El manatí es un mamífero acuático herbívoro y de hábitos costeros. Está considerado en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Poblaciones importantes de estos animales se encuentran en las costas del Golfo de México y el mar Caribe, donde también hay una gran actividad humana que los pone en alto riesgo y los afecta de manera negativa. Hoy esta especie se encuentra en peligro de extinción y para su conservación es necesario involucrar a la población local con la cual interactúa constantemente.
De acuerdo con la investigadora Paloma Ladrón de Guevara Porras, miembro de la Sociedad Mexicana de Mastozoología Marina, “en México la distribución del manatí está fragmentada y asociada a ríos, sistemas lagunares, bahías, cenotes, estuarios y caletas, desde el sur de Tamaulipas hasta Quintana Roo. Históricamente se distribuía en todos los estados con costa en el Golfo de México, pero debido a la sobrexplotación que sufrió en el pasado y a la degradación acumulada de su hábitat, su distribución se ha reducido y fragmentado”.
De acuerdo con el artículo “El manatí, una especie bajo amenaza de extinción”, publicado en la revista Ciencia de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), en el volumen 70 número 3 de este año, se estima que existen alrededor de 1 000 manatíes en México, de los cuales entre 200 y 250 están en Quintana Roo, con las mayores concentraciones en la Bahía de Chetumal y bahías de la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an. Para los otros estados no se cuenta actualmente con una estimación de abundancia.
En el texto escrito por Ladrón de Guevara, Benjamín Morales Vela y León David Olivera Gómez, se explica que los manatíes pasan la mayor parte del tiempo comiendo, descansando o explorando su entorno. No tienen formaciones sociales estables, excepto por la hembra y su cría, ni forman manadas como los delfines; más bien se agrupan temporalmente en áreas de alimentación o durante la época de reproducción.
Sobre el manatí
Hay tres especies de manatíes en el mundo: 1) el manatí del Caribe (Trichechus manatus), que habita desde el sureste de Estados Unidos de América (especialmente en la península de Florida), pasando por México, Centroamérica, las Antillas y la costa noreste de América del Sur, hasta Brasil; 2) el manatí amazónico (T. inunguis), que vive en la cuenca del río Amazonas, en América del Sur, y 3) el manatí africano (T. senegalensis), que vive en la costa y ríos del oeste de África.
El manatí del Caribe es un mamífero acuático del orden Sirenia que tiene la particularidad de ser herbívoro, de hábitos costeros y con preferencia a estar en zonas con disponibilidad de agua dulce. Su nombre científico es Trichechus manatus. El manatí también se conoce como vaca marina y en algunas regiones de México como manatín. En náhuatl se llama Tlacamichin (hombre pez) y en maya es Teek o Chiil ́bek (pez grande del mar). Trichechus manatus tiene dos subespecies: T. m. latirostris (manatí de Florida) y T. m. manatus (manatí antillano), el cual se encuentra desde México hasta Brasil.
Un manatí recién nacido pesa de 20 a 30 kg y mide de 90 a 110 cm; cuando ya es adulto puede llegar a medir hasta 312 centímetros y pesar de 450 a 500 kilogramos. Por lo general, las hembras tienen una cría cada 2.5 a 3 años. Las hembras son maduras sexualmente entre los 3 y 5 años de edad, su gestación dura de 12 a 14 meses y los críos son amamantados con leche materna entre 1 y 2 años. Los manatíes son longevos: pueden vivir más de 50 años. Esto puede ofrecer una buena oportunidad de recuperación de la especie si se eliminan sus amenazas, todas asociadas al humano.
Estos animales se alimentan de una gran variedad de plantas que incluyen especies marinas costeras, estuarinas y riparias. Pasan una tercera parte del día alimentándose (diario consumen entre 30 y 45 kilogramos de vegetación en peso húmedo) y debido a que su digestión es muy eficiente, es muy probable que el ritmo de alimentación y defecación de este mamífero contribuya de manera importante a acelerar el reciclaje de nutrientes y a estimular el crecimiento de varias plantas acuáticas y animales.
Algunas de las plantas de las que se alimenta el manatí son abrasivas y desgastan sus muelas, para contrarrestar este desgaste, los manatíes remplazan sus muelas a lo largo de su vida, por lo que siempre tienen piezas nuevas.
El manatí es una especie prioritaria en México, está clasificada en peligro de extinción (NOM-059-SEMARNAT-2010) y forma parte de la lista de Especies Prioritarias para la Conservación en México. Sus movimientos son relativamente lentos, su desplazamiento es de entre 5 y 8 kilómetros por hora, pero en caso de que lo requieran, pueden alcanzar velocidades de hasta 30 km/h en distancias cortas. Suelen salir a respirar cada 2 a 5 minutos, aunque en alguna situación extrema pueden permanecer bajo el agua hasta por 20 minutos.
Amenaza constante
En entrevista con la AMC, Ladrón de Guevara dijo que en nuestro país el manatí enfrenta diversas amenazas, como destrucción y modificación de su hábitat, colisión con embarcaciones, enredamientos en redes de pesca, caza furtiva ocasional y una severa contaminación de los ríos y lagunas por descargas de aguas residuales domésticas, pesticidas organoclorados y metales pesados, entre otros contaminantes.
“Estas amenazas están estrechamente vinculadas con las actividades humanas, la participación de la gente local, la educación ambiental y las acciones de conservación y saneamiento ambiental son preponderantes para reducir las amenazas que afectan la sobrevivencia de este mamífero”, señaló.
Para garantizar un futuro promisorio para los manatíes en México se requiere involucrar a todos los actores locales, lo cual implica acciones como informar, capacitar, mantener limpios los ríos, lagunas, cenotes y bahías, preservar los humedales y realizar navegación y pesca de manera responsable.