*¿Los anónimos… sí valen?
“Los imbéciles y los canallas se sienten
siempre muy abatidos en el momento de
sufrir las consecuencias de sus actos”.
François Mauriac.
En el Día del Amor y la Amistad y los mejores sentimientos comunes, en un oficio dirigido al INAI el “C. presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos” (sic), nos obsequió este mensaje: “personas anónimas hicieron llegar a la oficina de Atención Ciudadana de la Presidencia, en la cual, se fundamenta que el periodista Carlos Loret de Mola obtiene ingresos anuales por 35 millones de pesos”.
¡Vaya mensaje de amor, amistad y generosidad informativa! para el pueblo sabio que siempre sabrá apreciar tal descubrimiento.
¡Revelación fundamental para la excelente marcha de la República donde no hay crimen, enfermedades, pobreza ni angustias!
Y “como seguramente es del conocimiento de ustedes, -agregó-, esta persona se ha dedicado, de manera permanente a calumniarme con el propósito de afectar mi autoridad moral y buscar detener el movimiento de transformación que millones de mexicanos estamos impulsando para acabar con las profundas desigualdades sociales causadas por la corrupción que ha predominado en nuestro país y que se intensificó en el llamado período neoliberal o neoporfirista”.
Autoridad moral?, ¿cuál?, bloquear tres meses el Paseo de la Reforma y quebrar cientos de negocios en la zona, cerrar pozos petroleros, convocar al no pago del consumo eléctrico por años y condonarlo por capricho presidencial, los cientos de muertos de Tlahuelilpan (¡que fue el infierno en vida!) sin responsables o culpables, miles de muertos por el mal manejo del Covid-19, más de cien mil muertos por el crimen, decenas de asesinatos de periodistas, candidatos y autoridades de oposición y demás estiómenos sociales.
“¿Acabar con las profundas desigualdades sociales?”, cuando el número de pobres se ha incrementado en más de 5 millones, no se han querido revisar el origen de las transferencias de remesas que recibe el país, las supuestas “contribuciones” a Morena, los diezmos de la profesora Delfina, tampoco se han inculpado o perseguido a los famosos “Peces Gordos” o miembros de la famoserrima “Mafia” de la corrupción nacional, y sí se tienen pactos de no agresión con el crimen organizado bajo el lema de “abrazos no balazos”, (¿cómo podríamos olvidar a Ovidio?) y que ¡este pacto con la delincuencia nos ha dejado hasta la fecha más de 140 mil asesinatos sin resolver!
Se han despedido por cientos si no es que por miles a profesionales de la salud y empleados públicos sin razón o motivo alguno. Se han perdido miles de empleos, quiebra de negocios y miles de millones de pesos por el bloqueo o destrucción de vías férreas.
Pero valdría la pena preguntar: ¿por qué no existe una carta, oficio o comunicado igualmente exigente y tajante para la investigación sobre los delitos, ilegalidades y abusos en contra de Pedro Salmerón, Félix Salgado Macedonio, Hugo López Gatell, Saúl Huerta, David Monreal, Pío y Martinazo López Obrador, José Ramón López Beltrán, Felipa Obrador Olán, Manuel Bartlett Díaz y demás canalla seguidora ferviente de la 4T?
¿En tanto las quejas hechas por personas visibles, verificables, firmantes, con denuncia penal ante las autoridades, comparecientes por los abusos cometidos o negligencias no merecen más: “pues que denuncien”?
¿Cómo es que sí vale una información allegada de “personas anónimas”? ¡mientras que las denuncias, acusaciones, demandas, quejas, peticiones, esas sí con nombres propios, domicilios conocidos y valor civil no son consideradas ni tomadas en cuenta!
¿Cuál es el concepto de cambio, transformación, equidad, democracia, justicia o lo que se le parezca?
Diario aparecen muertos y más muertos por enfermedad o crimen. Pero como se ve, eso puede esperar, ahora están muy preocupados por saber cuánto gana un periodista.
Y como diría el célebre maestro:
“No hay manera hoy de que la ideología de la gente
de un bando se modifique o se mejore con la de otro.
Las controversias de los sectarios son aparatosas
y siempre falsas. Cada ideología, que generalmente
es un conjunto de lugares comunes, se defiende
cerrándose como una ostra”.
Pío Baroja