*Fracaso de política pública cobra vidas humanas
Desde el inicio de esta pésima administración federal hemos sido testigos de tragedias, masacres y muertes que se pudieron y se debieron evitar. Cada muerte causada por la ineficaz respuesta ante la pandemia por negligencia gubernamental, por falta de estrategia y por corrupción, es una evidencia más del fracaso de este gobierno.
Sin duda, la improvisación, la mal entendida austeridad republicana, las ocurrencias presidenciales y la falta de liderazgo han transformado de forma definitiva a México, y lo han llevado a ser historia, una historia de muerte y dolor, de pobreza y marginación, de desesperación y llanto.
En diciembre del año pasado se dio un grave y lamentable accidente, en el que perdieron la vida la mayor cantidad de migrantes de la que tengamos memoria y de las que los mexicanos y las mexicanas no olvidaremos, y aunque eso quisieran, por supuesto los morenos.
Cincuenta y seis personas que buscaban el sueño americano se encontraron con una pesadilla en nuestro territorio. Mientras prevalezca la corrupción en nuestras autoridades y mientras la Guardia Nacional no cumpla con sus funciones específicas de salvaguardar la seguridad interior, seguirán ocurriendo más desoladoras tragedias. ¿Qué más esperan?
Ante el inicio de esta penosa administración, el presidente electo López, invitó a hermanas y hermanos centroamericanos a nuestro país bajo la promesa de empleos, residencia, educación y salud. No puede atender a los mexicanos y quiere atender a los centroamericanos.
En perspectiva, esta invitación solo ha causado violación reiterada de sus derechos humanos, muerte, dolor y desesperación. Decenas de personas se unieron en las primeras caravanas migrantes para encontrarse frente a una respuesta gubernamental atroz, la construcción de un muro humano con la Guardia Nacional que ha bloqueado los caminos hacia una mejor calidad de vida y que hoy criminaliza la migración.
Las y los migrantes se han encontrado con un México azotado por la delincuencia y la criminalidad. La preocupante y catastrófica estrategia de abrazos, no balazos, sigue causando vacíos de poder que los grupos criminales han aprovechado para retar al Estado y hacerse de territorios y dominios. Hoy las personas que cruzan nuestro país, en busca de asilo, refugio, se enfrentan con la corrupción gubernamental, el asedio de grupos delincuenciales y autoridades que de manera reiterada violan sus derechos humanos y atentan contra su dignidad.
La falta de una política migratoria, que ordene los flujos, que garantice un tránsito seguro y legal, y que sea respetuosa de los derechos humanos, ha causado múltiples tragedias en nuestras fronteras. La historia de violencia, marginación y dolor que se extiende a lo largo de los campamentos, en los que miles de hermanas y hermanos esperan en condiciones inhumanas en nuestro país y que el gobierno federal hace como que no ve.
La sentencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos ha obligado a la administración del presidente Biden a que prácticamente México se convierta una vez en el patio trasero del vecino país. Un patio trasero en extremo peligroso, en el que muchas personas encuentran la violencia, la enfermedad, la desesperación y la muerte. La irresponsabilidad de este gobierno ante cada tragedia humana, que el mismo sigue causando, es mayúscula e histórica.
Es por eso que debemos llamar a cuentas a las autoridades responsables de la política migratoria, quienes de manera clara y oportuna deben informarnos acerca de las acciones que se están desarrollando para hacer frente a la grave crisis migratoria.