La Reforma Eléctrica (2)
Quien tenga ojos para ver… que vea. La semana pasada comentaba que la única manera de saber la verdad en la Reforma Eléctrica es con información fidedigna para evitar que cada quien vea lo que quiere verde acuerdo con su ideología.
Se trata de una decisión de estado que marcará el futuro de nuestro país, en la que la economía política y social se imbrica con asuntos de poder global, regional y nacional, en particular cuestiones tecnológicas y culturales.
Ojalá hayan tenido oportunidad de escuchar a Alberto Montoya de la Secretaría de Energía y a José Medina Mora de COPARMEX en el Parlamento Abierto en la Cámara de Diputados.
Alberto Montoya esgrime una andanada de datos para demostrar cómo las empresas españolas que detentan las concesiones para
producir “energías limpias” solo han saqueado a México.
¿Y qué dijo José Medina Mora? se dedicó en mencionar generalidades, conceptos: o sea, a datos duros con información verificable, respondió con retórica y buenas intenciones.
Montoya explicó de qué manera la instalación de algunos campos fotovoltaicos y eólicos violan la Constitución y demás leyes, al permitir que funcionen en terrenos de los grupos más vulnerables (indígenas y
comuneros), lo cual desenmascara su hipocresía al ofrecer como “nuevos espejitos” el cuidado al ambiente, cuando lo que en realidad quieren es especular con la tierra, desplazando a población pobre, ahora desheredada.
Ello solo fue posible mediante la connivencia con (las más altas) autoridades venales que se atrevieron a hipotecar el futuro del país
por prebendas, tan es así que después del “favor” fueron contratados como altos ejecutivos en dichas empresas, tal el caso de Felipe Calderón y Georgina Kessel; así operan esas empresas en diferentes países.
También enfatiza que las subastas a largo plazo se suspendieron por el latrocinio que significaban; por otro lado, las subastas cotidianas desnudan lo absurdo del mercado: las empresas proponen precios y
se acepta el más barato, que se despacha con prioridad, pero se le paga el más caro, la CFE sufraga la diferencia; dicen los promotores del modelo que esto es para incentivar la competencia.
Agréguese la asimilación de lo que no pagan los privados por el porteo (transporte en la red) de su energía, más la pérdida por el llamado auto abasto, venta indebida de electricidad por parte de Productores
Independientes de Energía, amén del costo del respaldo a sus “energías limpias”, que por ser intermitentes no pueden suministrar
la totalidad del servicio que se requiere, evidentemente CFE también absorbe dicho costo.
Así, el estado mexicano pierde anualmente la friolera 470 mil mdp, algo que por sí mismo explica la rabiosa oposición de las empresas privadas a la reforma. No valoran el que la reforma les permitirá conservar el 46% del mercado nacional, alrededor de 3 billones de pesos anuales.
¿Y cuáles los argumentos del presidente de la COPARMEX, José Medina Mora? Vaguedades, quimeras, conceptos repetitivos tales como procurar el libre mercado para garantizar la competencia y
los mejores precios al consumidor, salvaguardar la democracia y la libertad, proteger al medio ambiente; solo desean preservar los esquemas neoliberales que fueron una tomadura de pelo a la sociedad
mexicana y les permitirían seguir expoliándola.
Y a todo el arsenal de datos fehacientes planteados por Alberto Montoya, Medina Mora solo atinó a decir que si había habido excesos, bastaba con corregirlos y castigar a quienes habían incurrido en ilícitos, pero sin quitar la oportunidad al país de dotarse con el modelo eléctrico más avanzado, ya probado en el mundo (¿?). Que no había necesidad de una reforma constitucional, que bastaba con modificar la ley.
No faltó quién le recordara que el año pasado el Congreso aprobó dichos cambios a la Ley de Electricidad, pero que un juez otorgó amparos hasta a los que no lo solicitaron. Ello orilló al gobierno a tomar esta vía.
Efectivamente, queridos amigos y amigas la razón está del lado del gobierno; es a la CFE a quien asiste la verdad.
Más información, la próxima semana.