Las enfermedades neurológicas y los trastornos psiquiátricos tienen alta complejidad y representan riesgo para el equilibrio financiero de los servicios de salud, además de las repercusiones en las esferas física, psíquica, económica y social de los pacientes y sus familias, aseguró Efraín Reyes Romero, secretario general de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
De ahí que los profesionales de estos dos campos requieren de un sistema integral de conocimientos, capacidades y vocación, para contribuir de manera adecuada, pertinente y eficaz en su prevención, intervención y tratamiento, añadió.
Al participar en el VIII Foro de Enfermedades Neurológicas y Psiquiátricas. Experiencias de Trabajo Social en el campo de la investigación e intervención colaborativa, que se realizó con la cooperación interinstitucional promovida por la ENTS, y los institutos nacionales de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz” (INPRFM) y de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez” (INNNMVS), el universitario agregó que el encuentro destaca por su carácter interdisciplinar.
En representación de la directora de la ENTS, Carmen Casas Ratia, dijo que los abordajes a partir del trabajo social, antropología, sociología, psicología, educación, psiquiatría y la neuropsiquiatría “han proporcionado distintas miradas individuales y experiencias colectivas, con valiosas contribuciones en torno a la dimensión, atención e investigación social”.
En las conferencias, paneles, mesas y talleres que se han organizado en cada edición del Foro, los asistentes identifican los nexos que se construyen entre los sistemas de conocimiento de una disciplina y otra, así como los que se crean entre los modos de actuación, formas de pensar, cualidades, valores y puntos de vista que potencian los diferentes campos que intervienen en la atención de las enfermedades neurológicas y los trastornos psiquiátricos. “El legado de estos saberes ha quedado por escrito en tres libros editados por la ENTS”, acotó.
Al hacer uso de la palabra, el director general del INPRFM, Eduardo Ángel Madrigal de León, explicó: esta actividad académica tiene el objetivo de reflexionar en torno a las construcciones teórico-metodológicas del trabajo social y disciplinas afines, con relación a la práctica profesional inter y multidisciplinar de investigaciones e intervención en la atención de las enfermedades neurológicas y los trastornos psiquiátricos.
La inter y multidisciplina son fundamentales en el estudio y tratamiento de las enfermedades mentales. “Tenemos líneas de investigación sobre adicciones que no se pueden entender solo desde una perspectiva estrictamente médica”. Lo mismo ocurre con otras, como la violencia en todas sus formas o las nuevas identidades sexuales, dijo.
El trabajo social, prosiguió, no puede circunscribirse a lo que tradicionalmente tenía que ver con estudios socioeconómicos o las facilidades para que los pacientes tengan acceso a cierto servicio, sino a la vinculación en la tarea de educación para la salud mental y médica, entre otras.
Madrigal de León calificó como fundamentales estos foros donde se brinda un panorama de actualización y se renueva la toma de conciencia “de la necesidad de integrarnos como grandes equipos de salud mental”, con el trabajo conjunto de médicos, enfermeras, trabajadores sociales y psicólogos.
En tanto, el director general del INNNMVS, Ángel Antonio Arauz Góngora, destacó que para el cumplimiento de las tareas de este Instituto es indispensable la labor del trabajo social. “Celebro que desde hace varios años ese departamento se ha profesionalizado”; con estudios de posgrado es posible ofrecer mejor servicio a los pacientes y poner de manifiesto la profesionalización de esta disciplina.
Mayor número de profesionales
En la conferencia magistral Las enfermedades psiquiátricas: México en el contexto internacional, la directora de la Facultad de Psicología e Investigadora Emérita del INPRFM, María Elena Medina-Mora Icaza, manifestó: se deben tomar en cuenta los determinantes sociales (como pobreza o violencia) cuando se habla de esos padecimientos; “si no trabajamos con eso, resolvemos el malestar o la enfermedad, pero no el origen de muchos de los problemas que tienen nuestros pacientes”.
Una niña pobre, con depresión y sin tratamiento tiene 3.2 veces más riesgo de abandonar la escuela; 18 veces más de desarrollar dependencia a drogas; o 7.6 veces más riesgo de abuso sexual; pero si recibe prescripción continuará sus estudios y desarrollará habilidades laborales, por ejemplo.
La tendencia, resaltó, es incorporar en esta tarea a los individuos porque la carga de la enfermedad y la brecha de atención (tratamiento, calidad, información), son altas. “La cantidad de personas que requieren tratamiento y no lo reciben es tan grande, que debemos cambiar”. Es decir, no hay suficientes psiquiatras para atender las necesidades.
Se requiere un cambio en el sistema de salud, en los roles para el tratamiento y trabajar con quienes puedan ayudar, de modo que los psiquiatras vean los casos de personas con trastornos graves. Esta condición demanda profesionales bien formados y capacitados, finalizó.