Desarrollar una vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2 es un reto difícil, se están haciendo muchos esfuerzos para ello y quizá esté lista en un año o año y medio, y esto sería un tiempo récord por el reto que representan los virus de ácido ribonucleico (RNA, por sus siglas en inglés) cuya tasa de mutación es muy alta; además, es necesario realizar todo el procedimiento para la fabricación de una vacuna, desde el descubrimiento de una molécula con potencial, las pruebas preclínicas y clínicas, hasta la fase de aprobación y registro de la vacuna, indicó la investigadora Rosa María del Ángel Núñez Cáceres.

“Muchas de las vacunas que tenemos en el mundo han sido desarrolladas para virus de ácido desoxirribonucleico (DNA, por sus siglas en inglés), la mayoría de virus de RNA no tienen vacunas y tampoco hay tratamientos antivirales específicos, y no es una cuestión de falta de recursos, por ejemplo, para el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) se ha invertido mucho dinero con la idea de generar una vacuna o tratamientos antivirales, pero estos hay que cambiarlos constantemente porque tienen una alta tasa de variabilidad”, dijo la también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).

La especialista del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN recordó que aún no se cuenta con una vacuna para zika ni ébola por la misma razón: los virus de RNA mutan muy rápido; es necesario hacer pruebas para ver si las moléculas aisladas, para desarrollar una vacuna, son capaces de inducir una respuesta inmune, y no sólo eso, sino que los anticuerpos sean capaces de frenar la infección de un virus nativo.

Durante la segunda mesa redonda “El coronavirus de Wuhan: origen y evolución de una epidemia”, realizada en El Colegio Nacional, la científica invitó a la población en general a usar las vacunas que existen para poliomielitis, fiebre amarilla, dengue, virus del papiloma humano, hepatitis B e influenza, entre otras, “porque son seguras y sus efectos secundarios son mínimos”.

Núñez Cáceres también mencionó que existen varios tipos de vacunas: existen las de virus atenuados, es decir el virus pierde potencia al pasar por un organismo distinto (como vacas o caballos), a los que normalmente no enfermaría como: sarampión, rubeola, paperas, rotavirus, varicela, fiebre amarilla, etcétera.

Las vacunas inactivadas utilizan la versión muerta del patógeno que causa una enfermedad como rabia y hepatitis A. Las de subunidades, que consisten en extraer un componente del patógeno, por ejemplo, las proteínas de la membrana del virus son colocadas en la vacuna para que el sistema inmunológico cree anticuerpos al percibir un agente extraño.

Los especialistas que atendieron las epidemias de los coronavirus SARS-Cov y MERS-CoV ahora están estudiando al SARS-CoV-2, y aunque no existen vacunas para los dos primeros, sí hay tratamientos antivirales que han funcionado ante sus distintas variedades, así que se están realizando estudios para ver si estos mismos tratamientos podrían funcionar para los pacientes con COVID-19, dijo.

Por su parte, Roberto Tapia Conyer, director general de la Fundación Carlos Slim, añadió que existen bases de datos de cerca de medio millón de moléculas que se han autorizado para otros tratamientos; “a partir de ciertos algoritmos, con robótica y minería de datos, se comparan esas moléculas de interés farmacológico con el virus para ver si reaccionan; de ahí han salido tres productos que apuntan hacia qué componente activo podría ser. La posibilidad de encontrar una molécula ya medida, y cuya seguridad para el ser humano está probada, no es tan lejana”.

El integrante de la AMC destacó que “es clave una red robusta de laboratorios y el fortalecimiento de la capacidad de confirmación y secuenciación genética. No se puede bajar la guardia. El Sistema de Salud no debe estar sujeto a burocracias, reducciones presupuestales o falta de suministros. El sistema de vigilancia epidemiológica y el sistema de salud pública son clave, no se puede jugar ni modificar su dinámica basada en su presupuesto y su capacidad de poderse organizar”.

La epidemióloga del Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, María Eugenia Jiménez, explicó que grupos de investigación han sugerido que COVID-19 tiene al mismo receptor que SARS y que hay bastante homología en la secuencia de ambos virus, y aunque todavía no es una certeza, es probable que si comparten el mismo receptor y tienen una interacción similar con alta homología con las proteínas de la envoltura podría ser más rápido el desarrollo de una vacuna o antivirales.

“El SARS-CoV-2 ha mostrado potencial pandémico; no obstante, su letalidad es mucho más baja si se compara con SARS-Cov que alcanzó casi 10% y MERS-CoV en el que uno de cada tres infectados falleció”, dijo la epidemióloga.

Por su parte, Antonio Lazcano Araujo, miembro de El Colegio Nacional y de la AMC, añadió que se ha documentado una lista de nuevos virus de RNA que se han descubierto en los últimos años “y debe haber muchos más que aún no se conocen, pero hay que tomar en cuenta que todos los virus conocidos se pueden clasificar en muy pocos grupos, en términos evolutivos quiere decir que es muy raro el surgimiento de un virus totalmente nuevo”.

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