Por Paula Bertolini
La baja productividad es una de las cuestiones que lastran el crecimiento económico regional, algo que se agravó con la crisis de la Covid-19 por la recesión económica y el aumento de la informalidad. La búsqueda de mayor productividad y eficiencia debe llevar a una transformación productiva en América Latina a través de la digitalización, según explicó Mario Cimoli, secretario Ejecutivo Adjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En diálogo con DPL News, Cimoli dio un panorama del estado de la productividad en la región: “Se habla de desarrollo cuando la productividad crece con el empleo. El trabajo se difunde en las empresas y cada trabajador y máquina aumentan su cantidad de producto por unidad.
Cuando pasa eso tienes el desarrollo”. Sin embargo, plantea, en América Latina no se está dando, ya que “aumenta el empleo con poca productividad y cuando crece la productividad lo hace en algunos sectores formales aumentando la baja productividad en los sectores informales”.
Para el especialista, la expansión de las Tecnología de la Información (TI) impacta en la economía de la región a través de diferentes mecanismos con resultados positivos y negativos. Si bien se observa que al introducir tecnología aumenta la productividad, se requiere menos empleo y, sin desarrollo, puede generar que se concentre la mejora productiva sólo en algunos sectores.
A eso se suma que el aumento de la productividad en algunos sectores vinculados a las plataformas digitales hace que el precio de los bienes y servicios digitales disminuya. Así, cuando disminuye el precio, también lo hace el valor agregado. Es decir, por unidad de empleo pareciera que hay menos productividad, pero la realidad es que crece tanto la cantidad de producto que disminuye el valor agregado y con ello la productividad.
“Ese efecto extraño que tienen las TIC hay que saberlo conducir, implementar y ponerlo en la lógica de la política industrial tecnológica”, asegura el representante de la Cepal.
Por eso, Cimoli considera que se tiene que generar una difusión horizontal de las TI en todos los sectores y en todas las empresas, incluyendo a quienes se encuentran en la informalidad, para que aumente la productividad a través del canal de la digitalización.
“Se debe buscar la difusión masiva de las tecnologías de la información en todos los sectores, hay que hacer que las cadenas productivas construyan con base digital a la formación y hacer que exista una cierta regulación para que los salarios y los procesos distributivos no se vayan hacia abajo con los precios, y eso produzca un efecto negativo de disminución de costos”.
El panorama es complejo y no hay recetas únicas. La tecnología aporta, pero no en un modo unidireccional: “la tecnología hay que saberla conducir para que ese aporte sea generalizado en todo el sistema económico (…); las tecnologías pueden ser concentradoras o discriminatorias.
Hay que pensar que la tecnología es una construcción social en última instancia, y las construcciones sociales no son buenas ni malas, son construcciones”.
El ejecutivo de la Cepal apunta a que la senda está en la dirección de generar los incentivos correctos en todos los sectores económicos. Explica que los sectores de punta, que generan mayor renta, ya usan las TIC (como la agroindustria, la producción de cobre o el petróleo), pero el uso productivo de la tecnología no se distribuye en toda la cadena de valor.
“Se debe hacer que las tecnologías permeen en las cadenas productivas. Si se dejan en los sectores de punta, la tecnología no tiene ese impacto positivo masivo”.
Pero el desafío es mucho más grande: esta difusión de la digitalización a lo largo de toda la cadena de valor requiere de un acompañamiento positivo desde lo regulatorio, con adecuadas reglas fiscales y políticas públicas que fomenten la competencia.
Es decir, una política industrial digital de Estado. Cimoli llama a la generación de “una política de acceso a las empresas que sea digital, una política de compra y venta de pequeñas y medianas empresas que sea digital”.
La crisis del coronavirus profundizó la situación económica que atravesaba la región, con el cierre de empresas y la pérdida de millones de puestos de trabajo. Y las condiciones estructurales pueden agravarse con un nuevo modelo poco intensivo en mano de obra y el desempleo o el trabajo precario, como pueden ser algunas de las consecuencias negativas de la gig economy.
Salir de la crisis requiere inversiones estratégicas que generen más empleo formal y que desarrollen las capacidades digitales. Las cuatro prioridades para la región, según la Cepal, pasan por invertir en infraestructura digital, promover la digitalización de las empresas y la incorporación de nuevas tecnologías, invertir en el desarrollo de capacidades y avanzar hacia la universalización del acceso.
“Hay que seguir haciendo política de acceso, una política digital que te permita estar en los sectores exportadores, una política de compra donde la digitalización esté en sectores claves, y política de regulación que permita un cierto nivel de competitividad donde las empresas mejoren los niveles”.
¿Habría que pensar en la región como un mercado único digital?
Mario Cimoli destaca que el mercado digital es un detonante “importantísimo” para la integración, incluso más de lo que se esperaba que fuese el mercado de bienes y servicios. Para el especialista, la idea de América Latina como un mercado único digital en algún momento se va a plantear, aunque teme que sea tarde. “Hay un cuello de botella para poder regular la economía digital. Si los países avanzan en esto por su cuenta, con la escala que es la economía digital, siempre van a estar relativamente subordinados”.
En cuanto a las reglas fiscales en el entorno digital, para Cimoli tiene que existir “un acuerdo de debate global, lo cual es difícil, porque las plataformas son mecanismos de la estructura de poder de la geopolítica (…).
Existe un debate sobre las plataformas y los procesos de poder tener una posición fiscal según donde tú produces una determinada ganancia. Y la ganancia hoy son los datos, y los datos están basados en los individuos. Hay que pensar un sistema de ese tipo, pero si lo aplica un país de América Latina y no lo aplica Estados Unidos, no sirve”.