*Deja mucho que desear la titular de la CNDH
Muy mal comenzó la actual titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, María del Rosario Piedra Ibarra, al ser designada como tal mediante una votación totalmente irregular. Un suceso que sin duda pasará a la historia como un referente ignominioso de los atropellos de la denominada cuarta transformación.
Desde su origen, la presidenta está deslegitimada y con su permanencia en el puesto deslegitima aún más a la propia institución, es una gran pena por la institución que con mucho esfuerzo se había convertido en una institución ejemplar del Estado mexicano.
Todo gobernante, todo funcionario puede legitimarse por su origen, que no es el caso, sino todo lo contrario, pero también por su ejercicio y que desafortunadamente tampoco es el caso.
El problema con la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos es que no cuenta con esas legitimidades.
Francamente muchos, sinceramente, pensábamos que aquél desaguisado que fue su elección, fungiera como un acicate, que la pusiera en el ánimo de mostrar capacidad y resultados, pero tristemente no ha sido así. Su legitimidad de origen se acentúa aún más con su gestión y con sus nulos resultados.
A más de dos años de su nombramiento como presidenta de esa institución, queda claro que el desempeño deja muchísimo que desear y para ilustrarlo pasaremos solo a algunos puntos que así lo evidencian.
Es increíble que la Comisión Nacional de Derechos Humanos no se inmute con la pésima gestión que está llevando a cabo el gobierno federal en relación con la pandemia por el Covid-19.
Miles de personas, cientos de miles, de hecho, han fallecido por la omisión y decisiones irresponsables del gobierno.
En ese sentido, no solo no se ha garantizado el derecho a la salud constitucional y convencionalmente protegido, sino también el derecho a la vida y la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha brillado por su ausencia.