*La decencia de la ONU
Hace apenas una semana en este mismo espacio le referí sobre la falta de diplomacia, corrección o mínimas formas de conducta del presidente de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde sin el menor recato y de forma descomedida por no decir grosera, calificó de “rotundo fracaso” el mecanismo Covax creado por la ONU, para hacer frente a la pandemia por COVID-19.
Y no sólo eso, además exigió: “Es necesario que el más relevante organismo de la comunidad internacional despierte de su letargo, que se reforme y que denuncie y combata la corrupción en el mundo”*.
Le recuerdo también que pregunté incrédulo: ¿cómo era posible que en la cancillería nadie le hubiese informado al mandatario sobre las funciones y acciones de los distintos organismos de esa institución internacional y de los Tratados ratificados por el Senado de la República? Pues ¿qué cree?, que desde el 20 de julio de 2003 México ratificó la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción. El-entonces- Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbéz, depositó el instrumento en la Sección de Tratados de la sede de la ONU en Nueva York.
“La Convención fue aprobada por la Asamblea General el 31 de octubre de 2003 y compromete a los Estados Parte a adoptar medidas preventivas, de combate y de sanción a una serie de actos de corrupción en los ámbitos público y privado.
También propone la tipificación de conductas como el enriquecimiento ilícito y establece la obligación de los gobiernos a cooperar recíprocamente en materia de extradición y de asistencia jurídica. La Convención establece un mecanismo para la devolución al país de origen de los bienes producto de actos de corrupción, transferidos al exterior”***.
Y no sólo eso; “México fue el país anfitrión de la Conferencia Política de Alto Nivel para la Firma de la Convención, celebrada en Mérida, Yucatán, del 9 al 11 de diciembre de 2003, a la cual asistieron 115 países, varios de ellos representados a nivel ministerial.
Hasta ese momento, el instrumento contaba con 111 firmas y 4 ratificaciones (Kenia, Sri Lanka, El Salvador y México). Estuvo abierto a firma hasta el 9 de diciembre de 2005 en la sede de la ONU. Para entrar en vigor requería de cuando menos 30 ratificaciones”**.
El menudo detalle que México haya sido país anfitrión para una de las sesiones de esa Convención Internacional y luego ir a rezongar a nivel mundial, constituye en verdad una afrenta, una vergüenza, un ridículo Pantagruélico. No puede calificarse como un olvido.
Un país no puede olvidar su historia, sus compromisos y mucho menos ignorar el haber propiciado la consolidación de una institución que hace lo mismo que ahora demanda.
Para aquellos que siguen descubriendo el huevo tibio cada tercer día, también les recordaremos que el próximo 9 de diciembre, se celebrará el XVII Día Internacional Contra la Corrupción. Bueno, donde sí lo saben.
Lo indispensable es la necesidad que tenemos los mexicanos de reconocer la educación, la diplomacia y la hombría de bien de los dignatarios de la ONU.
Y está demás enumerar aquí a todos los diplomáticos que en un acto de patriotismo, dignidad y congruencia profesional y personal han presentado sus renuncias a la cancillería, con tal de no participar en los ridículos y desfiguros que están haciendo con la imagen internacional del país.
Me consta que en otras áreas igualmente importantes, muchos patriotas han renunciado a sus cargos y funciones a fin de no machar su prestigio y trayectoria a lo largo de muchos años.
Pobre México. Todavía nos faltan tres años.
*https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/2021/11/09/te-perdiste-el-discurso-de-amlo-en-la-onu-esto-fue-lo-mas-relevante/
**https://www.unodc.org/documents/mexicoandcentralamerica/publications/Corrupcion/Convencion_de_las_NU_contra_la_Corrupcion.pdf
***https://news.un.org/es/story/2004/07/1038371