Las vilezas del poder
El pasado 22 de abril se cumplieron 27 años de la muerte de Richard M. Nixon, el único presidente de los Estados Unidos que renunció a ese cargo para evitar salir de la Casa Blanca y llegar directamente a una prisión de máxima seguridad por su culpabilidad en el caso Watergate, y como casualidad hace un mes el jefe de esa operación, Gordon Liddy, falleció en Mount Vernon, Virginia. EUA.
Mientras en México estábamos inmersos y a la expectativa para saber dónde, cuándo y cómo nos iban a vacunar a los mayores de 60 años, en el New York Times apareció una nota de Robert D, McFadden con el siguiente encabezado: “G Gordon Liddy, cerebro detrás del robo en Watergate, muere a los 90 años”. Lo que me resultó en verdad sorprendente es que en Estados Unidos o en México no se hubiese destacado o mencionado dicha información, que hace 47 años estuvo a punto de dislocar el sistema jurídico y de poderes en la Unión Americana.
Y al decir que es sorprendente que no se le haya dado mayor difusión a la nota sobre la muerte de Liddy, radica en que si alguna vez en tiempos recientes ha quedado de manifiesto y de forma evidente las formas en que los abusos de poder presidencial y sus subalternos abarcan muy buena parte de las actividades políticas y que se valen de todos los métodos aún los más despreciables e ilegales para ganar una elección o torcer la normalidad política y jurídica, es precisamente el caso Watergate, y la invasión violenta al Capitolio auspiciada por el ex presidente Trump y la injerencia rusa en las elecciones de noviembre pasado.
Para quienes no lo saben o ya lo olvidaron el caso Watergate inició en 1972 en un conjunto de edificios en la ciudad de Washington D.C., con ese nombre y Liddy-ex agente del FBI- y Howard Hunt, también ex agente de la CIA, con un grupo de exiliados cubanos y otro agente, irrumpieron en las oficinas centrales de la campaña de los demócratas donde plantaron micrófonos, fotografiaron documentos y huyeron.
Una operación prácticamente limpia… salvo que tras las investigaciones y pesquisas periodísticas de dos reporteros del Washington Post, se descubrió no solo la autoría de la felonía, sino que vinculó a tal grado la participación de agentes y funcionarios ligados a la Casa Blanca, que como ya señalamos obligó a Richard Nixon a presentar su renuncia la tarde del 8 de agosto y esperar el perdón presidencial (eximiéndolo de las consecuencias de cualquier crimen que hubiera "cometido o en el que pudo haber participado" como presidente), mismo que le fue otorgado el 8 de septiembre de 1974.
Así como el señor Nixon pudo ordenar el asalto, el robo, el espionaje, el acoso, la investigación mal intencionada de las autoridades y otras infamias y ruindades muy parecidas a las que ahora no solo se ordenan, sino que se publicitan desde Palacio Nacional, y por las que tampoco pasa nada.
Pues muy indignante y lamentable se vuelve el caso de los mexicanos, que pareciera estamos condenados a soportar no solo a los corruptos del pasado, sino a los ideáticos, memoriosos y megalómanos del presente. Que lo mismo se les confunde una superstición con una encomienda histórica, o un huracán con el augurio del fin de los tiempos.
Los Convencidos a Ultranza y su Recompensa
Pero de regreso a Watergate. Resulta que en el caso de Gordon Liddy, fue el único enloquecido fervoroso que se negó a testificar sobre su participación en las actividades para la Casa Blanca o para el Comité para la Reelección del Presidente, por lo que fue sentenciado de 6 a 20 años, pero sólo cumplió 52 meses a la sombra, ya que el presidente Jimmy Carter conmutó su pena en 1977.
Tal y como hemos visto en las películas de mafiosos donde los discretos y reservados obtienen su recompensa a cambio de una temporada en presidio, Liddy en 1980 se convirtió en un éxito de ventas con la publicación de “Will” (Voluntad), el libro narra sus experiencias sobre Watergate junto con su autobiografía y por los pasajes sobre el tiempo cumplido en prisión, mereció que en 1982 la NBC presentara una película para televisión basada en el libro.
Pero desde 1979 ya había publicado “Fuera de Control”, una novela de espías, tema sobre el que conocía bastante (y vaya que sí), y para 2006 fue coautor de una guía para la lucha contra el terrorismo intitulado “¡Defiéndete! Tackling Terrorism, Liddy Style” (2006), y continuó publicando artículos sobre política, impuestos, salud y otros asuntos. De 1992 hasta 2012 (cuando se jubiló) condujo su programa radiofónico “The G. Gordon Liddy Show” el cual se transmitió en cientos de estaciones por Viacom y posteriormente por Radio América.
Nada mal para un hombre al que no le tembló la mano para cometer para su patrón cuanta vileza fuese pedida.
En una entrevista con periodistas se le preguntó si se arrepentía y expresó: “Cuando el príncipe se acerca a su lugarteniente, la respuesta adecuada es “Fiat voluntas tua”, en latín, “Hágase tu voluntad”.