*La importancia del cargo de ministro
El cargo de ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es sin duda un cargo de la mayor importancia y trascendencia que puede existir en el orden nacional.
Por ello, es indispensable que se cuente con la capacidad para asumir el reto que ello implica, para impartir justicia desde el más alto tribunal que tiene nuestro país.
La Constitución nos señala algunos requisitos para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero hay que decirlo con toda claridad, estos requisitos son muy menores; son requisitos de elegibilidad que prácticamente cualquiera podría cumplir.
Por ello el trabajo de la Comisión de Justicia era hacer un dictamen meramente de si los aspirantes cumplen o no con estos requisitos: ser ciudadano mexicano, tener cuando menos 35 años, poseer una antigüedad mínima de diez años de su título de licenciado en derecho, gozar de buena reputación y no haber sido condenado por delito que amerite pena corporal de más de un año de prisión, haber residido en el país los últimos dos años, no haber sido secretario de Estado, Fiscal General de la República, senador o diputado, o titular del Poder Ejecutivo de alguna entidad durante un año.
Es decir, son requisitos muy sencillos de cumplir, pero hay que decirlo, tan alta encomienda necesita de un análisis mucho más exhaustivo.
El Senado de la República debe de ir mucho más allá, la sociedad nos exige ir mucho más allá e ir pasando de los dictámenes de elegibilidad, a los dictámenes de idoneidad en donde se evalúen muchas otras características de quienes aspiren a ser ministros.
Hay que exigir, ante todo, plena honestidad, que jamás se cuestione la calidad moral y menos que exista un conflicto de interés o un conflicto del orden político o ético de quien aspira a ser ministro.
La independencia del juzgador es otra característica indispensable, siempre que las resoluciones que deben adoptar deben estar adoptadas con base en lo probado y aplicando estrictamente el derecho, sin permitir que presiones externas o intereses ajenos influyan en su decisión.
La independencia del juzgador garantiza sus sentencias, garantiza la solidez de cada uno de sus actos, los legitiman y los hacen imparciales.
La honorabilidad sin duda debe de ser un requisito fundamental para ser ministro. La experiencia y la preparación académica de cada uno de los aspirantes nos da una pauta de reflexión importante sobre los perfiles que cada uno presentó; pero, los aspirantes además de su preparación y experiencia deben tener un respeto a los derechos humanos y su plena vigilancia y protección.
Siempre deben acompañar el sentido de cualquier resolución, aplicando el beneficio de protección más amplio de los derechos fundamentales.
Quedó clara la importancia que los aspirantes tengan a consideración, siempre, la lealtad a la Constitución, su compromiso con la división de Poderes y su responsabilidad para cumplir y hacer cumplir la ley, antes que todo y antes de quien sea.
Así, pues, se ratifica que los aspirantes cumplen con estos requisitos de elegibilidad, aunque al final fue la reflexión de la idoneidad y fue lo que prevaleció en la emisión de nuestros votos.
Tuvimos un dictamen que da certeza al procedimiento, que acompaña los pasos que debemos de acompañar para pasar a la votación.
Escuchamos la exposición de los aspirantes, pero por encima de todo debe estar siempre nuestra reflexión, el análisis muy puntual que tenemos que hacer de la historia, la trayectoria y la experiencia de quienes hoy aspiran al más alto cargo del poder tribunal que tiene este país, la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Es muy importante que esta Cámara de Senadores siga luchando hasta el último momento por los consensos y por los acuerdos, porque, aunque lleguemos o no a la última decisión, por unanimidad o no, que por lo menos los procesos guarden la forma y el orden de la legalidad.
No podemos llamar a que otros cumplan la ley o estar dictando desde aquí la ley, si no cuidamos los procesos con los acuerdos, con el respeto a nuestras propias reglas, a la regla más clara que tenemos y nuestra regla más básica, que es nuestro Reglamento.