Con el objetivo de fortalecer las medidas en contra de la revictimización y evitar que se repitan casos de violencia intrafamiliar, la diputada Norma Adela Guel Saldívar (PRI) impulsa una iniciativa que reforma los artículos 8, 9, 49 y 53 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
La reforma establece que en la sentencia o condena contra el agresor de una mujer se le debe obligar a participar en servicios reeducativos integrales, especializados y gratuitos, con el objetivo de erradicar las conductas violentas, porque requieren de una educación integral que elimine los estereotipos de supremacía masculina y los patrones machistas.
El documento destaca que en la actualidad el 54.47 por ciento de las mujeres de 15 años y más, ha sufrido de violencia física y/o sexual, infligida por cualquier agresor a lo largo de su vida, lo que coloca a México como una nación con un índice altísimo.
“En esta violencia se presentan numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio hasta la agresión física, sexual, verbal o psicológica y el asesinato, manifestándose en diversos ámbitos de la vida social, laboral y política, entre los que se encuentran la propia familia, la escuela, las religiones, el Estado, entre otras”, puntualiza el texto.
Por ello resulta fundamental conseguir que el agresor participe en programas de reeducación evitando así que repita sus acciones con otras mujeres.
La iniciativa agrega que los hombres violentos tienen una percepción muy rígida y estructurada de la realidad. Sus ideas son cerradas, perciben a la mujer como “provocadora”: tiene una especie de lente de aumento para observar cada pequeño detalle del comportamiento de ella; en cambio, le resulta muy difícil observarse a sí mismo, a sus sensaciones y sentimientos, soliendo confundir miedo con rabia, o inseguridad con bronca.
Además, los hombres que maltratan suelen ocultar a los demás la violencia que ejercen, pero si son descubiertos pueden negar los hechos, atacando la credibilidad de la víctima y de los que le acusan, cuestionando su estabilidad emocional, alegando argumentos de venganza contra él, influencias externas, sobre todo cuando las mujeres se asesoran y tienen apoyos.
Dirán que la mujer lo provocó o que se causó el daño ella misma; a veces pueden intentar que familiares y amigos le den soporte contra ella. En ocasiones, pueden reconocer que ocurrió, pero minimizan su comportamiento, pretendiendo que ella olvide, le perdone y continuar juntos. No suelen sentirse culpables ni aceptan la responsabilidad del daño ocasionado, advierte la iniciativa.