Por Nicolás Larocca

(dpl news) La Inteligencia Artificial (IA), como otros conceptos tecnológicos, se ha convertido en escenario de disputa —al momento menos explosivo que otros— entre las superpotencias del mundo.

Dominar la IA tiene potencial en múltiples aspectos, no sólo promete una mayor capacidad de los países en el plano económico, productivo y, lógicamente, tecnológico, sino también en el desarrollo militar.

Por el conjunto de oportunidades y desafíos en buena parte de los países del mundo, a su tiempo y con sus herramientas, han presentando algún tipo de avance en la materia, ya sea desde el punto de vista gubernamental, privado o académico.

China presentó su Plan de Desarrollo de Inteligencia Artificial de Nueva Generación en julio de 2017, considerando oficialmente que “el rápido crecimiento de la IA cambiará profundamente la vida de la sociedad humana y del mundo”, y que será “de gran importancia para mejorar la competencia y mantener la seguridad nacional”.

La propuesta habla, además, de acelerar la integración profunda de la tecnología con la economía, la sociedad y la defensa nacional.

El país asiático se propuso ser líder mundial en Inteligencia Artificial para 2030 y avanzar en un escenario propicio para su desarrollo, iniciativa que incluía el manejo de fondos nacionales e internacionales, políticas favorables a su desempeño, estándares tecnológicos y sistemas de propiedad intelectual y hasta actividades de divulgación científica.

Cinco años antes del objetivo final, en 2025, el país deberá establecer la nueva generación del sistema de teoría y tecnología IA, con capacidad de Aprendizaje Autónomo.

En 2019, en tanto, se presentó oficialmente el Plan Estratégico Nacional de Investigación y Desarrollo de Inteligencia Artificial de Estados Unidos, que generó a su vez el lanzamiento de la Iniciativa Americana de IA.

La idea fue priorizar inversiones en investigación y desarrollo de IA y, claro, garantizar que el país norteamericano sea líder en desarrollo de estándares técnicos en la materia. También se mencionan otros objetivos, como más oportunidades en la educación y una fuerza laboral lista para los cambios venideros.

Garantizar la seguridad de los sistemas no podía faltar en la estrategia estadounidense que también aborda cuestiones éticas y resalta la importancia de generar asociaciones público-privadas para un avance más firme.

“Estados Unidos debe espolear avances tecnológicos en materia de Inteligencia Artificial en todo el gobierno federal, la industria y las instituciones académicas para promover descubrimientos científicos, la competitividad económica y la seguridad”, indicaba la orden firmada por el entonces presidente Donald Trump.

En el plano privado, Estados Unidos lidera ampliamente la inversión relacionada con IA. Según el Artificial Intelligence Index Report 2023, ese país desembolsó 3.5 veces más que su inmediato competidor, China, en 2022 y 11 veces más que Reino Unido, el tercero en la lista.

En los tres casos el reporte muestra un incremento constante en el dinero invertido entre 2013 y 2021 que se desaceleró en un 2022 signado por el conflicto Rusia-Ucrania.

El mismo reporte da cuenta de que se crearon mil 392 empresas de IA en el mundo en 2022 y destaca que hasta 2014 los modelos de Aprendizaje Automático más importantes fueron presentados por la academia pero, desde entonces, la industria se hizo cargo: en 2022 hubo 32 modelos de la industria y tres de la academia.

El informe atribuye el cambio a que la creación de sistemas sofisticados requieren cada vez más datos e inversión, recursos que la industria tiene más disponible que organizaciones sin fines de lucro o la academia.

Bajo el concepto repetido de que las personas deben estar al centro de los procesos tecnológicos, la Unión Europea ha hecho lo suyo. Presentó la Estrategia Europea de IA, que tiene por objeto convertir al bloque en referencia mundial en la materia, lo que a su propio criterio se traduce en un “enfoque de excelencia y confianza”.

También hay un plan coordinado entre los países, con el ojo puesto en acelerar inversiones, generar planes y estrategias que acompañen los objetivos conjuntos y alinear políticas para un desarrollo sin fragmentación.

De acuerdo con la Guía Mundial de Gasto en Inteligencia Artificial, publicada por IDC, la inversión en IA en Europa alcanzará los 33 mil 200 millones de dólares en 2023, equivalente a 20 por ciento del mercado mundial.

El viejo continente registrará una tasa anual compuesta de 29.6 por ciento entre 2021 y 2026 y se espera que para el cierre de ese ciclo desembolse unos 70 mil millones de dólares.

El comercio minorista, algo que también se observa en otras latitudes, está dentro del top 3 de segmentos demandantes de la tecnología, juntos a la banca y la fabricación.

En tanto, según un informe reciente de Konrad Adenauer Stiftung, sólo un tercio de los países de América Latina y el Caribe mostró progresos en el uso de Inteligencia Artificial.

El estudio propone a las autoridades de la región avanzar en distintas acciones enfocadas en seis estrategias: capacitar a más personas, fortalecer la infraestructura, crear un plan conjunto, promover la investigación, habilitar sandboxes y articular los distintos actores.

Así las cosas, la premisa de las superpotencias es ser referencia mundial en la materia, concepto conformado por una serie de aristas no del todo definidas pero de la que no quedarán fuera cuestiones como inversión, desarrollo tecnológico y políticas públicas.

Las personas en el centro aparecen como objetivo casi conjunto, mientras que atender los riesgos y marcar los límites necesarios son desafíos habituales en la lista del futuro. Quién ganará la batalla es algo que está por verse tanto como qué parámetros definirán el triunfo en la contienda global.

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