Aproximadamente la tercera parte de la población mundial presenta algún trastorno mental en un momento de su vida, principalmente ansiedad y depresión, y sus costos directos e indirectos representan hasta cuatro por ciento del producto interno bruto (PIB) en países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), afirmó María Elena Medina Mora-Icaza, doctora honoris causa por la UNAM.
Al dictar la conferencia magistral “La crisis de la salud mental. El papel de la salud global”, expuso que estos trastornos también significan el 16 por ciento de todos los días perdidos por problemas de salud y el 34 por ciento de la discapacidad.
Ante profesores eméritos, académicos y estudiantes de la Facultad de Psicología, resaltó la necesidad de que la salud mental sea una prioridad, pues hasta hace poco se daba mayor preeminencia y presupuesto a padecimientos que generaban más muertes o fallecimientos más rápidos.
“Aunque se piensa que no hay mortalidad prematura por estas afecciones, sí la hay. Las personas con trastornos graves mueren entre 15 y 20 años antes de la esperanza de vida porque no se les atiende la comorbilidad; no hay comunicación clara entre quienes viven esta experiencia, los médicos y las instituciones. Esta situación se ha modificado con la psicología de la salud”, dijo la también emérita del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
En el país, el presupuesto para atender la salud mental es del dos por ciento de los recursos totales para el sector salud. “La carga del dinero que se da para atenderla es seis veces mayor, y la manera como se invierte no es la mejor, pues 80 por ciento se destina a hospitales de larga estancia para cuidar pacientes que son abandonados”, agregó en el auditorio Dr. Luis Lara Tapia.
La integrante del Centro de Investigación en Salud Mental Global –cofinanciado por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz y la UNAM– indicó que desde la perspectiva de la salud global es recomendable atender a esta población en hospitales generales que tienen psiquiatras y otros servicios de salud a su alrededor, además de contar con agentes comunitarios para dar seguimiento a los casos.
“Nuestro sistema de salud sigue pensando en enfermedades infecciosas, no en las crónicas. Llegas al hospital en una crisis por un intento de suicidio y te atienden por los daños a tu organismo, pero poco se hace por la salud mental de la persona”, expresó la doctora en psicología social.
Medina-Mora Icaza resaltó que otra tarea es trabajar por el respeto a los derechos humanos de estos pacientes y que se mantengan dentro de sus comunidades, pues muchos son abandonados en hospitales psiquiátricos.
“La falla colectiva para responder a esta crisis global hace que se pierda una capacidad importante de desarrollo, y que tenga un gran costo social”, concluyó.