*No se hagan bolas, mi candidato es Colosio: CSG

*Augusto no es ni precandidato presidencial: AMLO

Cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari tuvo que salir para poner orden entre los aspirantes priístas a sucederlo en el cargo, soltó la histórica frase “no se haga bolas” y de inmediato confirmó que su candidato era Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Y es que en ese momento la lucha entre los priístas estaba muy caliente. Por un lado, el propio Colosio y por el otro, el también finado Manuel Camacho Solís, con su eterno y siempre fiel Marcelo Ebrard Casaubón, lucha que terminó con el brutal asesinato de Colosio y finalmente el candidato de Zedillo fue Ernesto Zedillo Ponce de León.

Bueno, pues esto viene a cuento, porque ahora acaba de salir el actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para decir que una de sus corcholatas, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, no es precandidato a la Presidencia de la República para el 2024.

Si bien don Andrés no soltó la misa frase de su “archienemigo” político Salinas de Gortari de que “no se hagan bolas”, sí es un panorama que asoma episodios similares, según las señales que han captado nuestros sabuesos informativos en los rumbos del gobierno de la Ciudad de México y la secretaría de Relaciones Exteriores.

Y si deveras don Augusto no tiene aspiraciones de pasar a la historia como presidente de México, pero sobre todo acepta hacerse a un lado, como aparentemente se lo está ordenando su jefe, el inquilino de Palacio Nacional, con eso de que no es precandidato, pues entonces don Marcelo estará en la misma posición que estuvo su adorado jefe político Manuel Camacho Solís.

Como se sabe, este desaparecido personaje peleó con todo contra quien en algún momento de su vida consideró su hermano, Carlos Salinas de Gortari, pero que al final terminaron siendo archienemigos de cara a toda la nación, episodio que concluyó con el magnicidio de Colosio Murrieta.

De ahí lo interesante del adelantado descarte que hizo López Obrador de su paisano Augusto López Hernández, porque si es cierto, también hay quien lo duda por la fama de mentiroso que arrastra, y Marcelo Ebrard sabe de los cambiantes estados de ánimo que soplan por los rumbos de Palacio Nacional.

Así las cosas, pareciera que la lucha por la candidatura presidencial de Morena para el 2024 será únicamente entre los titulares de la cancillería y del gobierno de la Ciudad de México, pero esto todavía está muy lejos para confirmarse y podemos adelantar que cuando don Andrés cumpla cuatro años de mandato, se producirán escenarios de escándalo político mayúsculo       

Mientras tanto, a la sorda Ebrard seguirá luchando contra la actual jefa de gobierno Claudia Sheinbaum Pardo, quien está convencida de que su jefe López Obrador quiere pasar a la historia como el primero de haber llevado a una mujer a la Presidencia de México.

Esto, evidentemente tiene más que molesto a Marcelo, porque sabe que enfrenta el mismo escenario que entristeció a su adorado Camacho Solís, quien perdió la candidatura presidencial en 1993 por los caprichos de Salinas de Gortari y ahora él mismo puede ser sacrificado por López Obrador para que la historia lo registre en esa línea.

Está claro, con el supuesto descarte de don Augusto en boca de don Andrés, se intensifica la lucha entre los morenistas, pues nuestros sabuesos informativos han confirmado que los más conspicuos de este partido político coinciden con don Marcelo, en el sentido de que desde la secretaría de Relaciones Exteriores se ha ganado el derecho de alcanzar la candidatura presidencial que en su momento tendrá que palomear el mandatario de México.

También está claro que doña Claudia no puede presumir de lo mismo, porque, al contrario, está perdiendo terreno electoral en la capital del país, al haber sido derrotada en siete alcaldías en las elecciones pasadas.

Es, pues, a querer o no, un escenario igualito al que protagonizaron los priístas en 1993-94, cuando hubo derramamientos de sangre, solo que ahora los actores usan playera guinda que caracteriza a Morena, pues recuérdese que tanto López Obrador, como Marcelo Ebrard, provienen del PRI, lo mismo que muchos militantes de ese organismo político que está encaramado en el poder gubernamental, pregonando un izquierdismo similar a lo que contienen los documentos que le dieron vida al tricolor y sus sucesivas transformaciones.

Que quede para la reflexión, porque, como en su momento lo cacareó don Andrés, “al diablo con sus instituciones”, políticas.

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