Son varios los motivos que pueden hacer que, en un momento determinado, el porcentaje de lípidos en sangre no sea el idóneo. Si hablamos del “malo”, siempre es preferible “pecar” por defecto, es decir, no superar nunca los niveles saludables, pero en el caso del HDL su escasa presencia debe ser corregida, lo antes posible, mediante la dieta apropiada que indique el especialista. Puedes tener el colesterol bajo por cuestiones genéticas, por una alimentación que presenta claros déficits en lípidos, o por falta de ejercicio, pero también, la anomalía puede desarrollarse por la presencia de algunas enfermedades muy concretas, como el hipertiroidismo, las patologías hepáticas o los problemas derivados de una mala absorción de los nutrientes esenciales.
El HDL se encarga de “atrapar” al colesterol malo para que no se deposite en las paredes arteriales, siendo, además, un excelente “agente preventivo” frente a enfermedades circulatorias y accidente derivados de una trombosis.
Un simple análisis determinará si tus niveles totales de colesterol son los adecuados, pudiendo establecer, sin dificultad, los porcentajes adecuados entre “bueno” y “malo en exceso”. Según los resultados, una dieta, que baje el que supone un riesgo y aumente el que tiene efectos protectores, (que pueda incluir, en determinados casos, fármacos o suplementos que ayuden a lograrlo) será probablemente el tratamiento indicado para lograr el doble objetivo.
La solución es relativamente sencilla: para conseguir incrementar los niveles de HDL hay que recurrir a las grasas saludables que nos proporciona la propia naturaleza en forma de alimentos ricos en ácidos grasos beneficiosos (poliinsaturados) como el Omega 3 o el ácido oleico.
Aceites vegetales, como el de oliva virgen, utilizado como en crudo como aliño o como elemento de cocción, frutos secos, en especial las nueces, pescados azules o cereales integrales, como la avena o las semillas de chía, se encuentran entre los alimentos más recomendables para lograr subir ese colesterol "bueno" que juega a nuestro favor especialmente cuando el malo ha alcanzado niveles inaceptables.