Se estima que en México 7.5 por ciento de cada millón de niños nacen con defectos congénitos en general; de ellos, uno de cada mil padece labio y paladar hendido, una de las malformaciones más frecuentes de las afecciones en la cara en infantes, aunque no existen estudios epidemiológicos veraces.
Ante esta situación, investigadores de las facultades de Odontología (FO) y de Química (FQ) de la UNAM crearon conformadores nasales, cuyo objetivo es contribuir a corregir secuelas posquirúrgicas en pacientes que enfrentan esa anomalía craneofacial congénita, la cual los afecta física y emocionalmente.
Son dispositivos médicos elaborados en forma anatómica –con metil metacrilato, material que permite su fijación con las dos narinas–, destinados a modificar una parte de las consecuencias que quedan después de una serie de intervenciones a las que son sometidos para corregir las alteraciones físicas; en este caso la posición del ala nasal.
Luego de la reparación de la malformación mediante numerosas operaciones que se practican durante la primera infancia, algunos pacientes requieren intervención para mejorar la forma y simetría del labio superior y de la nariz.
René Jiménez Castillo, académico de la Facultad de Odontología y quien diseñó los instrumentos, mencionó que el ala nasal tiene un cartílago del cual es difícil controlar su resiliencia. A pesar del extraordinario trabajo de los cirujanos, en la mayoría de los casos queda un colapso nasal que deja una irregularidad, lo que repercute en la conducta emocional del paciente.
Y es que la resiliencia de ese cartílago provoca que no se pueda modificar y quede ahí la notoriedad de los tratamientos quirúrgicos realizados. Una vez dado de alta, tras las operaciones para corregir la malformación, es sometido a una última y pequeña cirugía para introducir el “moldeador” a las fosas nasales.
Para este “retoque” se separa la piel del cartílago a fin de realizar con bisturí pequeñas hendiduras en ese tejido firme y colocar el conformador que el cirujano elija. Ello permitirá que el dispositivo se adhiera y cicatrice de diferente manera para dar simetría a la nariz, abundó el experto en prótesis maxilofacial.
Los artefactos elaborados por el grupo universitario están considerados para manufacturarse en kits de seis piezas, en tallas chica, mediana y grande; derechos e izquierdos. Su uso en la ortopedia posquirúrgica contribuye a manipular la depresión del área nasal, brindando proyección a la punta de la nariz y simetría a ese órgano. En comparación con los que hay en el mercado, el desarrollo universitario debe permanecer en los orificios nasales al menos seis semanas para que cumpla su cometido.
El conformador además puede utilizarse en quienes son sometidos a rinoplastias, aunque ello depende del cirujano. Es importante que los médicos lo prueben y adapten a las necesidades de la persona, consideró el especialista universitario.
Jiménez Castillo subrayó que el dispositivo médico por el que el equipo de investigación que encabeza recientemente recibió el “Premio IMPI a la innovación mexicana 2022”, en la categoría de Diseño Industrial, a diferencia de otros “permite el paso de la luz, por tanto, facilita la respiración y posibilita que los niños lo tengan en su sitio el tiempo necesario para corregir el problema fisonómico”.
El grupo de trabajo que encabeza está integrado por Ana Helí Cuadros Penich y Eileen Uribe, también de la Facultad de Odontología; así como por María Isabel Gracia Mora y Francisco Sánchez Bartéz, de la Facultad de Química.
Jiménez Castillo y sus colaboradores atienden a pacientes con dos tipos de defectos: congénitos, como labio y paladar hendido; y adquiridos: mutilaciones, cáncer y otro tipo de traumas, quirúrgicos o por accidentes.
Cabe señalar que este proyecto da sustento a otros, ambos de bajo costo, como el diseño de prótesis de cráneo, las cuales han sido probadas; y oculares (mediante una técnica desarrollada por el investigador).