*Encuestas, armas de doble filo

Aquellos que se dicen periodistas o líderes de opinión contribuyen en enturbiar más el proceso electoral y en hacerle la vida imposible al grupo opositor al mencionar un día sí y el otro también, lo que señalan varias casas encuestadoras sobre la supuesta ventaja de la candidata del partido oficial, en México, sobre sus dos contrincantes.

¿Qué tanto puede influir en los electores el que todos los días se mencione que tal casa encuestadora da como puntera a tal candidata, pese a que entre encuestadoras hay diferencias abismales en los porcentajes de ventaja? ¿No se supone que un periodista debe tener los datos precisos y la veracidad de los mismos para difundirlos sin correr el riesgo de estar falseando, exagerando o tomando partido por alguno de los candidatos?

Las encuestas políticas presidenciales (a las que más juego le dan los medios de comunicación) son objeto de controversia y escepticismo, por no llamarles una peligrosa trampa para los votantes y para el proceso democrático en general.

¿Cuántas veces ha escuchado que tal o cual candidato o candidata tiene una amplia ventaja sobre su principal adversario? ¿Cuántas veces, periodistas o líderes de opinión, entrevistan, hasta la saciedad, a directores de casas encuestadoras para que le digan al público, en este caso, quién podría ser la futura presidenta de México?

El “efecto bandwagon”, conocido como el “efecto ola” o “efecto arrastre”, es la disposición de las personas de adoptar o apoyar una idea, tendencia o creencia solo porque muchas otras personas lo hacen, independientemente de su validez o de quién viene la idea e influye en los votantes para que apoyen al candidato que parece estar ganando, independientemente de sus verdaderas preferencias políticas; además, se sabe que las encuestas pueden ser manipuladas para alterar el entorno político y afectar la toma de decisiones.

De no ser así, ¿cómo se explica que una encuestadora diga que una candidata lleva una ventaja de 7 puntos y otra diga que no, que es de 40?

Pero eso no es lo peor, sino la divulgación, insisto, que todos los días hacen los noticiarios de todos los medios de comunicación de tan aberrantes encuestas, y que se quiera o no, repercuten rotundamente en la mente del posible votante, que en muchos casos da por sentado que la encuesta tiene razón y que ya no vale la pena emitir su voto.

¿El hablar todos los días de las encuestas no es hacer proselitismo a favor de quien supuestamente las encabeza? En el contexto de las elecciones presidenciales de México en 2024, las encuestas han mostrado a Claudia Sheinbaum con gran probabilidad de ganar; sin embargo, es importante recordar que las encuestas son solo una instantánea de un momento específico y pueden cambiar con el tiempo.

Además, las metodologías de las encuestas y la interpretación de sus resultados pueden variar, lo que a veces, por no decir que casi siempre, resulta en predicciones contradictorias.

Por tanto, aunque las encuestas pueden proporcionar información valiosa sobre las tendencias políticas, es crucial que los votantes se informen a través de múltiples fuentes y ejerzan su derecho al voto basándose en su propio juicio y convicciones para no caer en encuestas falsas, conocidas como “fake polls”, impulsadas casi siempre por los partidos políticos que compiten.

Son un fenómeno preocupante que influye en la percepción pública y en el proceso democrático. Estas encuestas pueden ser creadas con la intención de manipular a los votantes o para favorecer a ciertos candidatos, y si a eso le agregamos el impulso y difusión que le dan infinidad de periodistas o líderes de opinión, la situación se complica pues, guardadas las proporciones, están haciendo lo mismo que hace el Presidente de la República durante las “mañaneras” cuando insiste en hablar de lo que a sus intereses conviene.

Los “fake polls” se distinguen por carecer de metodologías rigurosas y representativas. Utilizan técnicas cuestionables como encuestas telefónicas robotizadas o por internet con muestras no confiables, pueden reportar números inflados o datos sesgados que no reflejan las preferencias de los ciudadanos.

Por eso es importante distinguir entre las encuestas serias y las falsas. Las primeras siguen una metodología transparente y son realizadas por encuestadoras con un historial comprobado de precisión.

Aun así, interfieren de manera directa en las elecciones y en el votante; por tanto, el Instituto Nacional Electoral debería prohibirlas. Es crucial ser crítico con la información que se consume, especialmente en tiempos de elecciones y no dejarse llevar solamente por la información que todos los días se difunde en los medios.

En México, como en muchos otros países, las encuestas intentan medir la opinión pública y predecir los resultados de las elecciones; no obstante, hay preocupación sobre la manipulación y la fiabilidad de estas encuestas, lo cual nos puede llevar a resultados sesgados que no reflejan con precisión la opinión de la población.

Además, la publicación de encuestas contradictorias puede confundir a los votantes y afectar la integridad del proceso democrático. Es necesario implementar medidas de transparencia, asegurar que las metodologías sean sólidas, representativas y que exista mayor regulación para prevenir la manipulación política y económica de los resultados.

Las encuestas pueden ser herramientas útiles para entender las tendencias políticas, por eso es crucial abordar las preocupaciones sobre su manipulación y asegurar que sirvan para informar y no para influir indebidamente en el electorado.

Hasta la próxima.

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