*El país del “no pasa nada”

Cada vez que veo noticiarios en la televisión me duelen los ojos de la reiterada exhibición de muertes, accidentes, desgracias, asesinatos, robos, crímenes sin resolver, reclamos de las víctimas, explicaciones idiotas de las autoridades y para finalizar anuncio de nuevas elecciones ¡Válgame Dios!

¡Caramba! En un año hubo dos elecciones y dos consultas (a cual más de inútiles y onerosas), y una semana después se juntaron en un mitote tumultuario en la zona choricera, aspirantes de primera, segunda, tercera e ínfima categoría (si es que para eso efectivamente hubiese categorías), lo mismo para la presidencia del país que para la gubernatura.

Como ya lo hemos narrado y sufrido, los mismos de siempre; la semita Claudia Sheinbaum, el panzón canciller y al nuevo ajonjolí de todos los moles Adán el disgusto López Hernández. Cada quien echando de su ronco pecho sobre el porvenir de México según su óptica personal y no faltó quien invocara a Dios por los tiempos de López Obrador.

¡Vaya cinismo y falta de respeto!

“Los tiempos del Señor son perfectos. Los tiempos de unidad”, pero olvidó mencionar los tiempos de la venganza y el ajuste de cuentas, que también están en la biblia.

Se les olvidó Ricardo Monreal Ávila, porque ha tenido el sentido común de no ser tan lanudo como los otros borregos, pero eso es cosa de los rebaños.

De continuar las cosas como las hemos experimentado hasta hoy, estamos a unas semanas de que nos vuelvan a recetar otro informe presidencial (el último fue el 12 de abril), donde se nos reconfirmará que somos un país en vías de llegar a la utopía donde todo, todo está resuelto; aeropuerto nuevo, otros más en construcción, una refinería próxima a inaugurarse, cuatro trenes en construcción; Maya, suburbano CDMX-Toluca, Interoceánico y el que llegará al AIFA. Una centena de universidades que no conocen ni los vecinos, un sistema de salud que ya quebró y se cambió de nombre y los pacientes los atenderá el IMSS.

Pero mientras nos llegan las “buenas nuevas” del Palacio, parece que los habitantes del país no compartimos el mismo optimismo que el cándido macuspano.

Según la última Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental del INEGI (ENCIG)*, los mexicanos enfrentan una realidad muy lejana a la que se comenta y festina en los altos círculos de la 4T, y para muestra los siguientes botones: “en zonas urbanas, 48.2% de la población de al menos 18 años declaró estar satisfecha con los servicios públicos básicos y bajo demanda”.

“El 86.3% de la población consideró frecuentes los actos de corrupción en las instituciones de gobierno. El 14.7% de la población que realizó trámites, pagos, solicitudes de servicios, o bien, tuvo contacto con algún servidor público, experimentó actos de corrupción”.

“A nivel nacional, los costos de incurrir en actos de corrupción se estiman en 9,500 millones de pesos, lo que equivale a 3,044 pesos en promedio por persona”.

“El 86.7% de la población identificó a los familiares como los actores que mayor confianza le inspiran, seguido de las escuelas públicas de nivel básico con 79.0%.

Por otro lado, 27.9% identificó a los partidos políticos como instituciones que le inspiran confianza” y se supone que serán los partidos políticos los que cambien la composición y estructura del INE, que es de las muy pocas instituciones en las que la gente confía y no por su nombre, sino porque hemos sido los propios ciudadanos que con nuestro trabajo cada tres o seis años hemos hecho la labor de contar y verificar la decisión de nuestros vecinos. Eso es lo que le da credibilidad al INE.

“El 14.4% de los pagos, trámites o solicitudes de servicios públicos se realizó por internet, lo que representó un aumento de 9.6 puntos porcentuales con respecto a 2019”*.

Y por si los datos anteriores no les convencen, permítame recordarle lo que se anunció en el informe de abril pasado: “nosotros, porque esta ha sido y seguirá siendo una labor de todo un pueblo, hemos demostrado con nuestro bendito idealismo, que lo difícil se logra y lo imposible cuando menos se intenta o se enfrenta”*.

Con esas palabras el presidente se refirió a la forma en que se había (supuestamente) superado la pandemia, pero olvidó mencionar el más de medio millón de muertes que por falta de pruebas y medidas preventivas colocó a nuestro país como uno de los que mayores pérdidas humanas sufrieron durante este fenómeno que aún no termina.

Y a pesar que diariamente se les acaba hasta el aliento por maldecir al neoliberalismo y a las políticas económicas emanadas de esos gobiernos, no le tembló la voz para ufanarse y manifestar: “Estamos conscientes que fue un acierto el haber renovado el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá.

Ahora México es uno de los países más atractivos del mundo para la inversión y el desarrollo económico y el comercio. Un dato: a pesar de la pandemia, en tres años, el comercio agroalimentario con Estados Unidos pasó de 47 mil 400 millones de dólares a 64 mil millones de dólares, un incremento de 35 por ciento”**.

¿Por fin, el tratado comercial (negociado por Carlos Salinas De Gortari), era una maldición o una bendición? Las dos cosas al mismo tiempo nomás no se entienden.

En fin, ya hicimos nuestro numerito a nivel mundial defendiendo a los países que como dije la semana pasada, ya fueron a encontrar acomodo con los persas de Irán (Maduro) y con el mismísimo Vladimir Putin, (Ortega), para sostenerse en el poder y nosotros continuamos muy alegremente preparándonos para la elección del año próximo, pero ni quien se acuerde de los damnificados de Oaxaca, la sequía en los estados norteños, el crecimiento de la inflación o las víctimas de la línea 12 del Metro que ya tiene dos candidatos tintos en sangre para la elección del 24.

Total, aquí no pasa nada. ¡Nunca pasa nada! Aunque pase.  

 * https://www.inegi.org.mx/programas/encig/2021/

**https://lopezobrador.org.mx/2022/04/12/discurso-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador-100-dias-cuarto-ano-de-gobierno/

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