*Llamado a EU y Europa a dejar el doble discurso
Hicimos un llamado a los países europeos y norteamericanos, que son los mayores receptores de migrantes, para que abandonen el doble discurso moral que manejan sobre el tema, y se inicie un diálogo franco para atender el fenómeno migratorio con una verdadera corresponsabilidad, que no criminalice a quienes buscan mejores condiciones de vida.
Durante nuestra participación en la Conferencia de la Unión Interparlamentaria, que agrupa a 178 órganos legislativos del mundo, advertimos que por un lado las economías desarrolladas requieren la mano de obra de las y los migrantes, pero al mismo tiempo las estructuras de poder de esas naciones criminalizan la migración.
En el encuentro, que se llevó a cabo en Turquía y en el que se analizaron los alcances del Pacto Mundial sobre Refugiados y el Pacto Mundial sobre Migración, Sánchez Cordero dejamos en claro que, si bien estas iniciativas son documentos esperanzadores y representan una posibilidad de ruta para atender el fenómeno, no se aprecian realistas después de más de 15 años en que todas las naciones hablamos de corresponsabilidad, pero volteamos la cara a la migración.
Hoy, condescendientemente aceptan que se dialogue en estos términos, que llevan ya años difundiéndose en el marco de la ONU, pero que no han cambiado ni la perspectiva, ni el compromiso de las potencias, ni la realidad de nuestras migraciones. Por el contrario, se nos acusa de no parar los flujos migratorios que demandan sus sociedades.
Destacamos la importancia de poner las cosas como son, antes de revisar estas iniciativas internacionales en las que seguimos redundando en el término corresponsabilidad y los países receptores de la migración se dan baños de pureza con olor a humanismo, pero sin llegar a hechos que nos permitan saber que esas potencias abrazan ese término en toda la extensión humanista de su significado.
Turquía y México son la puerta de entrada de Europa y Estados Unidos, respectivamente, y nuestras políticas y acciones de gobierno han dejado superados esos documentos en muchos de sus puntos.
Las migraciones de ambas naciones posiblemente son las más importantes en el abanico multicultural que alimenta al mundo europeo y norteamericano; dos mundos que se fundaron, consolidaron y prosperaron a partir de migrantes.
El fenómeno discursivo de doble moral con que el modelo económico dominante se ha estructurado, plantea por un lado que la mano de obra de las personas migrantes es requerida por esas economías desarrolladas, pero por otro, las estructuras de poder de esas mismas economías criminalizan la migración.
Hay una doble moral, porque en Europa se ejercen violencias, pasivas y activas, contra personas migrantes, entre las que están los cinco millones 375 mil 466 de personas turcas que radican en Alemania, Francia, Austria, Países Bajos, Reino Unido, Bélgica, Suiza y Suecia.
En Estados Unidos de América se replica la misma dinámica contra las más de 12 millones de personas migrantes mexicanas que hoy trabajan en ese país.
Por ello es fundamental reflexionar sobre el problema que demuestran tener las grandes potencias económicas con respecto a la migración.
Las clases políticas europeas y norteamericanas presionan a nuestros gobiernos, estigmatizan a nuestra gente, propician actos de violencia y racismo pasivo y activo, además de promover estereotipos y gastar millones de euros y de dólares, para desplegar complejos sistemas de filtros migratorios.
Sin embargo, nuestra gente hoy se ha vuelto parte esencial de sus sociedades, aunque lo nieguen y aunque por motivos inconfesables de mantener bajos costos, acepten la criminalización de la migración.
Sin duda, son de celebrarse los esfuerzos por parte de la ONU, pero la realidad nos indica que aún no son aplicables, por lo que es necesario iniciar un diálogo franco sobre las migraciones y los refugiados, dos temas sobre los que nuestros países tienen grandes impactos a partir de las violencias en Centroamérica y Asia respectivamente, y de los flujos que detonan estos conflictos.