de mujeres.

Desafortunadamente, abundó, este problema no es sólo de adultos, pues la UNICEF recalcó que, en el país, “1 de cada 20 niñas y niños menores de 5 años y 1 de cada 3 entre los 6 y 19 años padece sobrepeso u obesidad” colocando al país entre uno de los primeros a nivel mundial.

En el Estudio Diagnóstico del Derecho a la Alimentación Nutritiva y de Calidad 2018, del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollos Social (Coneval) plantea que en México predominan los alimentos con baja o nula calidad nutricional como los cereales y bebidas azucaras, botanas dulces y saladas, así como comida rápida, pues todas poseen un alto contenido de grasa, sal y azúcar, apuntó.

La carencia al acceso de alimentos de calidad se relaciona con uno de los problemas graves a nivel mundial: la obesidad, insistió la especialista quien mencionó que esta enfermedad se desarrolla porque una persona come más de lo que gasta en energía; sin embargo, la calidad es lo más importante, ya que los alimentos ingeridos presentan alta densidad energética y no proporcionan los nutrientes necesarios.

De hecho, la académica hizo énfasis en que los productos más consumidos tanto por adultos como por niños, son las bebidas endulzadas, así como las botanas, dulces y postres; los que menos ingieren son verduras, frutas y huevo, una de las proteínas más accesibles, destacó la especialista. 

Durante el seminario “La calidad de la alimentación en México: Su relación con la obesidad”, organizado por el PUIS, Ponce Martínez destacó que existe relación entre los micronutrientes y ese padecimiento, toda vez que la falta de vitaminas A, D, B, así como de minerales como el zinc, hierro y calcio incrementan el tejido adiposo y la actividad inflamatoria.

Sin embargo, dijo que no todo se debe a los malos hábitos de los mexicanos porque la calidad de la alimentación puede depender del acceso y disponibilidad que posee la persona para contar con productos ricos en nutrimentos.

Alimentación recomendable

En cuanto al campo de la epidemiología de la nutrición, Xóchitl Ponce, maestra en Ciencias de la Salud en el área de Epidemiología de la UNAM, enfatizó que la ubicación geográfica se vuelve un factor esencial para conocer la accesibilidad de alimentos de una persona o una comunidad.

También refirió que existen casos en los cuales los individuos pueden no obtener los nutrimentos necesarios al llevar a cabo algún tipo de dieta, en la cual las porciones o alimentos carecen de balance adecuado.

Xóchitl Ponce manifestó que algunas pueden ser más perjudiciales en niños y adolescentes, porque son quienes mayor cantidad de nutrientes necesitan durante el crecimiento.

Uno de los regímenes por los que se puede optar porque cumple con las recomendaciones de la OMS, y cuenta con la relación cantidad/calidad es la dieta de la milpa, un modelo de alimentación de origen mesoamericano que se basa en “la combinación de una leguminosa y un cereal, por ejemplo, frijoles y tortilla; al juntarlos estamos garantizando el aporte de una proteína de alto valor biológico”, indicó la especialista.

Además, este modelo tiene el beneficio de que se basa en alimentos de calidad y de fácil acceso para las poblaciones, ya que pueden cosecharlos u obtenerlos en su región.

Para poner un alto a esta epidemia de la obesidad, es necesario crear herramientas que permitan evaluar la calidad de la alimentación de acuerdo a la población y al contexto en el que esta se desenvuelve; así como mantener ciertos hábitos de actividad física y de descanso.

De igual forma, el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria recomienda aumentar la disponibilidad, accesibilidad y consumo de agua potable, así como disminuir el consumo de grasas, azúcares y sodio, y optar por futas, verduras, leguminosas, cereales de granos enteros y fibras en la dieta que sí representen un aporte nutritivo.

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