La Semana Después…
La semana pasada recordamos que en Junio de 2000, según el censo, habitábamos en este país más de 97 millones de personas y que en las elecciones de este año, el universo de votantes superó los 93 millones y pese a la escandalera, las amenazas y el clima de tensión más de 46 millones de ciudadanos no votaron, algo así como la población total de España.
Como ya se ha reiterado los comicios del domingo fueron una “fiesta cívica” para quienes fungieron como funcionarios de casilla, observadores, representantes de partidos y los que fuimos a votar. Pero pese a que estaban en juego casi la mitad de las gubernaturas, 30 Congresos estatales y un sinfín de municipios, de muy poco sirvieron los llamados de políticos, autoridades electorales y funcionarios públicos para persuadir a la mitad de la población a ejercer su voto.
Los resultados de los comicios se interpretan conforme a los intereses de los políticos y los planteamientos teóricos de los científicos sociales. Algunos hablan de una “derrota severa”, otros se conforman con que las fuerzas políticas se hayan equilibrado de tal manera que no haya decisiones unipersonales o unilaterales.
Otros más hablan de la atipicidad de la elección no solo por su tamaño, sino por lo “insólito” (por decirlo suave) que resultó la coalición del PRI PAN y PRD, cuando todavía dos o tres meses antes de la elección seguían las acusaciones y descalificaciones entre ellos.
Otros más hablan de la sobre-saturación de los espacios publicitarios, de las terribles escenas de los candidatos en Tik Tok y redes sociales, que lejos de orientar, informar o persuadir a sus posibles electores, muchos de ellos aprovecharon el tiempo electoral para hacer promesas de reparto de dinero, becas, calles, internet, escuelas como si se tratara de una versión multiplicada de Santa Claus o hacer verdaderos happenings con música, desnudos, leperadas, mentadas, recomendaciones estúpidas llegando a la brujería y la superstición.
No faltan quienes quieren ver los resultados de la elección como el “vaso medio lleno” o “medio vacío”; pero seguir interpretando con frases hechas o parámetros de hace 20 años (del Siglo XX), como que el “Norte industrioso y emprendedor” frente al “Sur ignorante y holgazán” es haber perdido totalmente la brújula.
De igual manera creer que el narco y la delincuencia organizada no han penetrado buena parte de la sociedad y la economía de Sonora, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Zacatecas, Coahuila, Nuevo León, Guerrero, Jalisco, la Ciudad de México y otros estados, es ser un ciego voluntario.
¡Vamos… hasta el presidente les mandó una felicitación y su gratitud por haberse “portado bien” durante la jornada electoral”! A diferencia de los criminales de “cuello blanco”.
Habrá que ver cómo le va al doctor Durazo, ex secretario de Seguridad Publica, conviviendo con sus vecinos de Culiacán; la anciana madre y los hijos del Chapo, que no paran en sus actividades criminales, ni tampoco en sus obras de “caridad”; repartiendo juguetes, despensas, regalos para las madres, regalos de Navidad, juguetes para Reyes, el día del niño, en fin. Supongo que alternarán las ceremonias para que primero sean las del gobernador y luego las de los familiares del Chapo.
La dinámica social por la que estamos atravesando según varios estudiosos entre ellos el profesor del Colegio de México, Sonnleitner Willibald, quien ha explicado que la pluralidad y la diversidad de más de 120 millones de almas no puede seguirse interpretando como los 7 Méxicos que teníamos a principios de siglo, y que actualmente coexisten aún dentro de un mismo estado diversas organizaciones y comunidades cuyos objetivos difieren radicalmente unos de otros. Hoy por hoy, bien podríamos identificar más de 72 méxicos.
El estudio y conocimiento profundo de las distintas regiones del país se vuelve obligada para autoridades, científicos sociales, partidos políticos, líderes empresariales, universidades y demás actores fundamentales del país.
No es fácil entender las “coincidencias” que puedan tener los habitantes de Iztapalapa con sus “vecinos” de Benito Juárez, del Pedregal de San Ángel, Lomas de Bezares o Santa Fe, y todos en la misma CDMX.
Pretender acusar a la mitad de los mexicanos que no votaron hace una semana por ignorantes, desobligados, resentidos, indolentes, inciviles, nacos, tontos, inconscientes o cualquier otro calificativo denostativo, injurioso o peyorativo, tampoco explica nada para un universo tan grande como la población completa de un país como España. Resulta absurdo.
Puede ser que haya una buena cantidad de individuos que alguno de los calificativos los describa, pero no a más de 40 millones de personas.
¿A cuántas y cuántos individuos, las actividades, las promesas, los discursos, las giras y los desfiguros de los políticos no solo no les llegan, ni siquiera las conocen. Los miles y miles de personas que tienen que trabajar en mil y un actividades que tampoco tienen nada que ver con el circo electoral.
¿En qué medida pueden ser calificados con algún dicterio? Pues sea el edil, el gobernador o el presidente de la República del partido que sea, para ellos es exactamente igual, les es completamente indistinto. Lavar ajeno, cortar la naranja, el mango, desempacar camiones, llenar los almacenes, acarrear el agua, destapar caños o enterrar difuntos, ¿en qué carambas les ayuda la promesa del funcionario que sea?
México tan lleno de protocolos electorales y tan olvidado de las realidades de su pueblo.
El presidente efectivamente (como dijimos la semana pasada), se medio calló, pero sí ofendió a medios y periodistas pero como ya sabemos el hombre es pendenciero y tozudo, por lo que desde ahora tenemos que estar conscientes de que las revanchas, las ofensas y las provocaciones serán cotidianas hasta el 2024.