Rolando Hernández Muñoz y Armando Butanda Ochoa combinaron concentraciones de Zidovudina (AZT), el medicamento más popular en el tratamiento contra el VIH/SIDA, con adenosina (ADO), compuesto que protege al hígado y lo ayuda a regenerarse.
Por más de 30 años, Hernández ha realizado trabajo experimental en laboratorio, y ha logrado identificar que la ADO protege al hígado frente al daño producido por cirrosis y otras enfermedades hepáticas.
En una investigación conjunta, Hernández y Butanda (médico el primero y químico el segundo) combinaron concentraciones de AZT y ADO, y demostraron que su acción conjunta puede representar una opción terapéutica que protege al hígado de pacientes con VIH/SIDA ante daños secundarios por medicación con antirretrovirales, a largo plazo.
En conferencia de medios en el IFC, en la que estuvieron acompañados por la secretaria académica de esa entidad, Lourdes Massieu, los investigadores Hernández y Butanda resaltaron que los datos obtenidos durante su trabajo experimental demostraron que dicha combinación regresa al hígado su capacidad regenerativa hasta niveles normales.
Esos resultados motivaron la obtención de la patente “Composición farmacéutica de adenosina y antirretrovirales para el tratamiento de daño hepático”, ante el Instituto Mexicano de Protección Industrial (IMPI), y ahora buscan continuar la investigación en un protocolo con pacientes humanos en alguna institución del sector salud.
Contra efectos secundarios adversos
Aunque los medicamentos antirretrovirales como el AZT son eficientes en el tratamiento contra el VIH/SIDA, tienen efectos secundarios graves.
Los daños producidos por este fármaco alteran la generación de energía, producen debilidad, propician la acumulación de lípidos que da lugar al hígado graso y disminuyen considerablemente la capacidad de regeneración del tejido hepático.
Sin embargo, al combinarlo con ADO se favorece la capacidad regenerativa del hígado y se protege a este órgano, según lo demostrado en laboratorio.
“Sugerimos que podemos hacer una formulación farmacéutica combinando el tratamiento de antirretrovirales como AZT, junto con la molécula ADO, o un derivado de ésta, para no solamente proteger al hígado, sino crear un tratamiento de primera adhesión para pacientes que no se tratan”, detalló Hernández.
El camino que falta
“Una patente representa una protección legal a una invención, en nuestro caso a una formulación. A partir de ahora estamos protegidos, aunque no tenemos el medicamento final”, precisó Butanda.
En la etapa actual, los científicos requieren comenzar un protocolo en pacientes humanos, para lo cual necesitan la colaboración de alguna institución de salud.
Tras la etapa de protocolo, y probando estos mismos resultados en humanos, estarían listos para una transferencia tecnológica a alguna empresa farmacéutica que se interese en comercializar el medicamento.
“Para el IFC de la UNAM, esta patente es un logro importante, porque demuestra que puede haber un punto final en una investigación que ha sido muy larga y costosa en términos humanos y económicos, y que el trabajo puede derivar en un fármaco que puede ser de utilidad para la salud de las personas”, concluyó Lourdes Massieu.